“Le abrigue la infancia y lo hice feliz como le prometí”, con esta frase Cin Mandola comenzaba nuestra conversación, respiré muy lento y pensé que debía ser su oído.
Cintia Mandola, nació en la localidad de San Vicente Santa fe. Abogada, mediadora y actualmente se está formando como counselor y como acompañante en duelo. Mamá de León, un guerrero que llegó a esta vida para dejarnos una enseñanza.
Como el agua que se evapora, la sonrisa que se apaga, emigra la voz, llevándose las frases que posaban en nuestros labios, los recuerdos vuelven cada mayo, vuelve la ausencia de ese ser querido. La sociedad nos grita que callemos, irónico, ¿no?, nos gritan silencio, como si les temieran a las tinieblas, ausentes de coraje, la sociedad prohíbe hablar de la muerte, de los duelos, de las partidas.
Y uno se pregunta: ¿Uno se acostumbra a la ausencia? ¿A la partida? ¿A dónde van esas palabras que nunca pudimos decir?
Ese golpe con efecto, los días de fragilidad llegan y vuelve el dolor, pero también vuelve la fuerza interior que no sabemos que está, pero ahí yace. Esa fuerza innegable, ese abrazo al dolor, ese vínculo extrasensorial.
Cintia Mandola madre de León, quien fue diagnosticado de parálisis cerebral a sus 7 meses, y se fue de este plano el 6/3/2022 por causas ajenas a la patología. Cintia le abrigó la infancia y lo hizo feliz, y de su fortaleza y dolor nació su primer libro, “La historia de un guerrero”. No es casual que este libro haya sido parido con dolor y llantos, no es casual que nazca en mayo cuando león cumpliría seis años. Como tampoco es casual que nuestro encuentro haya sido fortuito, todo es causal.
Hablemos del dolor, de la muerte, de las discapacidades pero hablemos desde el amor, y desde el corazón.
León la historia de un guerrero
-¿Cómo transcurrís los días previos al lanzamiento oficial de tu libro “León la historia de un guerrero”? ¿Quién te incentivó a poner en palabras los sentimientos?
-Honestamente muy ansiosa y para ser sincera con temor. Hay cierta expectativa de los que me conocen, ya sea personalmente o de manera virtual, y eso me genera miedo a que no sea lo que esperan. Supongo que tiene que ver con ser mi primer libro, más allá de ser alguien que escribe mucho en redes.
La escritura siempre fue mi cable a tierra, desde chica escribía diarios íntimos, cuadernillos cuando fui más grande, y alguna vez un ensayo de libro con pensamientos a mis 17 años. Por muchos años deje, y León me reencontró con ese viejo amor. Creo que mi amor por él, la necesidad de visibilizar la discapacidad, y hoy el duelo por su partida, estos dos últimos, son temas de los que no se suelen a hablar, me llevaron a escribir nuevamente.
Sobre la discapacidad comencé a escribir en una comunidad llamada NUESTRO PIE IZQUIERDO, que tiene a Kiki a la cabeza, y donde nos da la posibilidad a todos de contar nuestra historia. Es un espacio destinado a visibilizar la parálisis cerebral, buscando hacer puente también entre quienes lo necesitan. Escribí muchos posteos, y fue y es un lugar lleno de personas hermosas que me acompañaron mucho este año.
Allí conocí a Pau, mamá de Juani, y dos peques más (uno en camino) con quien hoy damos talleres virtuales para acompañar a padres de niños con diversidad funcional.
Y en cuanto al libro, siempre soñé con escribir uno, nunca pensé que sería sobre mi hijo. Amigas, mi mamá, mi papá son los que a menudo me decían tener que escribir, mientras que yo sentía que no tenía nada para contar, pero un día sin pensarlo cuando llegue del cementerio, un fuego interno me llevó a abrir la computadora y escribir.
-¿Cómo fue el proceso de escritura y de elección de la tapa?
-En noviembre de 2022, una tarde, comencé escribir y no pare. Al día siguiente de comenzar, veo en mi Instagram la publicidad de tres editoriales y una me llamo la atención. Mire los libros recomendados y un texto que había transcripto allí sobre uno de ellos, me confirmo que ese era el lugar. Tiene que ver mucho con experiencias que me fueron pasando durante este proceso de duelo.
El texto decía: “León, ¿ya vas a contarme cómo es que nos conocemos de otras vidas?
– De otras vidas no, Lyra… nos conocemos de toda la existencia. A través de memorias estelares y revelaciones terrenales, Lyra revivirá un amor más allá de lo físico”. Yo sentí que me hablaba a mí.
En enero, tímidamente me animé a preguntarles como era el proceso, y cuando me di cuenta ya estábamos en medio de esta aventura. Fueron 5 meses desde que comencé a escribirlo hasta que estuvo listo.
En cuanto a la tapa, mi idea era una foto nuestra. No la que resultó elegida. Esa la envié entre tantas para el interior, y cuando me envían el diseño y justifican la elección sentí que era esa. De hecho esa foto, que pertenece a una sesión que ganamos con Flavia Taborda (fotógrafa de mi localidad), siempre me llamo la atención. León tenía 8 meses. No lo puedo explicar con palabras, pero cuando llegue del cementerio aquel 6 de marzo de 2022 y la vi sobre mi mueble, sentí que describía ese momento. La calma del León.
-¿Cuáles fueron esas primeras dudas que surgieron en este proceso de escritura?
-Primeramente si iba gustar. Más allá de que era parte de mi proceso, también buscaba acompañar a las familias que transitan lo mismo, hacer que quienes no están atravesados por la discapacidad sepan un poco lo que sucede puertas adentro y me daba (y da) miedo que fracase. De todos modos, seguí adelante convencida de que lo hacía como parte de una necesidad mía y en el peor de los casos quedara cumplido mi sueño de publicar un libro, aunque solo unos pocos lo lean, o no guste.
Cuando lo envié, tenía miedo de haberme olvidado de cosas importantes por contar, pero creo que lo que quise transmitir está.
En el final del proceso comprendí también que lo que busco es que León trascienda. Lo natural es que los hijos nos trasciendan a los padres, y en mi caso este libro es el modo que encontré de que suceda eso aun cuando yo ya no este. Que donde este ese libro, pase de padres a hijos, y perdure en el tiempo. Que se sepa dentro de muchos años que hubo un León que me enseño de qué se trata la vida en realidad. Que no quede encapsulado en sus cinco años.
¿Cómo se sobrelleva la ausencia de León?
-Sin lugar a dudas es el dolor más grande que alguien puede sentir, la tragedia más cruda, anti natural y cruel que alguien puede transitar.
Tuve momentos de sentir que me moría con él, de hecho una parte mía se fue con él. Acá quedó una parte de mi corazón tratando de latir, pero gran parte de mí se fue con él. La mirada ya no es la misma, la sonrisa tampoco, yo no soy la misma claramente.
Los primeros meses fueron desgarradores, el cuerpo dolía, no me soportaba, no quería ser yo. Sentía que no tenía resto para seguir. Que la vida me pesaba. El mundo iba a una velocidad que me agotaba. Nunca intente seguir el ritmo del mundo de nuevo, pero de solo verlo me agotaba.
Sin embargo siempre tuve claro que para él, fue lo mejor, que fue su decisión y eso no me permitió enojarme pero si me sentí morir. Mi motor, mi coequiper no estaba.
Muchas veces tuve que volver a empezar pero siempre estaba él, esta vez estaba pero de otro modo, y dolía y duele mucho.
Hoy a 14 meses de su vuelo, el dolor sigue, puedo llevarlo de otra manera pero por dentro sigo rota en un millón de pedazos, y todo lo que hago siempre se vincula a él. Creo que es mi manera de mantener viva una lucecita para seguir.
Sigo teniendo momentos donde la angustia vuelve, otros donde la llevo mejor, pero siempre está y estará la herida.
-¿Cómo fue acompañar a tu hijo hasta el lumbral de su partida?
-Fue repentina y abrupta su partida. Fueron tan solo dos días casi, al comienzo no pensé que ese sería el desenlace, porque nada hacía pensarlo, pero hubo un momento en que si lo sentí.
Cuando la situación se complicó, pese a que los médicos tenían más fe que yo, yo sabía lo que estaba pasando y lo que iba a suceder. Era cuestión de horas. Lo intuía.
Por protocolo me tocó estar sola detrás de la puerta de terapia, pero con un batallón de personas del otro lado del teléfono sosteniendo, mi familia, mi novio y amigos afuera de la clínica.
Cuando me dijeron que lo debían inducir a coma, solo pude pensarlo y decirle LO QUE VOS DECIDAS ESTA BIEN. A los pocos minutos me dijeron que su corazón se apagó.
Le dije eso porque sabía lo que se venía después y no quería atarlo a una vida infeliz. Por lo que si él quería pelearla yo iba a estar a su lado como siempre, acompañándolo, pero si su cuerpo y su alma estaban cansados, lo entendía. No me podía permitir por puro egoísmo atarlo a mí.
Cuando los médicos me dieron la noticia, los tres lloraban. Solo pude decirles que les agradecía enormemente lo que había hecho porque yo vi cómo se rompieron el alma en esas horas. También les dije que ellos no me conocían, pero que yo lo había dado todo por él durante cinco años y en ese momento si bien estaba destrozada porque mi vida se acababa de romper por completo sentía la paz de haberlo hecho todo. Sobre todo lo hice feliz.
Creo que no podían entender como les podía decir eso, habrán pensando que no caí, pero tenía muy claro lo que estaba pasando. Mi vida se había derrumbado en ese instante.
-Hay un miedo latente a la muerte, pero también existe un vínculo después de la misma. Una relación espiritual ¿coincidís?
-Siempre sentí que la vida de León seria intensamente corta. No porque ese fuera el pronóstico de su patología, pero algo en mi lo decía.
No viví pensando en eso, no tenía miedo y aunque lo tuviera iba a suceder cuando fuera el momento.
Cuando sucedió me pasaron experiencias hermosas que reconfirman que la muerte no es el final como yo siempre pensé. Experiencias que no llenan pero que mantienen la esperanza de que nos vayamos a volver a encontrar.
Estas cosas que me sucedieron van desde mensajes por medio de alguien que tiene esa sensibilidad para recibirlos, hasta frases en la tele o canciones que aparecen cinco minutos después de que las dedico a él en redes. Las mismas, exactas.
Tres puntuales que recuerdo ahora fueron:
La noche previa a su primer cumple pos partida (10 de mayo) me quede dormida llorando muy temprano, con el tele prendido, y a las 12.10 de la madrugada me despierta una publicidad con la canción de Bartolito, de la granja de Zenon. Esa canción era amada por León y ese horario siempre era en el que me solía despertar y escribirle algo en redes mientras lo veía dormir.
La noche previa a cumplirse un año de su partida, subí un texto a mis redes y al final la frase: No muere quien no se olvida. Cinco minutos después en la tele, haciendo zapping quedo en un programa donde entrevistaban a alguien, ella estaba hablando de la muerte de su padre y dijo: Lo extraño siempre pero mi abuelo LEÓN siempre me dice NO MUERE QUIEN NO SE OLVIDA.
Luego en uno de los primeros programas de Fer Dente estuvo Nahuel Pennissi. Cantó Universo Paralelo, tema que escuchamos todo el viaje en nuestras últimas vacaciones con mi novio y León. La escucho y lloro asi que llore por supuesto. Al terminar Nahuel dice déjame mandarle un saludo a mi amigo LEÓN.
Puedo estar loca, sí, pero elijo creer. Creer que es su modo siempre de hacerme saber que está. De hecho siempre sentí que nuestro vínculo iba más allá de todo, siempre tuvimos una conexión enorme. Claro que toda mamá lo debe sentir pero es tremendo lo que siempre hubo y hay.
-¿Por qué crees que la sociedad no permite que seamos vulnerables ante un duelo?
-Porque hablar de dolor incomoda, no es marketinero. Cuando alguien está frente a otro que le cuenta algo doloroso, siente que tiene que hacer o decir algo, y la realidad que no es así. A veces con estar en silencio basta. Y se suele responsabilizar al doliente de que se aleja. El doliente solo está tratando de hacer lo que puede con lo que le paso.
Además hay una tendencia a que todo tiene que ser hermoso, todos debemos ser felices, si algo malo te sucede hay que seguir, te suelen decir “Bueno ya está, ya paso” “Hay que seguir, dale” ‘Todavía estás mal?”. Los proceso pareciera que hay que hacerlos rápido.
La realidad no es así. Por eso hay muchas personas que no encuentran un espacio donde expresarse, se reprimen y terminan prologando procesos eternamente.
Considero que hay que darse espacio para sentir, para procesar, para dejarse atravesar por el dolor y todas las emociones que algo nos genera. Es la única manera de poder seguir. Permitirse que algo duela, no es anclarse en el dolor, es dejarte atravesar, para integrarlo a tu vida.
-¿Quedó algo sin decir entre vos y León?
-No tengo pendientes con él. Esa es mi paz en medio de este dolor.
Cuando supe su diagnóstico a sus 7 meses le prometí regalarle un millón de sonrisas por cada lágrima derramada y así fue. Más allá de buscar darle la mejor calidad de vida que podía, lo hice feliz, le regale momentos, risas, le regale tiempo. Todo eso que hoy se extraña y se necesita de una manera desgarradora, pero tuve la fortuna de vivirlo y de sabernos felices.
Pude advertir sus avances, pude registrar su primer abrazo, su primer intento decir mamá, su modo de decirme “te amo hasta la luna” mirando la luna cuando le pregunte ¿León hasta donde amas a mamá?
Lo elegí por encima de mi profesión, acomode mis días a él, como muchas mamás por supuesto, no hice nada heroico. Y entre luces y sombras tuvimos cinco años hermosos, donde cada noche me desvelaba entre llantos por el cansancio muchas veces, y amanecía como una topadora para darle lo mejor.
-¿Qué enseñanza te dejó León?
Que sin decir una palabra se puede decir mucho, que existen mil maneras de hacer las cosas, y no siempre son las “normales”, cada quien a su modo, que el tiempo es efímero, vuela y muchas veces el mañana no existe.
-¿Qué mensaje les darías a las personas que están transitando por esta situación?
Que se permitan ser atravesados por el dolor, que no hay un tiempo para sanar. Es un proceso y todos los días se sana. Aunque pasen los años hay heridas que estarán, pero el permitirse ser atravesados por las emociones es el modo en que uno puede tratar de ir más liviano.
Que se puede seguir, no sé cómo porque yo no me explico cómo sigo o como pude levantarme todos los días pero se puede. Siendo siempre consiente que hay días que cuestan más que otros, y que con el tiempo, se lleva distinto.
Que se respeten su modo de duelar, sea cual sea el duelo. Porque cada uno lo hace a su manera, seguramente el modo de otro a mí no me sirve y viceversa, por eso respetarse los modos, las necesidades y el tiempo es sano.
Y a quienes tienen a alguien que duela, que estén, que pregunten lo que necesita, a veces no podemos decirlo pero se siente bien que te lo pregunten, que el acompañamiento pasivo no sirve… el cuándo estés bien, volve, te esperamos! No sirve.
-¿Cómo definirías a león?
-León es el ser más feliz que conocí en mi vida. MI MAESTRO DE LA VIDA. Es la mirada sincera y la sonrisa contagiosa que hoy extraño.