Una muestra en el Museo Palacio Arruabarrena sirve para invitar a quienes quieran sumarse a conocer la historia que Concordia tiene tan arraigada.
BELÉN FEDULLO
[email protected]
En el Siglo XIX el Ferrocarril de Concordia comenzó a operar y se convirtió en uno de los lugares centrales de la ciudad y la zona. Primero tuvo conexión con Monte Caseros, Corrientes, pero fue creciendo y su unión llegó a Misiones en el norte y Buenos Aires, hacia el sur.
Tal era la centralidad del traslado por esa vía que la mayoría de los trabajadores de la ciudad se dedicaban al trabajo ferroviario, e incluso viajaban a radicarse en la ciudad por esa actividad.
Los tiempos cambiaron, las vías fueron quedando casi exclusivamente instaladas para ser utilizadas por los trenes de carga y lo que fuera la Estación Central se convirtió en una “Estación de Cultura” en la que los artistas se dan encuentro.
Para recuperar ese espacio y la historia, un grupo de coleccionistas de objetos y fanáticos de los trenes se unieron y comenzaron a gestar el Museo Ferroviario, que tendrá su sala en la misma estación que tantas veces fue lugar de partida y llegada y que encierra historias que van más allá de lo que los libros cuentan.
A PASO FIRME
Boletos, mobiliarios de oficina, telégrafos, placas, vajilla, documentos, libros, fotografías, uniformes de trabajo y otros objetos son piezas que los coleccionistas tienen preparadas para dar a conocer. Aunque todavía no abrieron las puertas en su lugar definitivo, están haciendo una muestra en el Museo Palacio Arruabarrena, en zona céntrica, y eso sirve para invitar a quienes quieran sumarse a conocer la historia que Concordia tiene tan arraigada.
“Lo valorable que tiene esta muestra es que nos permite recordar todos los lazos históricos y emotivos de la región y la ciudad. Por eso desde ambas instituciones invitamos a toda la comunidad de Concordia a ser parte de esta iniciativa, que hemos decidido presentar como propuesta previa a las vacaciones de invierno para que sea accesible al público”, señaló Silvana de Sousa Frade, subsecretaria de Cultura del Municipio.
Cristina Humere es una de las integrantes del Museo Ferroviario y en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS contó de qué se trata la iniciativa.
–¿Cómo comenzó el proyecto?
–Guillermo Monzón tuvo la idea y la trasladó al Sindicato del Personal de Dirección de Ferrocarriles y Puertos Argentinos (Apedefa). En ese sindicato estaba mi padre, que recibió a Guillermo y escuchó su idea, y también le ofreció elementos que tenía, cosas que él guardaba cuando iban quedando en desuso. Esto sucedió cerca de 2018 y mi padre se comunicó conmigo para pedirme ayuda en todo lo que fuera el armado, la estructura. Nos reunimos, hicimos algún bosquejo, pero después vino la pandemia y se cortó todo. Nos asignaron un espacio en donde estaba antes el museo de Antropología, que es en donde era antes la Estación Central nada más ni nada menos y empezamos todas las tratativas con la Secretaría de Cultura. Tuvimos que esperar que pasara la pandemia y conseguimos en enero de este año el lugar de manera formal.
–¿En qué condiciones está el lugar?
–Al espacio que tenemos le faltan algunos arreglos, tenemos que hacer una inversión para adecuar ese lugar y por eso no pudimos abrir todavía el museo. Eso estuvo cerrado durante mucho tiempo y se nota, así que de a poco, pero a paso firme, vamos dándole algunos retoques, hacemos arreglos, compramos materiales y mientras tanto dimos nuestros primeros pasos con una muestra en el Palacio Arruabarrena.
A PULMÓN
–¿Hay un recorrido en esa muestra?
–Sí. En el hall central de este museo que es tan visitado y está en el centro, Silvana De Sousa nos cedió un espacio para que pudiéramos exhibir lo que tenemos y la gente pueda dar un vistazo a esos elementos que fueron tan nuestros e hicieron a nuestra identidad. Les damos un recorrido para que no pierda la esencia nuestro trabajo mientras esperamos pacientemente poder armar el lugar definitivo como lo tenemos pensado. Es todo a pulmón.
–¿Ustedes ponen elementos, entonces?
–Sí. Hace poco compré una vitrina y tratamos de ir incorporando cosas de a poco, que sabemos que nos van a servir para cuando podamos abrir las puertas. Cuando tenemos la chance, sacamos de nuestro bolsillo y nos equipamos.
APORTES
–¿Qué objetos son necesarios para la exposición? Al ser una ciudad ferroviaria ¿La gente ha aportado?
–Todo lo que tenga que ver con los trenes nos viene bien. Gracias a la invalorable colaboración de ex empleados que han trabajado y participado de las distintas actividades dentro del Ferrocarril, contamos hoy con un material único que será parte de la colección del futuro espacio: reglamentos internos del año 1917, libros escritos en inglés y francés, objetos y vajilla de los coches comedor, fotos, telégrafos, máquinas de escribir, uniformes; cosas que nos ayudarán a visualizar y trasladarnos a esa época en la que el Ferrocarril era una actividad central en el día a día de los concordienses y de todo el país, junto con el Puerto de Concordia. Todo el mundo aporta. Hace poco una señora nos envió elementos de cocina de los trenes, y luego otra nos envió un trencito chiquito que su padre había recibido cuando hizo uno de los viajes. Hay muchos aportes y la gente se acerca a darnos esos elementos con mucha emoción y con una historia que contar.
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En el Siglo XIX el Ferrocarril de Concordia comenzó a operar y se convirtió en uno de los lugares centrales de la ciudad y la zona. Primero tuvo conexión con Monte Caseros, Corrientes, pero fue creciendo y su unión llegó a Misiones en el norte y Buenos Aires, hacia el sur.
Tal era la centralidad del traslado por esa vía que la mayoría de los trabajadores de la ciudad se dedicaban al trabajo ferroviario, e incluso viajaban a radicarse en la ciudad por esa actividad.
Los tiempos cambiaron, las vías fueron quedando casi exclusivamente instaladas para ser utilizadas por los trenes de carga y lo que fuera la Estación Central se convirtió en una “Estación de Cultura” en la que los artistas se dan encuentro.
Para recuperar ese espacio y la historia, un grupo de coleccionistas de objetos y fanáticos de los trenes se unieron y comenzaron a gestar el Museo Ferroviario, que tendrá su sala en la misma estación que tantas veces fue lugar de partida y llegada y que encierra historias que van más allá de lo que los libros cuentan.
A PASO FIRME
Boletos, mobiliarios de oficina, telégrafos, placas, vajilla, documentos, libros, fotografías, uniformes de trabajo y otros objetos son piezas que los coleccionistas tienen preparadas para dar a conocer. Aunque todavía no abrieron las puertas en su lugar definitivo, están haciendo una muestra en el Museo Palacio Arruabarrena, en zona céntrica, y eso sirve para invitar a quienes quieran sumarse a conocer la historia que Concordia tiene tan arraigada.
“Lo valorable que tiene esta muestra es que nos permite recordar todos los lazos históricos y emotivos de la región y la ciudad. Por eso desde ambas instituciones invitamos a toda la comunidad de Concordia a ser parte de esta iniciativa, que hemos decidido presentar como propuesta previa a las vacaciones de invierno para que sea accesible al público”, señaló Silvana de Sousa Frade, subsecretaria de Cultura del Municipio.
Cristina Humere es una de las integrantes del Museo Ferroviario y en diálogo con MIRADOR ENTRE RÍOS contó de qué se trata la iniciativa.
–¿Cómo comenzó el proyecto?
–Guillermo Monzón tuvo la idea y la trasladó al Sindicato del Personal de Dirección de Ferrocarriles y Puertos Argentinos (Apedefa). En ese sindicato estaba mi padre, que recibió a Guillermo y escuchó su idea, y también le ofreció elementos que tenía, cosas que él guardaba cuando iban quedando en desuso. Esto sucedió cerca de 2018 y mi padre se comunicó conmigo para pedirme ayuda en todo lo que fuera el armado, la estructura. Nos reunimos, hicimos algún bosquejo, pero después vino la pandemia y se cortó todo. Nos asignaron un espacio en donde estaba antes el museo de Antropología, que es en donde era antes la Estación Central nada más ni nada menos y empezamos todas las tratativas con la Secretaría de Cultura. Tuvimos que esperar que pasara la pandemia y conseguimos en enero de este año el lugar de manera formal.
–¿En qué condiciones está el lugar?
–Al espacio que tenemos le faltan algunos arreglos, tenemos que hacer una inversión para adecuar ese lugar y por eso no pudimos abrir todavía el museo. Eso estuvo cerrado durante mucho tiempo y se nota, así que de a poco, pero a paso firme, vamos dándole algunos retoques, hacemos arreglos, compramos materiales y mientras tanto dimos nuestros primeros pasos con una muestra en el Palacio Arruabarrena.
A PULMÓN
–¿Hay un recorrido en esa muestra?
–Sí. En el hall central de este museo que es tan visitado y está en el centro, Silvana De Sousa nos cedió un espacio para que pudiéramos exhibir lo que tenemos y la gente pueda dar un vistazo a esos elementos que fueron tan nuestros e hicieron a nuestra identidad. Les damos un recorrido para que no pierda la esencia nuestro trabajo mientras esperamos pacientemente poder armar el lugar definitivo como lo tenemos pensado. Es todo a pulmón.
–¿Ustedes ponen elementos, entonces?
–Sí. Hace poco compré una vitrina y tratamos de ir incorporando cosas de a poco, que sabemos que nos van a servir para cuando podamos abrir las puertas. Cuando tenemos la chance, sacamos de nuestro bolsillo y nos equipamos.
APORTES
–¿Qué objetos son necesarios para la exposición? Al ser una ciudad ferroviaria ¿La gente ha aportado?
–Todo lo que tenga que ver con los trenes nos viene bien. Gracias a la invalorable colaboración de ex empleados que han trabajado y participado de las distintas actividades dentro del Ferrocarril, contamos hoy con un material único que será parte de la colección del futuro espacio: reglamentos internos del año 1917, libros escritos en inglés y francés, objetos y vajilla de los coches comedor, fotos, telégrafos, máquinas de escribir, uniformes; cosas que nos ayudarán a visualizar y trasladarnos a esa época en la que el Ferrocarril era una actividad central en el día a día de los concordienses y de todo el país, junto con el Puerto de Concordia. Todo el mundo aporta. Hace poco una señora nos envió elementos de cocina de los trenes, y luego otra nos envió un trencito chiquito que su padre había recibido cuando hizo uno de los viajes. Hay muchos aportes y la gente se acerca a darnos esos elementos con mucha emoción y con una historia que contar.
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