Este año el Padre Emmanuel Tropini, Vicario de la Parroquia Santa Rosa de Lima de Villaguay, se sumó a más de un centenar de peregrinos a cruzar la cordillera a pie demostrando la fe Mariana. En un descanso en el paraje Las Cuevas, en diálogo con Mirador Entre Ríos a través de WhatsApp, comentó el recorrido que comenzaron a realizar desde el lunes 16 de enero.
“Estamos a muy poca distancia del Cristo Redentor para luego incursionar en el paso hacia Chile”.
El sacerdote oriundo de Viale, cuando estuvo cumpliendo la misión religiosa en ciudad de La Paz, dejó su recuerdo no solo por su intensa actividad pastoral, que ahora lleva adelante en Villaguay, sino por su participación en el famoso Triatlón Internacional. En aquella oportunidad un grupo de vialenses concurrió para alentar a su representante.
Del recuerdo histórico de la epopeya realizada por el General José de San Martín y sus soldados, que en aquellos tiempos parecía irrealizable, en diversas ocasiones y de distintas maneras muchos han tratado de imitarla, en especial a caballo, cubriendo inmensas distancias en esa travesía tan especial.
En marcha
La salida fue desde la ciudad de Mendoza y el destino es Bellavista, pasando Santiago de Chile, con un recorrido aproximado de 415 kilómetros que recorren los peregrinos con el nombre de “Cruzada Mariana”. La travesía está organizada por la juventud masculina del Movimiento de Schoenstatt, cuyas edades van desde los 18 a los 30 años. Entre ellos participan algunos sacerdotes y seminaristas.
El objetivo a alcanzar tiene una duración de 16 días, con llegada el miércoles 1 de febrero al Santuario de Schoenstatt en Bellavista, Chile. En el contingente caminan peregrinos de varios países porque se ha organizado de esa manera en cada uno de los lugares con grupos de chicos de Argentina, Paraguay, Brasil y Chile, también va un seminarista de México y uno de Suiza.
El sacerdote entrerriano mencionó que “no es la motivación principal revivir el paso de los Andes por San Martín, pero vemos en el camino las referencias que aparecen sobre el ejército. Ese deseo de nuestro Héroe sobre liberación está presente junto a nuestra comunión. Es otro tiempo junto a nuestros hermanos de Latinoamérica que peregrinan junto a ese deseo de renovación y junto a los ideales de los grandes que han marcado nuestra patria”.
Cumplen la peregrinación jóvenes de Argentina, Paraguay, Brasil, Chile, México y Suiza.
“El martes, de esta semana que finaliza, estuvimos pasando frente al Cerro Aconcagua, el más grande de la cordillera, con toda su maravillosa magnitud y con un paisaje que va quedando en cada uno de nosotros de manera inolvidable sorprendiéndonos a cada paso por el mensaje de la creación. Todo esto nos revela la importancia de conocer nuestro país a través de sus bellezas y desde la fe este desafío de la peregrinación y su recorrido también nos llena el alma”.
Agregó que “la delegación está compuesta por 110 personas y estamos haciendo el recorrido muy fortalecidos por la fe, las oraciones y también el intercambio que este tipo de convocatorias propone en los lugares donde se realiza un descanso para tomar fuerzas y continuar. Es una experiencia muy enriquecedora desde el punto de vista espiritual y humana”.
Hay chicos que participan con grupos conformados de otras experiencias y el resto se van conociendo, no solo extranjeros sino de distintos lugares de nuestro país como Paraná, Rosario, Tucumán, Córdoba, Buenos Aires, Mendoza y Bahía Blanca lo que genera una interesante convivencia.
“Una experiencia de finitud”
“Es una gracia de Dios que debemos interpretarla como una oportunidad para pensar y repensar. Caminamos rodeados de lo imponente y la creación nos demuestra lo pequeño que somos, sin embargo, debemos pensar cuánto podemos hacer cada uno, junto a los demás para cambiar y generar una empatía que nos permita mirar con el deseo de ayudar para llevar la palabra del Creador a quienes se sienten desalentados en este mundo complejo”, manifestó el sacerdote.
El lema elegido en esta peregrinación es “Peregrino de Los Andes, levanta la mirada” y en relación a esto el Padre Tropini explicó que “es levantar la mirada a las cosas celestiales, a las cosas de Dios para no quedarnos solamente en las realidades terrenales sino con fe, esperanza e ideales. Algo que trabajamos mucho son los valores y aspiración a las grandes cosas de la vida. No conformarse con lo pequeño, sino luchar por las convicciones que están relacionadas con todo esto”.
Sobre la experiencia el sacerdote dijo: “Acá es de finitud, además de lo reconfortante del paisaje tan hermoso, con estas montañas enormes eso nos ubica para comprender que somos un pequeño punto en la gran creación”.
En otro pasaje del diálogo el religioso comentó: “Vamos pasando por distintos momentos y circunstancias cuando la caminata se hace muy dura con un promedio de unos 25 kilómetros por día, en algunos hicimos 32 kilómetros y con el sol, las ampollas en los pies y algunos dolores se pone complicado e incluso incómodo. Vamos parando en distintos lugares, algunos con mayores posibilidades como escuelas y destacamentos militares o en este caso en galpones de ferrocarriles que están abandonados. Hace mucho frío, sin nieve en el recorrido, pero sí en la parte alta de los cerros”.
“Hay muchos momentos de contagiante alegría, porque la mayoría son jóvenes y participan mucho en la oración, los cánticos y la misa diaria. El clima es espiritual pero también hacemos guitarreadas y como hay chicos de otros países se habla de fútbol y están presentes las costumbres de esos lugares, algunas que conocemos y otras que las vamos aprendiendo en el intercambio de cada día, en un clima de maravillosa comunión”, definió.
Historia
En el marco de la celebración del jubileo del 31 de mayo de 1999 se realizó en Bellavista, Santiago de Chile, un encuentro internacional de la Juventud Masculina del Movimiento de Schoenstatt llamado Pentecostés Joven. Como programa previo se realizó una peregrinación a pie desde el Santuario de Mendoza, cruzando la cordillera de los Andes a través del paso del Cristo Redentor.
El sentido de la peregrinación fue expresar en un gesto simbólico el significado y la magnitud del acontecimiento que se iba a festejar, y esto de una manera propia de la Juventud Masculina. Ese mismo camino fue el que vio marchar al Ejército Libertador de José de San Martín y Bernardo O’Higgins y allí comenzó la independencia de estos pueblos.