Es un sábado más para Doha pero no para la Argentina. A miles y miles de kilómetros, los nervios, la ansiedad y la expectativa son las mismas que tenemos aquí. Argentina revirtió ese espacio de dudas que dejó en el primer partido y terminó ganando el grupo y jugando bien.
Foto:Gentileza
Todas las mañanas son iguales en Doha: sol a pleno, temperatura que crece y movimiento incesante en esas carreteras que parecen de otro planeta. Es un sábado más para Doha pero no para la Argentina. A miles y miles de kilómetros, los nervios, la ansiedad y la expectativa son las mismas que tenemos aquí. Argentina revirtió ese espacio de dudas que dejó en el primer partido y terminó ganando el grupo y jugando bien. El segundo tiempo con Polonia es el objetivo. Manejo seguro de la pelota, paciencia, búsqueda contínua pero sin desesperación, desborde por afuera o pelota filtrada para quebrar una defensa voluminosa (como pasó en los goles), son los elementos que pueden servir en el partido de esta tarde (ya noche “cerrada” en Doha) frente a Australia, un equipo que se metió casi de manera impensada en la ronda final, dejando en el camino a Dinamarca.
“A mí no me sorprende que Australia haya clasificado porque es un buen equipo”, dijo Scaloni. Tiene elementos para asegurarlo. Quizás en su inconsciente también estaba Dinamarca como el posible futuro rival en el caso de ganar el grupo, algo que se puso discusión cuando Argentina tropezó en un primer partido que, por lo visto, Scaloni no se lo puede sacar de la cabeza. Pero lo que aconteció luego en el desarrollo del torneo, con Brasil y Francia perdiendo, con Alemania y Bélgica eliminadas, con Uruguay también afuera, da la pauta de que este es el Mundial de las sorpresas y las complejidades.
Estamos del otro lado de la “llave de la muerte”. Las potencias europeas se van a “acribillar” por ahí. Inglaterra, Francia y España prometen “matarse”, futbolísticamente hablando. Y guarda que no aparezca alguno “terciando”, ya que estamos de sorpresa en sorpresa. Y por el lado nuestro, a los partidos hay que jugarlos (y ganarlos) pero si pasamos Australia, vendrá Paises Bajos o Estados Unidos. Y además, seis días de descanso, que serán clave para que se recuperen algunos jugadores (caso Di María) y para que se llegue más descansado a ese sprint final.
Pero hay que ganar esta tarde. Y tratar de acentuar la acelerada recuperación que tuvimos en los dos partidos anteriores. Contra México, se materializó en el segundo tiempo. Contra Polonia, todo el partido, a pesar de que lo mejor –y los goles- llegaron en el segundo tiempo.
Argentina parece ser un equipo que se tranquiliza a partir del gol. No lo logró con Arabia Saudita, es cierto, pero fue un partido raro (lo que le dijo Scaloni a los jugadores en el entretiempo), porque de un virtual 2 o 3 a 0 en el primer tiempo, a los 8 minutos del segundo perdíamos 2 a 1 y se vino la debacle total (futbolística, anímica y física).
A propósito, Australia planteará un partido de estas características, con cierto rigor desde lo físico, estructurado en lo táctico y que también cumplirá con el “designio” de Scaloni: “todos los equipos juegan de una manera y cambian cuando les toca enfrentar a nosotros”.
La responsabilidad, casi la obligación, es de Argentina. Los australianos parecen estar “hechos” con haber superado la primera fase. Su historia futbolera se está construyendo recién ahora, que está jugando su quinto Mundial consecutivo. Su figura principal, Ajdin Hrustic, juega en el Hellas Verona de Italia, tiene un par de jugadores en la Premier, pero en equipo de segundo nivel. Conclusión: no es una selección que cuente con jugadores encumbrados en el fútbol mundial, pero no hay que fiarse, ni tampoco subestimar o jugar confiado el partido. Ya nos pasó con Arabia Saudita (casi en su totalidad, jugadores que juegan en su liga) y así nos fue.
Scaloni encontró momentáneamente el equipo y ojalá que otra buena actuación lo ratifique. Enzo Fernández, Alexis MacAllister y Julián Alvarez le trajeron soluciones. A eso se sumó la buena reaparición de Cristian Romero, la levantada de De Paul y todo lo que significa tenerlo a Messi adentro de la cancha y en un buen nivel, más allá de ese penal marrado con los polacos. No estará Di María y allí se abre el interrogante. ¿Hay algún otro zurdo que pueda jugar por derecha y que sea parecido a Di María?, la respuesta es no. Entonces, Scaloni apuesta a dos alternativas que son diferentes. Le da más fútbol con el Papu Gómez o más peligrosidad con Angel Correa. Si se inclina por el de Sevilla, habrá que ver si lo hace jugar por derecha o lo vuelca a la izquierda para que trabaje por esa banda con la subida de Acuña. Si se inclina por el del Atlético de Madrid, es posible que lo tire por ese costado o que directamente trate de complementarse con Julián Alvarez, que es un jugador de mucha movilidad y no es de quedarse quieto, como “pescador”, adentro del área.
La formación argentina para jugar en Ahmad Bin Alí (un estadio muy moderno, coqueto y con el nombre puesto en honor al Emir de Qatar entre 1960 y 1972), que seguramente estará repleto de argentinos otra vez como en el 974 ante los polacos, sería con Martínez; Molina, Romero, Otamendi y Acuña; De Paul, Enzo Fernández, MacAllister; Correa o Gómez, Messi y Julián Alvarez.
“A mí no me sorprende que Australia haya clasificado porque es un buen equipo”, dijo Scaloni. Tiene elementos para asegurarlo. Quizás en su inconsciente también estaba Dinamarca como el posible futuro rival en el caso de ganar el grupo, algo que se puso discusión cuando Argentina tropezó en un primer partido que, por lo visto, Scaloni no se lo puede sacar de la cabeza. Pero lo que aconteció luego en el desarrollo del torneo, con Brasil y Francia perdiendo, con Alemania y Bélgica eliminadas, con Uruguay también afuera, da la pauta de que este es el Mundial de las sorpresas y las complejidades.
Estamos del otro lado de la “llave de la muerte”. Las potencias europeas se van a “acribillar” por ahí. Inglaterra, Francia y España prometen “matarse”, futbolísticamente hablando. Y guarda que no aparezca alguno “terciando”, ya que estamos de sorpresa en sorpresa. Y por el lado nuestro, a los partidos hay que jugarlos (y ganarlos) pero si pasamos Australia, vendrá Paises Bajos o Estados Unidos. Y además, seis días de descanso, que serán clave para que se recuperen algunos jugadores (caso Di María) y para que se llegue más descansado a ese sprint final.
Pero hay que ganar esta tarde. Y tratar de acentuar la acelerada recuperación que tuvimos en los dos partidos anteriores. Contra México, se materializó en el segundo tiempo. Contra Polonia, todo el partido, a pesar de que lo mejor –y los goles- llegaron en el segundo tiempo.
Argentina parece ser un equipo que se tranquiliza a partir del gol. No lo logró con Arabia Saudita, es cierto, pero fue un partido raro (lo que le dijo Scaloni a los jugadores en el entretiempo), porque de un virtual 2 o 3 a 0 en el primer tiempo, a los 8 minutos del segundo perdíamos 2 a 1 y se vino la debacle total (futbolística, anímica y física).
A propósito, Australia planteará un partido de estas características, con cierto rigor desde lo físico, estructurado en lo táctico y que también cumplirá con el “designio” de Scaloni: “todos los equipos juegan de una manera y cambian cuando les toca enfrentar a nosotros”.
La responsabilidad, casi la obligación, es de Argentina. Los australianos parecen estar “hechos” con haber superado la primera fase. Su historia futbolera se está construyendo recién ahora, que está jugando su quinto Mundial consecutivo. Su figura principal, Ajdin Hrustic, juega en el Hellas Verona de Italia, tiene un par de jugadores en la Premier, pero en equipo de segundo nivel. Conclusión: no es una selección que cuente con jugadores encumbrados en el fútbol mundial, pero no hay que fiarse, ni tampoco subestimar o jugar confiado el partido. Ya nos pasó con Arabia Saudita (casi en su totalidad, jugadores que juegan en su liga) y así nos fue.
Scaloni encontró momentáneamente el equipo y ojalá que otra buena actuación lo ratifique. Enzo Fernández, Alexis MacAllister y Julián Alvarez le trajeron soluciones. A eso se sumó la buena reaparición de Cristian Romero, la levantada de De Paul y todo lo que significa tenerlo a Messi adentro de la cancha y en un buen nivel, más allá de ese penal marrado con los polacos. No estará Di María y allí se abre el interrogante. ¿Hay algún otro zurdo que pueda jugar por derecha y que sea parecido a Di María?, la respuesta es no. Entonces, Scaloni apuesta a dos alternativas que son diferentes. Le da más fútbol con el Papu Gómez o más peligrosidad con Angel Correa. Si se inclina por el de Sevilla, habrá que ver si lo hace jugar por derecha o lo vuelca a la izquierda para que trabaje por esa banda con la subida de Acuña. Si se inclina por el del Atlético de Madrid, es posible que lo tire por ese costado o que directamente trate de complementarse con Julián Alvarez, que es un jugador de mucha movilidad y no es de quedarse quieto, como “pescador”, adentro del área.
La formación argentina para jugar en Ahmad Bin Alí (un estadio muy moderno, coqueto y con el nombre puesto en honor al Emir de Qatar entre 1960 y 1972), que seguramente estará repleto de argentinos otra vez como en el 974 ante los polacos, sería con Martínez; Molina, Romero, Otamendi y Acuña; De Paul, Enzo Fernández, MacAllister; Correa o Gómez, Messi y Julián Alvarez.
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