En medio del brote de dengue que afecta a gran parte de la provincia, estudiantes de 14 años de la Escuela Estanislao López N° 337 de la pequeña localidad de Las Petacas, departamento San Martín, crearon pastillas ecológicas para repeler mosquitos utilizando plantas aromáticas y cartón reciclado.
Las tabletas son producidas en la materia Laboratorio de Ciencias Naturales por alumnos de segundo año del nivel secundario que tiene al frente a Mariana Echarri como docente. Todo es distribuido entre vecinos sin costo alguno.
“La ciencia apartada no sirve. La ciencia tiene que estar a disposición de la comunidad, de los problemas que vayan surgiendo y nosotros lo trabajamos de esa manera. Tratamos de captar problemáticas y, a partir de eso, pensar qué soluciones podemos dar”, destacó la profesora, en diálogo con este medio, convencida de los ejes que promueve.
Innovadores
Siempre son buenas ideas las que surgen de la Escuela Estanislao López de Las Petacas. En los últimos años el establecimiento educativo fue noticia por la creación de lápices aromáticos para personas con disminución visual.
También desarrollaron mapas con relieve escritos en braille. Antes de eso, habían desarrollado un observatorio astronómico móvil y hasta un banco de sangre. Y ahora llegó el turno de una nueva iniciativa: tabletas sustentables contra mosquitos en medio del brote de dengue.
Guiados por la docente Mariana Echarri y bajo su concepción de “la ciencia tiene que estar a disposición de la comunidad”, alumnos trabajaron sobre las posibilidades existentes y reales de desarrollar un producto sustentable desde lo medioambiental y lo económico.
“Hoy todo está relativamente caro y queríamos encontrar una solución que llegue a todas las familias. Fue así que nos pusimos a estudiar todos los repelentes naturales, considerando que la naturaleza está hecha para eso, es una cadena. Analizamos las plantas aromáticas y, por medio de cartón, preparamos tabletas que cuando uno las coloca en los aparatitos convencionales largan un aroma que ahuyentan a los mosquitos”, contó la profesora a cargo del proyecto.
Del patio a la cocina
En el propio relato del proceso productivo, la docente detalló cada paso desarrollado por los estudiantes hasta llegar al producto final. “Utilizamos las planchas de cartón que tienen el espesor de las tabletas comerciales para que entren en el aparato. Es materia prima que se consigue en cualquier lado. Preparamos, con las plantas aromáticas, una especie de caldo que dejamos estacionar y luego embebemos el cartón, le colocamos un colorante vegetal para darle un color verde y, una vez que están secas, les pasamos un aceite esencial de citronela. Las dejamos estacionar y quedan listas para usar. Desprenden un aroma que es muy agradable y totalmente natural, nada invasivo ni tóxico”, destacó.
El proyecto comenzó a gestarse en marzo, una vez comenzado el ciclo lectivo y en medio de una época donde la proliferación de mosquitos acechaba a toda la región. Al momento, de acuerdo a lo que explicaron desde el establecimiento educativo de la localidad de Las Petacas, llevan confeccionadas unas 300 pastillas.
La mano de todo un pueblo
La obtención de la materia prima para la producción no es nada compleja. Todo se obtiene a nivel local y lo utilizado se encuentra al alcance de todos.
“Las plantas aromáticas que usamos las sacamos del pueblo. Todos tenemos lavanda, eucaliptus medicinal, albahaca, menta. Siempre algún vecino tiene esas especies en el patio. Salvo el clavo de olor que compramos, el resto son hojas que la comunidad nos fue dando”, destacó sobre la colaboración de los habitantes de la localidad.
El aula como proceso de prueba
Antes de poner en circulación a nivel local el producto, fue necesario probar su efectividad. Y el aula fue el mismo laboratorio. Las pruebas se hicieron de manera interna. Siempre, en clase, había algún mosquito dando vueltas. Eso nos ayudó para tener la certeza si funcionaban las pastillas. Colocamos en una serie de oportunidades las tabletas en los aparatos y nos dimos cuenta de que se iban hacia el techo al tener todo cerrado, pero que buscaba escapar al exterior cuando abríamos una ventana”, contó Echarri.
Fines solidarios
Así, una vez finalizado el proceso productivo y con el producto final en mano, es momento de llevarlo a destino. De acuerdo a lo que especificó Echarri, los vecinos de Las Petacas pueden llevarse las pastillas sin costo alguno y dejan a consideración de cada uno algún tipo de colaboración para poder continuar con la fabricación.
“Había gente que quería dejar $ 500 o $ 1.000 por un paquete de tabletas. Nos parecía excesivo. Entonces establecimos un costo de 0 para quienes quieran ayudar para cubrir los gastos”, relató la docente.