Durante el verano de 1998, más precisamente el martes 17 de febrero, Irina Montoya (25) y María Dolores Sánchez (18), dos chicas de Chañar Ladeado, partieron desde Rosario a dedo hasta Comodoro Rivadavia, adonde se había mudado la familia de la más joven. Viajaban de mochileras hacia el sur del país para conocer al sobrino de María Dolores que había nacido pocos días antes, pero en un paraje de Bahía Blanca fueron víctimas de un brutal ataque por parte de un custodio de seguridad que se ofreció a llevarlas en su auto.
Ambas fueron asesinadas el 18 de febrero de 1998 en el camino de acceso a García del Río, a metros del kilómetro 36 de la ruta 33, por Eduardo Fermín Eliçabe (43), quien fue condenado por la justicia a la pena de reclusión perpetua, aunque años más tarde, beneficiado por el artículo séptimo de la ley 24.390 (más conocida como del “2 por 1”), recuperó la libertad.
En la memoria y el corazón siempre. Mari y Ramón Montoya, los padres de Irina, durante el reconocimiento en Chañar Ladeado.Foto: Comuna de Chañar Ladeado
Este 18 de febrero, se cumplieron 25 años de ese brutal femicidio y fue precisamente en Chañar Ladeado (departamento Caseros) donde se recordó a Irina, debido a que es el lugar donde reside su familia y donde descansa su cuerpo. María Dolores, en cambio, está desde el asesinato en el cementerio de Comodoro Rivadavia, cerca de sus seres queridos.
Para el homenaje de Irina, se llevó a cabo el descubrimiento de una placa conmemorativa en la plaza 25 de Mayo, que fue bendecida por el Padre Juan Carlos, al mismo tiempo que se encendieron 25 velas. “La Comuna acompaña a familiares y amigos y reconoce su incansable lucha. A 25 años de este trágico hecho, desde la comunidad de Chañar Ladeado seguimos pidiendo ¡justicia! ¡Ni una menos!”, postearon desde el gobierno de esa localidad.
Un viaje sin destino
Las dos chicas de Chañar Ladeado, que estudiaban Trabajo Social en la Universidad Nacional de Rosario, llegaron en la madrugada del 18 de febrero de 1998 desde Santa Fe en un camión a una estación de servicio ubicada sobre la ruta que conduce hacia Guaminí, al sudoeste bonaerense.
Desde allí, y en medio de un fuerte temporal, siguieron su travesía en un auto, pero el viaje terminó en tragedia. Horas después, sus cuerpos aparecieron en un camino de tierra.
Por la mañana, un tambero que pasaba por el lugar encontró los cuerpos. Dolores tenía un disparo en la espalda y otro en la cabeza. Irina, que aún agonizaba, había recibido un balazo en la nuca. Finalmente murió en el Hospital Penna de Bahía Blanca. A las dos les dispararon por la espalda.
El asesino, Eduardo Fermín Eliçabe, custodio de una agencia de seguridad que vigilaba camiones en tránsito, se ofreció a llevarlas a Bahía en su Fiat Duna Weekend, aunque 36 kilómetros antes del destino, por la ruta 33, se desvió hacia el camino a García del Río para consumar el peor final. Allí detuvo el auto, violó a Dolores y las mató a las dos.
Conspiraciones e inocencia. El asesino, Eduardo Fermín Eliçabe, siempre se despegó del caso y hoy vive en libertad en el sur del país.Foto: Archivo
Fue a la cárcel con la pena de reclusión perpetua, aunque beneficiado por el famoso “2 por 1” recuperó la libertad antes de tiempo.
Como si nada
Mientras la lluvia borraba todas las posibles pistas en la escena del doble crimen, Eliçabe partió rumbo a su casa de Bahía Blanca. Llegó alrededor de las 6.30, escondió una cámara de fotos que le robó a las jóvenes y la Beretta calibre 6.35 que usaba para su trabajo. A la pistola la puso en el interior de un parlante.
Miró un rato de televisión y se acostó junto a su mujer. Antes de cerrar los ojos, le acarició la panza de embarazada de ocho meses. A la mañana siguiente, cuando ya gran parte del país hablaba de las mochileras, Eliçabe pasó por la Comisaría a contar una extraña historia de que las jóvenes podrían ser correos de la droga. De hecho, tiempo después, ya condenado, vinculó a la empresa para la que trabajaba con el tráfico de drogas.
Sin embargo, los testimonios clave fueron los del mozo que habló con las chicas, Carlos Lemos, y del camionero, Ricardo Acuña, quien había intercedido para que el hombre las llevara. El domingo 22 de febrero la Policía allanó el domicilio de Eliçabe. Encontraron la pistola usada y la cámara de fotos Olimpus Stylus. El auto había sido lavado en su interior por lo que era complicado encontrar huellas.
El hombre que trabajaba como seguridad fue detenido, y a partir de allí empezó un derrotero de contradicciones. Hasta habló de una confabulación en su contra de policías, jueces y patrones. Pero nada prosperó. Las pruebas eran contundentes, como el ADN encontrado en el cuerpo de la joven abusada.
Condena, a medias
Ni el camionero Acuña, amenazado y “suicidado” meses antes, ni el mozo estuvieron presentes en el juicio que se realizó en marzo de 2000. Allí Eliçabe fue condenado a reclusión perpetua, en medio de insultos y llantos de los familiares de las jóvenes. Entre los presentes estaban los padres de José Luis Cabezas. Es que el abogado Alejandro Vecchi, quien intervino en el caso del fotógrafo asesinado, representó a las familias de las mochileras.
Los jueces encontraron culpable a Eliçabe de “violación, homicidio doblemente calificado reiterado y tenencia de munición de guerra”. El tribunal aplicó la pena máxima, que incluyó la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado, lo que determinaba que el condenado tendría que cumplir cerca de 25 años de prisión efectiva antes de estar en condiciones de solicitar la libertad condicional.
Sin embargo, y pese a que la pena fue confirmada por la Suprema Corte, el 30 de diciembre de 2010, pasadas las 17 horas, el asesino salió en libertad condicional favorecido por una caprichosa interpretación de la ya derogada ley del 2 x 1.
Tras un paso por una estancia familiar en Coronel Rosales, Eliçabe se fue a vivir a Mar del Plata, se convirtió en marino mercante y pasó varios años mar adentro contratado por una empresa pesquera. Según contó en 2018 el diario La Nueva, que logró hablar con él, por razones laborales se trasladó a Comodoro Rivadavia, paradójicamente la ciudad que era destino de las mochileras.
Seguía hablando de conspiraciones e inocencia.
Con información de Fernando Delaiti (agencia DIB); La Nueva (Bahía Blanca); Clarín