Pase lo que pase, con ustedes. Nos cambiaron el chip. No ahora. Desde hace 4 años. Nos subimos a un cole destartalado, chocado, golpeado, sufrido. Y se transformó en Scaloneta. Del sufrimiento a la alegría. Del dolor al grito sagrado.
Nos conmovieron todos estos días de Mundial. Como en la Copa América y en el Maracaná. Fue un proceso. Rodear al 10 de un equipo que defiende, pero juega. Que sabe cuando atacar y cuando no. Que puede tropezar como contra Arabia, pero te muestra como recuperarte.
La Scaloneta se pegó a nosotros y nosotros a ellos. En mi caso dos aspectos me diferencian de ellos, casi futbolísticamente inmortales. Una la edad, la otra que juegan bien al fútbol…. Pero en el resto somos iguales. Superamos momentos complicados, con una sonrisa, con un mate, con la charla con un amigo y laburo. Y cantando. Ellos en un vestuario. Nosotros en la intimidad del hogar o en una plaza feliz.
La bandera idolatrada
Por eso nos pegamos. Compartimos cosas, todos. El arraigo por Argentina. Las lágrimas por Argentina. Nos emociona el Himno y ese canto totalmente popular que habla de Diego, Leonel y los pibes de Malvinas. Bandera.
Llegamos, todos, al último día de competencia. Como nunca plazas llenas festejando. Pibitos que crecerán recordando para siempre este momento. Adultos que recordarán batallas perdidas y se transportarán al 86. Diegoooooo. Y nuestros viejitos lindos. Que irán más atrás en el tiempo, cuando los partidos eran en tele blanco y negro o solamente estaba la posibilidad de la radio a transistores.
Llegamos todos. Los terrenales y los que no están. Porque también inflan nuestras almas. Sino miren lo que pasa con Maradó. A los 10 minutos de cada partido hay un homenaje para él. El recuerdo siempre. Nunca falta una bandera o una mención en las redes. A él le pedimos que baje un rato y acompañe a Messi. Por ejemplo.
Amo el fútbol. Desde siempre. Desde los tiempos de infancia y para toda la vida. De la cuna al cajón.
Patria y Selección.
Tío Orlando
Esos colores celestes y blancos dibujados en la revista El Gráfico, que alguna vez espiaba en kioskos en los 70/80.
Recuerdo al Tío Orlando en mi pueblo. Un solterón apasionado de Racing, que tenía como hobbie guardar posters de la Selección. Me pregunto adonde habrán quedado esos recuerdos de papel del equipo del 78 o el del 82.
Recuerdo las pulseadas futbolísticas en la cancha de la escuelita, rodeada de eucaliptus jugando a ser Kempes. Hoy uno de mis hijos (7 años como yo en aquellos tiempos) juega a ser Julián.
Recuerdo las cábalas del 86. Y guardo celosamente hasta el domingo las actuales.
Esta Selección nos ama con el corazón. Eso me lo dijo una vez en una nota Leopoldo Luque, un grande que se nos fue.
Nos ama la Selección. Desde siempre. Con o sin resultados. El resultado final, es el final de un proceso. Pero está el recorrido.
Y todos aprendimos a vivirlo, sentirlo.
Nos ama la Selección. Nos perdona cuando no creemos en ella. Nos indulta cuando la bronca se apodera de los pocos incrédulos. El impulso anímico que nos dio a todos es muy fuerte.
Por eso, pase lo que pase, con ustedes. Porque yo elegí vivir la vida color Scaloneta.
Nos conmovieron todos estos días de Mundial. Como en la Copa América y en el Maracaná. Fue un proceso. Rodear al 10 de un equipo que defiende, pero juega. Que sabe cuando atacar y cuando no. Que puede tropezar como contra Arabia, pero te muestra como recuperarte.
La Scaloneta se pegó a nosotros y nosotros a ellos. En mi caso dos aspectos me diferencian de ellos, casi futbolísticamente inmortales. Una la edad, la otra que juegan bien al fútbol…. Pero en el resto somos iguales. Superamos momentos complicados, con una sonrisa, con un mate, con la charla con un amigo y laburo. Y cantando. Ellos en un vestuario. Nosotros en la intimidad del hogar o en una plaza feliz.
La bandera idolatrada
Por eso nos pegamos. Compartimos cosas, todos. El arraigo por Argentina. Las lágrimas por Argentina. Nos emociona el Himno y ese canto totalmente popular que habla de Diego, Leonel y los pibes de Malvinas. Bandera.
Llegamos, todos, al último día de competencia. Como nunca plazas llenas festejando. Pibitos que crecerán recordando para siempre este momento. Adultos que recordarán batallas perdidas y se transportarán al 86. Diegoooooo. Y nuestros viejitos lindos. Que irán más atrás en el tiempo, cuando los partidos eran en tele blanco y negro o solamente estaba la posibilidad de la radio a transistores.
Llegamos todos. Los terrenales y los que no están. Porque también inflan nuestras almas. Sino miren lo que pasa con Maradó. A los 10 minutos de cada partido hay un homenaje para él. El recuerdo siempre. Nunca falta una bandera o una mención en las redes. A él le pedimos que baje un rato y acompañe a Messi. Por ejemplo.
Amo el fútbol. Desde siempre. Desde los tiempos de infancia y para toda la vida. De la cuna al cajón.
Patria y Selección.
Tío Orlando
Esos colores celestes y blancos dibujados en la revista El Gráfico, que alguna vez espiaba en kioskos en los 70/80.
Recuerdo al Tío Orlando en mi pueblo. Un solterón apasionado de Racing, que tenía como hobbie guardar posters de la Selección. Me pregunto adonde habrán quedado esos recuerdos de papel del equipo del 78 o el del 82.
Recuerdo las pulseadas futbolísticas en la cancha de la escuelita, rodeada de eucaliptus jugando a ser Kempes. Hoy uno de mis hijos (7 años como yo en aquellos tiempos) juega a ser Julián.
Recuerdo las cábalas del 86. Y guardo celosamente hasta el domingo las actuales.
Esta Selección nos ama con el corazón. Eso me lo dijo una vez en una nota Leopoldo Luque, un grande que se nos fue.
Nos ama la Selección. Desde siempre. Con o sin resultados. El resultado final, es el final de un proceso. Pero está el recorrido.
Y todos aprendimos a vivirlo, sentirlo.
Nos ama la Selección. Nos perdona cuando no creemos en ella. Nos indulta cuando la bronca se apodera de los pocos incrédulos. El impulso anímico que nos dio a todos es muy fuerte.
Por eso, pase lo que pase, con ustedes. Porque yo elegí vivir la vida color Scaloneta.
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La delegación de “La Invencible”, con 96 preseas, obtuvo el primer puesto en el medallero de la competencia interprovincial disputada en Mar del Plata. El podio lo completaron Córdoba y Río Negro. Los deportistas santafesinos, que compitieron en 36 disciplinas, habían sido elegidos tras participar de todas las etapas de Santa Fe en Movimiento.
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