Paraná

Centro Cultural La Hendija, la serenidad en la vorágine

Ubicado en el centro paranaense y fundado en 1989, el espacio contiene distintas y variadas propuestas de las que puede participar el público en general. Con el correr de los años se fue haciendo protagonista de la escena cultural local a base de esfuerzo y pasión. Charlamos con Claudia Zaragoza, una de las personas que hacen posible a La Hendija.
02-11-2022 | 8:08 |

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El Centro Cultural La Hendija se ubica en un complejo de 800 metros cuadrados sobre calle Gualeguaychú 171, de Paraná. Foto: FOTO: Nicolás García


NICOLÁS GARCÍA
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En el medio del caos cotidiano de una Paraná sin frenos, impregnada de rutina e inmediatez, nos topamos con una construcción amarilla con una enorme puerta que se abre ante un pasillo desde el que se siente un aire fresco y un aroma diferente. A simple vista no se ve el final, pero sus adoquines parecen que no solo dirigen a los rincones del edificio sino también a otros tiempos, otras historias y otras vivencias.

Como una callecita de faroles que a pesar de estar techada deja ver las estrellas. Una vez que se traspasa el umbral de madera, sus aires de historia sobrevuelan el lugar como golondrinas que persiguen la primavera entre murales, telas y personas que hacen de este lugar un espacio diferente en Paraná.

En La Hendija, el orden se construye y se destruye, no se impone, sino que se crea y se autogestiona, predominando lo colectivo por sobre lo individual. Es sinónimo de cultura y, aunque muchas veces se cae en la equivocación de pensar que pertenece al municipio, es independiente y hecho a pulmón, corazón, manos, pies y cabezas de todos y cada uno de quienes pasaron por el edificio y sus salas y salones.

Fundado en 1989, el Centro Cultural La Hendija se ubica en un complejo de 800 metros cuadrados sobre calle Gualeguaychú al 171, en lo que antiguamente era un taller de rectificación de motores. Se instala como respuesta a una demanda social en torno los intereses creativos y a la necesidad de demostrar, aprender y aprehender nuevas habilidades luego de una etapa oscura como fue la de la última Dictadura Cívico Militar que finalizó formalmente en 1983 pero que dejó resabios de autoridad y persecución en los años posteriores. La comunidad se fue sumando en la construcción colectiva y en el armado de un espacio de expresión que se pudo ubicar como uno de los más importantes de la región y perdurar con el tiempo, forjando un legado basado en el trabajo y la pasión.

CRECIMIENTO

Luego de un proceso de refacción y puesta en valor, en abril de ese año de arranque se inaugura la primera sala de cine, teatro y música con una capacidad para 100 personas, una galería de arte y un lugar de reuniones. Sus primeros pasos fueron acompañados por un boom de participación ciudadana que permitió un crecimiento sostenido en los años siguientes. En 1994 se logra reciclar un segundo galpón en donde se instala un espacio multifuncional posibilitando la realización de nuevas y variadas actividades. Los rincones de La Hendija fueron protagonistas de momentos de planificación y proyección de lo que luego sería la Editorial Fundación La Hendija, que hoy en día se instala como uno de los lugares que posibilita la concreción de ideas y pasiones literarias, teóricas y científicas en formato papel para cientos de vecinos de toda la región. Allí también funcionó Radio Cualquiera, una FM que se pensaba de forma diferente a las ya existentes en la capital entrerriana con el objetivo de generar un lugar que pueda ser atravesado por voces, música, relatos y propuestas diversas de la ciudad.

Su frente es transitado por cientos, miles, de paranaenses que, obnubilados por sus responsabilidades y apuros se toman unos minutos para levantar la cabeza y mirar hacia dentro, atraídos por la frescura de su pasillo. No todos saben que allí, entre las oscuridades, se encuentra uno de los espacios que más luz puso y pone sobre la escena cultural de la capital provincial. El centro cultural es acompañado desde su creación por una Fundación que en su estatuto propone “crear un espacio institucionalmente libre para posibilitar la producción independiente y autogestionaria de los artistas y grupos que, teniendo el talento y la decisión de llevar adelante sus proyectos, no cuenten con el ámbito y los medios para materializarlos”.

Desde la Fundación sostienen que el espacio es un centro cultural independiente. Centro: “como una referencia al origen de las flechas y a la asimetría de las redes reales”. Cultural: “porque lo pensamos como un relato de los modos de vida”. E independiente: “porque presumimos la falta de otras intenciones de quienes nos apoyan económicamente”. En la actualidad, La Hendija no recibe ningún aporte estatal por lo que su trabajo está atravesado por la autogestión y las ganas de hacer por parte de sus participantes.

IN SITU

Miércoles a la mañana, el sol comenzaba a calentar las callecitas paranaenses y los colectivos pasaban a un ritmo galopante por el carril destinado al transporte de pasajeros. La actividad pública de La Hendija aún no comenzó, pero Claudia Zaragoza, artista y actriz de teatro paranaense, ya se encuentra cumpliendo labores desde hace varias horas. A lo lejos se escucha el tintineo de las llaves y poco después aparece ella, que luego de abrir el candado que une una gruesa cadena de hierro usada para cerrar la reja del frente deja pasar al cronista de MIRADOR ENTRE RÍOS a este mundo mágico. La mañana es tranquila, más a la tarde es cuando el edificio recobra vida y retoma sus actividades diarias, pero por lo pronto la charla se impone en un lugar vacío. Claudia pasa muchas de sus horas entre adoquines, pinturas y telas y su función, a pesar de estar alejada de lo formal dentro de la Fundación, es la de organizar la agenda diaria del centro cultural.

–¿Cómo percibís tu trabajo?
–No me gusta ponerle un título. Algunos me dicen que soy gestora cultural, pero ese es un término relativamente nuevo. Yo sigo sosteniendo el viejo concepto del teatro independiente que surgió allá por los años 30 del siglo pasado, tal vez antiguo, pero es en el que yo fui formada y al que adhiero. Se basa en el esfuerzo por conseguir lo que uno desea y no esperar que te vengan las cosas de arriba y del Estado. La meta era siempre seguir adelante y construir.

–¿Qué es para vos La Hendija?
–Creo que es un pedazo de la historia de la cultura paranaense, a pesar de que ahora hay otros espacios que cuentan con la potencia de lo nuevo que antes teníamos nosotros. Hay mucha gente trabajando en esos ámbitos. Pero es parte de una historia que sigue, a paso lento, pero presente. Con La Hendija se trajeron espectáculos enormes porque acá había gente laburando para que eso se diera. Ahora somos pocos los que sostenemos el lugar, pero sigue teniendo ese espíritu y pasión que le dio vida. El espacio fue creado para que quien quiera ocuparlo pueda hacerlo, lo único que le pedimos es que esa gente ponga su esfuerzo para que el público venga. Para mí es una pasión, una forma de vida que está muy relacionada al teatro, que es lo que hago y lo que amo.

ACTUALIDAD

–¿Por qué crees que hay menos personas trabajando?
–Son muchos los motivos, personales, de pretender otra cosa y no encontrarla en este espacio. Esto se creó a inicios de la democracia y había una efervescencia en muchos y muchas en este tipo de cuestiones de lo cultural. Los tiempos cambiaron desde aquella época. No es que esa efervescencia se fuera perdiendo, sino que fueron creciendo en edad, formaron su familia, sus trabajos y compromisos. Eso hizo que vaya disminuyendo la gente. Creo que habría que hacer una campaña para que ingresen más personas y eso en un futuro puede plantearse, pero implica tiempo.

–¿Cómo ves a la cultura en Paraná?
–Creo que estamos en una época en la que por suerte hay mucha gente laburando, que es bueno y que nos va dar una continuidad en este crecimiento. Tal vez la ciudad no tenga un desarrollo tan grande como el de Santa Fe, que pegó un salto enorme. Creo que esta situación tiene que ver con que no hay una instancia de pensamiento hacia la cultura como política, como una opción política de construcción. No se la piensa como un proceso de formación. A Paraná le falta dar ese salto. Por fuera de eso, sí hay movimiento, hay muchos jóvenes, talleres y hay formación, que no es la académica sino desde el lugar independiente, que es una muy buena formación.

–¿Cuál es el presente que atraviesa La Hendija?
–Hoy en día hay varios talleres, pero no tantos como el año pasado. Suelen empezar algunos, pero tal vez no alcanza la cantidad de gente para mantenerlos. El taller de acrobacia aérea, que ya viene en el espacio hace varios años, tiene la costumbre y la capacidad para convocar y de lunes a jueves la sala más grande está copada por ellos. Existen talleres de fotografía y de teatro y hay uno de danza con enfoque feminista. Hubo también de magia y de canto, pero se fueron cerrando. Cuando funcionaba la cooperativa Yo soy otro tú eran mucho más y se los podía acompañar más de cerca porque había más gente. Ahora funcionan de forma independiente, vienen, dan el taller y se van dejando todo en condiciones. También hay una idea de reflotar la radio, pero también es un proyecto.

RECORRIDA

Claudia nos muestra el lugar y ella también lo recorre como si fuera la primera vez, solo que sí sabe dónde están las perillas que prenden las luces de cada sala. Con orgullo y pasión va contando que con el tiempo el lugar fue cambiando y que los murales fueron un regalo de uno de los talleres que funcionaban anteriormente. En la sala uno, el interruptor está a unos siete escalones del suelo, al que se llega a través de una pequeña escalera que para muchos sería difícil de subir pero que para Claudia es pan comido. Uno de sus proyectos es poder mejorar el cielorraso y sacar las telas dispuestas con el único fin de que el polvo que desprende el techo sin revocar no caiga en abundancia sobre el piso. Nos acompaña por el pasillo y de a poco se va viendo nuevamente la gente pasar por la vereda y el ruido de los colectivos. Ahora el sol está más fuerte y Claudia nos despide, no sin antes volver a cerrar la reja del frente con la enorme cadena y saludarnos con un abrazo y un “hasta luego”.

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