Si hay una semana distinta en Rosario es la antesala al clásico entre Central y Newell’s. El pulso de la ciudad se acelera, las horas pasan más rápido y en noventa minutos se define quién tendrá un semestre tranquilo y quién sufrirá las consecuencias de caer ante el rival de siempre.

A pesar de que en el fútbol (y en la vida) son pocas las cosas que se pueden elegir, sin dudas, que, de poder hacerlo, en Arroyito no hubieran preferido otro momento que este para disputar el clásico.
El equipo que dirige Miguel Ángel Russo viene de menor a mayor en la Liga Profesional, enlaza dos triunfos consecutivos y demostró claras mejorías en el funcionamiento colectivo.

La presentación del viernes ante Gimnasia fue una exposición de madurez de un plantel que se hace muy fuerte de local, pero ahora sostenido ya no solo por el clamor de su hinchada, sino también por aspectos técnicos tácticos.

La recuperación del poder de gol de Alejo Véliz, que lleva tres tantos en los últimos dos juegos, es una gran noticia para un conjunto que parecía no encontrar la fórmula exacta para lastimar las redes contrarias.

El pibe del Sub 20 sabe lo que es ser héroe en un clásico ya que fue el autor del grito con el que los auriazules se impusieron en el último enfrentamiento entre ambos, en julio del año pasado, por la novena fecha de la Liga Profesional.

Russo va del 5-3-2 al 4-4-2 con una naturalidad total y eso los jugadores lo asimilaron de gran manera, demostrando flexibilidad e inteligencia para leer lo que pide cada partido.
A Central le gusta jugar los clásicos. Las estadísticas le dan todas a favor ya que, de los últimos veinte emparejamientos, apenas cayó en dos oportunidades, ambas en el Gigante de Arroyito.
Así como alguna vez en la historia estuvo más de 20 años sin ganar en el Parque, ahora lleva 13 sin caer ante el rojinegro en su propia casa. La última fue en 2008 cuando perdió 1-0 con gol de penal de Rolando Schiavi.

Por si esto fuera poco, Russo como DT nunca perdió un clásico contra Newell’s y tiene números sorprendentes en el mano a mano, ya que en los distintos equipos que dirigió consiguió 29 de los 33 puntos posibles que hubo en juego (como entrenador de Racing, Estudiantes, Central, Vélez y Boca) con nueve victorias y dos empates.

Más allá de las estadísticas, lo concreto es que el buen momento que atraviesan los canallas ilusiona a los hinchas que saben que sumar una nueva victoria en el partido más importante del semestre los puede colocar definitivamente como serios animadores del torneo y, porqué no, pelear por algo más que hacer solo una buena campaña.

En lo estrictamente futbolístico, el cuerpo técnico tiene a todo el plantel a disposición, lo que les da la tranquilidad de elegir el mejor once para el domingo a las 16.30.

Seguramente la duda que quedará planteada durante la semana será si, como viene sucediendo en los partidos como visitante, el entrenador plantea nuevamente la línea de cinco defensores o mantiene a los mismos titulares que vencieron al Lobo.

El nivel exhibido el viernes en el segundo tiempo indicaría que no serían necesarias las modificaciones, aunque está claro que no es el mismo nivel de exigencia el que le propuso Gimnasia que el que podrá enfrentar en el clásico, más allá del mal momento de su adversario de siempre.

Central espera el duelo del fin de semana sin dormirse en los laureles, pero sin presión y eso es una gran ventaja que ha sabido aprovechar en el último tiempo. Jugará con la tranquilidad de los resultados y el aval del rendimiento.

Con la naturalidad de un entrenador que tiene mil batallas y no se sube a ningún exitismo, mucho menos en una previa.

Los canallas quieren seguir marcando diferencias en el historial, pero sobre todo quieren instalarse definitivamente como un equipo sólido, que sabe lo que quiere y de a poco lo va consiguiendo.