Pasado el mediodía de este lunes 6 de marzo, luego del velatorio y entierro de Máximo Geres, el niño de 11 años que fue asesinado de un tiro en el pecho durante una balacera en la zona de Los Pumitas, al este de barrio Empalme Graneros, casi un centenar de personas incendió una moto y derribó al menos 3 viviendas que fueron apuntadas como lugares de venta de droga (búnker). La policía intentó disuadir a los manifestantes, lanzando gases lacrimógenos y balas de goma.
Muchos de los presentes intentaron hacer justicia por mano propia, lanzando ladrillos y botellas contra una vivienda y sacar del lugar a un vecino, ante las cámaras de televisión de varios canales que estaban en la zona.Foto: Télam
Lo que terminó siendo una especie de pueblada se fue gestando a medida que pasaban las horas y los residentes del barrio iban a darle el último adiós a Máximo. Pasado el mediodía, cuando finalmente enterraron sus restos, casi un centenar de vecinos fue hasta la zona de Cabal al 1300 bis para intentar derribar una casa en construcción en la que, según señalaron, vive una persona que vendería drogas en el barrio y que era el objetivo de la balacera que se cobró la vida del pequeño.
Si bien en el lugar hubo varios coches policiales en el horario del velatorio, realizado en el club Los Pumas, llamativamente, cuando los vecinos de la zona protagonizaron la pueblada, la mayoría se había ido, al menos de ese sector del barrio. Muchos de los presentes intentaron hacer justicia por mano propia, lanzando ladrillos y botellas contra una vivienda y sacar del lugar a un vecino, ante las cámaras de televisión de varios canales que estaban en la zona.
En un momento se escucharon varios disparos y luego apareció personal policial, que lanzó gases lacrimógenos y balas de goma contra la gente que intentaba llegar hasta al menos una vivienda.
Varios de los manifestantes tomaron mazas y distintos objetos contundentes, entre ellos un hierro que supo ser el sostén de un canasto para depositar basura y derribaron la pared de ingreso a la vivienda del presunto vendedor de drogas, aprovechando que había un agujero tapado con cerámicos sin revocar.
Luego de varios minutos volvieron al lugar patrulleros de la policía provincial y también del grupo Giri (Grupo de infantería de respuesta inmediata), para intentar calmar a quienes estaban protestando en plena calle e intentando derribar la vivienda. Algunos uniformados lograron sacar al hombre apuntado como narco, en medio de puteadas, y luego, muchos de los presentes derribaron 3 viviendas ubicadas a pocos metros una de otra, señaladas como punto de venta de drogas. También sacaron todo lo que había en su interior, incluidos varios electrodomésticos, muebles y ropa.
Los vecinos destruyeron y saquearon los búnkeres.Foto: Télam
La policía halló en las viviendas que fueron derribadas por los vecinos varias armas de fuego, entre ellas una pistola ametralladora. Además, detuvo en forma preventiva a al menos 3 personas.
Investigación
Mientras eso ocurría en el barrio, en la sede del Centro de Justicia Penal de Rosario, el fiscal en turno de la Unidad de Homicidios Dolosos, Adrián Spelta, señaló que en base a los primeros datos recabados en el marco de la investigación del crimen del menor, el ataque a tiros se dio en un contexto de “disputa en el barrio que está vinculada a dos bandas locales, una que se dedica al narcomenudeo en el lugar y otra que quiere ganar el territorio”.
Según Spelta, fue en ese enfrentamiento en el que fueron atacados los niños “que nada tenían que ver con la pelea. Realizaron gran cantidad de disparos en toda la cuadra y la verdad es que se han corrido ciertos límites o códigos que se venían teniendo”.