El punto debe ser de partida. y si así ocurre, con el tiempo se valorizará más. Unión mostró una cara diferente y allí radica lo más importante del empate sin goles que cosechó ante Tigre en Santa Fe, por la 12da. fecha del torneo de la Liga Profesional, que marcó como mojón el debut oficial de Sebastián Méndez como nuevo entrenador.
Matemáticamente no significa demasiado, porque modifica muy poco la pobre campaña que viene realizando hasta aquí el equipo “tatengue”. Ni siquiera le sirve para abandonar el fondo de la tabla, una situación en la que ningún conjunto quiere verse aunque todavía falte mucho camino por recorrer.
Pero este nuevo ciclo comenzó con algunos aspectos positivos que apenas debe ser la línea de largada y no la de meta. Seguramente así lo entienden los propios protagonistas.
Con pocos días en Santa Fe y en consecuencia apenas un puñado de entrenamientos en el haber, Méndez tomó algunas decisiones claras para el armado de su primer equipo. Apeló al regreso de algunos experimentados como Piris y Corvalán en la defensa y regresó a un dibujo táctico que este plantel conoce porque lo trabajó durante toda la pretemporada con Munúa, aunque en algunas oportunidades el uruguayo lo abandonó. En ese plan, repartió la mitad de la cancha entre Roldán, Aued y Juárez y se la jugó con una línea de ataque que privilegie la explosión y velocidad, sin una referencia clara para los defensores rivales, con Machuca -regresó tras cumplir la sanción por su expulsión en el partido frente a River- por la derecha, González por la izquierda y Luna Diale ocupando el rol de falso nueve.
Tigre no contó con su goleador Mateo Retegui, el naturalizado italiano que ya convirtió con la “camiseta azzurra”. Además, su entrenador Diego Martínez -durante varios días en boca de todos los medios de Buenos Aires por un supuesto interés de Riquelme para que se haga cargo del banco “xeneize”- guardó a varios de sus jugadores habitualmente titulares pensando en que el jueves deberá jugar en Colombia ante el Deportes Tolima por la Copa Sudamericana, donde debutó con derrota como local frentea San Pablo.
Cuando la pelota comenzó a rodar Unión se abalanzó sobre la posesión de Tigre y levantó los primeros aplausos de su efusivo entrenador. Señal de que fue la orden y el sello que le quiere imprimir el DT a su equipo. Si bien no fue la constante de la primera mitad, sí la virtud que tuvo el local en sus instantes de predominio sobre el rival.
Frente a los arcos no ocurrió demasiado aunque las primeras claras fueron para Unión. Antes de los 10 minutos llegó una pelota larga de Corvalán para la carrera de González, que aceleró como un rayo y frenó a cero para hacer pasar de largo a su marcador y cuando quedó de frente al arco sacó un buen remate que obligó a Marinelli a estirarse para mandarla al córner.
Fue el primer intento profundo del “tatengue”, que volvió a merodear el gol apenas pasado el cuarto de hora. Porque Juárez fue vivo para capturar un mal rechazo del fondo visitante pero después no pudo definir bien ante la rápida salida de Marinelli y en el rebote Luna Diale le dio incómodo y la tiró afuera cuando el arco ya estaba desguarnecido.
Tigre respondió con un par de córners en los que el laboratorio de Martínez, con mucho más tiempo de experimentar, le sacó ventaja al del “Gallego”. Primero Castro la envió con precisión al punto penal, Badaloni la bajó de cabeza y apareció solo en la puerta del área chica Leizza, que cabeceó a quemarropa una pelota que no se convirtió en el 0-1 por la providencial salvada de Mele. Y más tarde, desde la oreja contraria, el ex Colón encontró la cabeza de Luciatti que remató apenas desviado.
Fueron las pocas emociones que tuvo una primera mitad en líneas generales parejas, en la que se repartieron el protagonismo de a ratos. El rato de Unión mostró algunos flashes de los atributos que Méndez quiere explotar: intensidad, presión sobre el rival y explosión por las bandas. Y en ese rubro el equipo rojiblanco estuvo más incisivo por la izquierda, donde el “Rayo” González alternó buenas y malas pero siempre generó preocupación, que por la derecha, lugar por el que Machuca extrañamente no gravitó.
En contrapartida, el momento de Tigre también evidenció aquellas cuestiones en las que el “Gallego” seguramente pondrá el foco sin mayor pérdida de tiempo. Porque cuando el “Matador” logró mover con cierto criterio la pelota -fundamentalmente desde los pies del pibe de Boca Aaron Molinas- dejó ver algunos desacoples que no son nuevos en Unión y que ya le costaron varios partidos en este torneo.
El regreso de los vestuarios también mostró a un Unión ambicioso, procurando instalarse desde el comienzo mismo en campo rival. Tal es así que no tardó en poner la pelota en el área de Tigre.
El rojiblanco arrinconó a su rival, lo desbordó por las dos bandas y hasta le hizo tambalear el arco, con dos mano a mano que hicieron lucirse a Marinelli. Primero el arquero le ahogó el grito a González, que apareció en velocidad y definió al primer palo y luego se lo tapó a Luna Diale, que remató de manera deficiente tras quedar de frente al arco.
La supremacía local lo llevó al entrenador a buscar más presencia en el área y lo mandó a jugar a Vecino, en reemplazo de un Juárez que redondeó una buena actuación. Pasaba zozobras Tigre que no conseguía superar la asfixia “tatengue”. Por eso el técnico movió el banco y mandó a la cancha a jugadores como Prediger, Armoa y Colidio con la intención de comenzar a disputar más la pelota, que hasta los 20 minutos era propiedad casi exclusiva del dueño de casa. Consiguió así frenar un poco el ímpetu rival y con algunas conexiones entre Colidio y Castro también aproximarse al área adversaria.
Pero el dominio siguió siendo local y las situaciones de gol también. Como la que tuvo a los 34 minutos el recién ingresado Castrillón, que se encontró con la pelota picando en el área y la trió a la tribuna, o un buen disparo desde afuera de Machuca que sacó Marinelli con una buena volada porque se le metía junto a un palo. A propósito del “39”, su tarea creció en el segundo tiempo y en el último tramo, cuando Méndez lo mandó a jugar por la izquierda, fue profundo e hizo un buen tándem con Corvalán.
Unión lo buscó hasta el final aunque en los últimos minutos cayó preso de su propia desesperación en la trampa de Tigre, que hizo su negocio cortando el juego como pudo. Fue empate en definitiva, con gusto a poco desde lo numérico pero con otro semblante si se tiene en cuenta lo que fueron las últimas presentaciones y si se lo compara con la notoria mejoría que evidenció este domingo, fundamentalmente en los segundos 45 minutos.