El 5 de marzo de 2003 a las 21 horas el corazón de don Miguel David Mesegué se apagó para sus conciudadanos de Barrancas, en el departamento San Jerónimo siendo presidente comunal en ejercicio de sus funciones. Tenía 77 años.
Justamente, su paso por la administración pública no fue ignorado ni mucho menos. Barrancas lo recuerda todos los años a partir de ese momento, y además, por varios motivos fue un ejemplo digno de imitar en el mundo político. Nunca cobró sueldo, siempre vivió de su actividad privada, nunca hizo ostentaciones políticas y ni siquiera hacía campaña antes de cada renovación comunal, cada dos años. Además usaba su auto particular para la actividad gubernamental, entre otras cosas.
Acto en homenaje
En este caso frente al galpón de la Comuna -que gobernó entre 1965 y su muerte durante más de 30 años con una pequeña interrupción en el medio- se descubrió un mural para inmortalizarlo más aún y que las generaciones actuales conozcan sobre su obra y su legado moral y ético.
“Algo me debe querer este pueblo” reza en ese mural una famosa frase que lanzó en una entrevista y que lo acompaña desde entonces. En esa pintura hecha en esa pared está desde ahora su figura, y la fecha alusiva que se recordó en esta ocasión: los 20 años de su fallecimiento. Con la presencia de uno de sus sucesores, Jorge Calvet, de funcionarios, el senador Dr. Leonardo Diana, referentes del Partido Demócrata Progresista al que siempre perteneció, vecinos, familiares, allegados y amigos, se hizo un acto para inaugurar la pintura pública y recordarlo con el cariño que se ha ganado. Luego en el cementerio se le depositó una ofrenda floral.
El mural fue una iniciativa presentada por Manuela Fernández (Museóloga y Gestora Patrimonial) y el trabajo fue realizado por el artista Fernando García.
Una famosa entrevista
Mesegué, conocido como Don Tito, casado con María Teresa Novau, fue integrante ya de la Comisión de Fomento en 1946, afiliado histórico del PDP y admirador de Lisandro de la Torre. Recordamos un extracto de la entrevista que para el diario La Nación le hiciera José Enrique Bordón en 1998 a Mesegué en la cual deslizó la famosa frase que hoy lo recordará para siempre en el mural.
-¿Cómo vive un funcionario sin cobrar sueldo y aportando su coche al servicio de la Comuna?
-Vivo muy austeramente. Tuve que dejar una panadería de mi padre, pero sigo con campos de mi propiedad y de mi familia. Económicamente tengo lo suficiente, aunque vivo en la casa que perteneció a mi padre. Nada de lujos. Así me enseñaron: que aún ocupando cargos públicos uno debe vivir del esfuerzo propio...
-¿A qué obedece este tan prolongado tiempo al frente de la comuna?
-Algo me debe querer este pueblo, porque nunca hice campaña electoral antes de una elección. Soy un vecino más, ando con tranquilidad por las calles, sin hacer ostentación de mi cargo. Por eso nunca me tomé vacaciones...
-Parece un episodio sacado de una película surrealista...
-Eso lo dice usted. Considero que no es un gran mérito personal actuar de esta manera, sino que es lo que corresponde. ¿O será que el país está en una decadencia ética tal que esto que hago tiene un valor que yo mismo no le doy?
-Cambiando de tema ¿conoció a Lisandro de la Torre?
-Él fundó el pueblo. Mi padre se carteaba a menudo y conocí su ética. Era de los demócratas progresistas con mayúscula, cuando el partido tenía valores morales. Eso para mí es lo rescatable. En cuanto a mí, nunca me gustó fracasar en la vida. Claro que no soy un hombre perfecto: errores he cometido.