“Mis martes y jueves de rugby comienzan pasadas las 19 y concluyen después de la medianoche. Y al otro día, a levantarse para trabajar y después ir al gimnasio. Es duro, pero siempre, lo que cuesta vale”, dijo.
GABRIEL BALDI
[email protected]
La pasión muchas veces se gesta por una motivación personal o por vivencias compartidas con amistades, así como en tantas otras oportunidades, es heredada. En el rugby no hay excepciones y en diferentes ocasiones, un jugador continúa el trayecto deportivo que le sugiriera, por ejemplo, su papá.
Tal es el caso del elisense Santiago Romero, de 30 años, quien llegó al deporte de la ovalada por su papá, Edgardo, más conocido como ‘Gato’, un fanático y asiduo colaborador en la difusión del deporte desde su rol de fotógrafo. Lógicamente, su mamá, Viviana y sus hermanos, Natalia (36) y Leandro (34), apoyaron y acompañaron la iniciativa.
El rugby en Villa Elisa tuvo vaivenes y no se desarrolló con regularidad. En los últimos años, fue Pecarí Rugby Club el que pisó más fuerte. Aunque el éxodo de jugadores hacia urbes más grandes, suele ser la problemática más común en las ciudades más pequeñas. Y después, cuando un equipo desaparece, la mayoría de los jugadores se olvida de la actividad o se vuelca a otro deporte.
No fue este el pasado de Santi. Cuando el plantel superior de su club desapareció, él no dudó en seguir vinculado a la disciplina que practica desde divisiones infantiles. Aunque quizás el Colón RC, le hubiese resultado más cercano, él decidió probar suerte en el Club Universitario de Concepción del Uruguay, con el fin de ir todavía por más y apuntar al máximo nivel zonal, compitiendo en el Torneo Regional del Litoral.
–Dicen que todo lo que cuesta, vale, Santiago. ¿Das fe que es así?
–Sí, por supuesto. Llegué al CUCU en 2018. Me invitó un compañero de equipo que tenía, Gonzalo Vallejos, dado que el rugby en Pecarí RC prácticamente había desaparecido en aquel entonces y desde esa vez que no he parado, ni pienso hacerlo hasta que el cuerpo me siga dando. Cada martes y jueves, más los días que jugamos de locales, viajo hacia Concepción del Uruguay. Recién este año, lo hago con dos compañeros más. Pero es un gran gusto que me doy, por el sentimiento que tengo para con el deporte. Esta temporada logramos en algún punto torcer la hoja de ruta del colectivo que nos traslada para competir cada fin de semana y cuando viajamos hacia Santa Fe, me pasan a buscar por Villa Elisa. En mi ciudad estoy encargado de un corralón y por suerte, los horarios laborales me resultan cómodos para hacer estos viajes. No obstante, mis martes y jueves de rugby comienzan pasadas las 19 y concluyen después de la medianoche. Y al otro día, a levantarse para trabajar y después ir al gimnasio. Es duro, pero siempre, lo que cuesta vale.
–¿Cómo consideras que se está dando el año del CUCU?
–Es una temporada larga, como todas las que ofrece el Torneo Regional del Litoral. Por suerte pudimos cumplir con nuestro primer objetivo y llegar a la Zona Reclasificación por el ascenso. Veníamos, como todos, de dos años de inactividad, lo cual a algunos les cayó mal, pero a nosotros nos terminó por suerte sentando bien. Desde el comienzo de año, nuestros entrenadores, Juan Martín Podestá y Exequiel Rupani diagramaron un sistema en el que nos fortalecemos de gran manera con nuestros forwards y a su vez, intentamos lastimar por afuera con backs muy rápidos, en un plantel en líneas general muy joven. Por ahí, sobre todo en esta Reclasificación, hemos sufrido algunas goleadas. Pero lo que les digo a mis compañeros, sobre todo a los más jóvenes, es que, aunque perdamos, traten de disfrutar de estos partidos y las características de estos rivales, muchas veces con evidente superioridad.
–¿Sentís que continúas en algún punto el fanatismo que tu papá te transmitió por el rugby?
–Sí, seguramente. El me transmitió toda esta pasión. A mi papá lo invité una vez a sumarse al club, que se acerque con la cámara y desde ahí, no paró. El plantel incluso se encariñó mucho también con él, ya que todos saben que después de los partidos tendrán fotos para subir a las redes sociales. Él disfruta mucho cada fin de semana, ya que además está en el ámbito que más le gusta y se cruza en cada cancha, muchas veces, con gente que compartió con él la misma pasión. Con el CUCU además, él tuvo la posibilidad de disputar un Seven Interno. Allí, jugó en el equipo conmigo. Ese era su sueño. El partido que fuera, pero se sacó las ganas de compartir cancha conmigo y para mí también fue un gran gusto.
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La pasión muchas veces se gesta por una motivación personal o por vivencias compartidas con amistades, así como en tantas otras oportunidades, es heredada. En el rugby no hay excepciones y en diferentes ocasiones, un jugador continúa el trayecto deportivo que le sugiriera, por ejemplo, su papá.
Tal es el caso del elisense Santiago Romero, de 30 años, quien llegó al deporte de la ovalada por su papá, Edgardo, más conocido como ‘Gato’, un fanático y asiduo colaborador en la difusión del deporte desde su rol de fotógrafo. Lógicamente, su mamá, Viviana y sus hermanos, Natalia (36) y Leandro (34), apoyaron y acompañaron la iniciativa.
El rugby en Villa Elisa tuvo vaivenes y no se desarrolló con regularidad. En los últimos años, fue Pecarí Rugby Club el que pisó más fuerte. Aunque el éxodo de jugadores hacia urbes más grandes, suele ser la problemática más común en las ciudades más pequeñas. Y después, cuando un equipo desaparece, la mayoría de los jugadores se olvida de la actividad o se vuelca a otro deporte.
No fue este el pasado de Santi. Cuando el plantel superior de su club desapareció, él no dudó en seguir vinculado a la disciplina que practica desde divisiones infantiles. Aunque quizás el Colón RC, le hubiese resultado más cercano, él decidió probar suerte en el Club Universitario de Concepción del Uruguay, con el fin de ir todavía por más y apuntar al máximo nivel zonal, compitiendo en el Torneo Regional del Litoral.
–Dicen que todo lo que cuesta, vale, Santiago. ¿Das fe que es así?
–Sí, por supuesto. Llegué al CUCU en 2018. Me invitó un compañero de equipo que tenía, Gonzalo Vallejos, dado que el rugby en Pecarí RC prácticamente había desaparecido en aquel entonces y desde esa vez que no he parado, ni pienso hacerlo hasta que el cuerpo me siga dando. Cada martes y jueves, más los días que jugamos de locales, viajo hacia Concepción del Uruguay. Recién este año, lo hago con dos compañeros más. Pero es un gran gusto que me doy, por el sentimiento que tengo para con el deporte. Esta temporada logramos en algún punto torcer la hoja de ruta del colectivo que nos traslada para competir cada fin de semana y cuando viajamos hacia Santa Fe, me pasan a buscar por Villa Elisa. En mi ciudad estoy encargado de un corralón y por suerte, los horarios laborales me resultan cómodos para hacer estos viajes. No obstante, mis martes y jueves de rugby comienzan pasadas las 19 y concluyen después de la medianoche. Y al otro día, a levantarse para trabajar y después ir al gimnasio. Es duro, pero siempre, lo que cuesta vale.
–¿Cómo consideras que se está dando el año del CUCU?
–Es una temporada larga, como todas las que ofrece el Torneo Regional del Litoral. Por suerte pudimos cumplir con nuestro primer objetivo y llegar a la Zona Reclasificación por el ascenso. Veníamos, como todos, de dos años de inactividad, lo cual a algunos les cayó mal, pero a nosotros nos terminó por suerte sentando bien. Desde el comienzo de año, nuestros entrenadores, Juan Martín Podestá y Exequiel Rupani diagramaron un sistema en el que nos fortalecemos de gran manera con nuestros forwards y a su vez, intentamos lastimar por afuera con backs muy rápidos, en un plantel en líneas general muy joven. Por ahí, sobre todo en esta Reclasificación, hemos sufrido algunas goleadas. Pero lo que les digo a mis compañeros, sobre todo a los más jóvenes, es que, aunque perdamos, traten de disfrutar de estos partidos y las características de estos rivales, muchas veces con evidente superioridad.
–¿Sentís que continúas en algún punto el fanatismo que tu papá te transmitió por el rugby?
–Sí, seguramente. El me transmitió toda esta pasión. A mi papá lo invité una vez a sumarse al club, que se acerque con la cámara y desde ahí, no paró. El plantel incluso se encariñó mucho también con él, ya que todos saben que después de los partidos tendrán fotos para subir a las redes sociales. Él disfruta mucho cada fin de semana, ya que además está en el ámbito que más le gusta y se cruza en cada cancha, muchas veces, con gente que compartió con él la misma pasión. Con el CUCU además, él tuvo la posibilidad de disputar un Seven Interno. Allí, jugó en el equipo conmigo. Ese era su sueño. El partido que fuera, pero se sacó las ganas de compartir cancha conmigo y para mí también fue un gran gusto.
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