Me pregunto ¿Qué es una vida sin poesía? ¿Cómo interpela el poeta a la sociedad? Me escabullo entre los pensamientos, en mi cabeza me resuenan esas preguntas. "Mi propósito —dice Balder, uno de los personajes de El Amor Brujo, del escritor argentino Roberto Arlt— es evidenciar de qué manera busqué el conocimiento a través de una avalancha de tinieblas y mi propia potencia en la infinita debilidad que me acompañó hora tras hora".
Recibo el llamado de un editor de la ciudad, hablamos de entrevistar al ex juez Antonio Ramos, quien está presentando Soy el extraño. Creo a ciencia cierta que cada entrevista es un desafío para el que escribe y el que responde, pasando por un péndulo emocional o túnel del tiempo. Sin titubeos, me puse en el armado de una entrevista relajada, para indagar sobre su vida real. La del escritor más allá de su antigua profesión. Él más que nadie tiene una mirada poética de la vida, en cada pregunta quiero desentrañar aquellas que me perturban. Hasta la raíz, me dije. Decidida y sentada sobre mi silla apoyando mis brazos sobre el escritorio fui en busca de esta entrevista. Del otro lado un escritor, un poeta, un ex juez con voz firme, mirada transparente, arrugas bien ganadas y con un mar de sabiduría sin fin, charlamos. Cada respuesta es una pócima en la que se mezcla el amor por el oficio y una mirada sincera de buscar la incomodidad y el riesgo a través de su literatura. En entrevista con Mirador Provincial el magistrado repasa su trayectoria de trabajo literario y judicial, y a todo aquello creado en la periferia de la ciudad de los poetas rosarinos.
Soy el extraño
-¿Cómo fue la producción de Soy el extraño?
-“Soy el extraño” estuvo atravesado por la pandemia. Hay poemas anteriores a esos años y otros escritos en tiempo de encierro. Bajo el epígrafe “me duelo en este duelo” aparecen versos referidos a esos momentos tan especiales. Esta particularidad hace la diferencia de este libro con los anteriores. Otra nota distintiva es que incorporé ilustraciones, acuarelas y dibujos acuarelados que creo aportan a los textos color y contenido. Finalmente, el libro cierra con cuatro cuentos cortos. “Soy el extraño” es todo eso, es muchas lecturas, y como siempre muchas emociones vividas. Desde donde escribo tiene que ver con este poema inicial:
/Creo haber encontrado lo que buscaba
el pájaro flota en la rama
sacude su mundo
mueve el mediodía
en este momento soy el extraño
pájaro y árbol
nadie más
soy el extraño/
Al poeta
-¿Cuál es tu sueño colectivo?
-Mi sueño colectivo y no lo tomo como utopía es el de una sociedad más justa, con más igualdades, sin exclusión y pobreza, sin derrumbe ambiental. Una sociedad sin derechas fascistas, sin gobiernos autoritarios, sin neoliberalismo rapaz.
-¿Cuándo y cómo se despertó en vos el talento literario?
-Digamos, cuándo despertó en mí la escritura, lo de talento es un elogio que agradezco, pero queda en manos de los lectores darles esa calidad. Siempre he escrito, no puedo mensurar el tiempo, la escritura está en todo momento. Hace ya 20 años de mi primera publicación y sé que hubo un antes y un después a esa presentación.
En el primer libro dije:
/Frágiles
mis pies descansan en el límite de la tierra y el aliento del cóndor
las palabras que volverán sin dueño
me muestro para sentirme
definitivamente irresponsable/
-¿Hay proximidad entre la justicia y la poesía? ¿Las sentencias se riman?
-Con acierto Diego Croxato, especialista en derechos humanos, defensor del ex presidente peruano Pedro Castillo ha dicho “hay pocas cosas más poéticas que un acto de justicia”. La sentencia puede y yo diría debe contener lenguaje literario, el derecho y sus palabras puede y debe compartir otros discursos, el literario es uno de ellos. He escrito un libro sobre el tema “Derecho y literatura”. En el digo “Agradezco al derecho haberme sumergido en las profundidades de la literatura. Agradezco a la literatura haberme liberado de los gélidos mandatos del derecho”. Debe superarse la resistencia que impera en cuanto a la intangibilidad del texto legal. La unidad semántica del derecho es un mito. Agamben señala la tendencia del derecho moderno hacia una creciente juridificación de la vida. Sostengo que debe revertirse esa tendencia porque la vida es más que una ley, un orden fijo e inamovible. Es mucho más que un código plagado de mentiras. Mis clases de Derecho penal siempre las iniciaba con textos literarios, así abría el debate y llegaba al derecho. Poesía, lenguaje literario primero, discurso jurídico después. Nada mejor que un cuento, un poema, un relato breve para desnudar lo bueno y lo malo de las normas jurídicas.
-¿Qué o quién te incentivó a estudiar derecho?
-Mis 18 años fueron setentistas, eran tiempos de revoluciones y cambios sociales y un gran deseo de justicia social. Justamente materias como Filosofía del Derecho, Derecho Político, Historia del derecho, Historia Argentina, me llevaron a la Facultad. Tanto fue, que mi carrera docente comenzó en Historia del Derecho. Estas asignaturas referían al mundo jurídico desde afuera y me permitieron analizar el derecho desde afuera. Adscribo así a la Teoría Critica del derecho.
Tierra de letras
-¿Qué recuerdos atesoras de tu infancia?
-La infancia deja sus marcas, tanto que, según Sartre, somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Puedo decir que fui forjado por mis amigos, mis padres, la escuela pública, los juegos, el futbol, la magia, los triunfos de Independiente rey de copas, mis primeros y primarios amores. He escrito sobre todo eso. Creo que siempre volvemos pero que no soy recurrente, ni me quede en ese tiempo porque lo importante es intentar aun lo imposible. Ese intento es futuro, no pasado.
-¿Cómo te llevas con las contrariedades de la vida?
-Esta pregunta demandaría larga respuesta, pero siendo la vida una contrariedad, trato de enfrentarla. Frente a mis contradicciones intento levantar mis coherencias. Sostengo mis convicciones. Que ello no signifique espíritu conservador, todo lo contrario, sobre la base de ciertos principios pretendo superarme.
-¿Qué escritores del Litoral admirás?
-No sé si admiro, me parece un escritor formidable Juan José Saer. Hablar de Litoral es hablar de Juan ele. Son quizás los más representativos. Quiero además recordar a mi amigo Fabricio Simeoni y uno de sus versos. “ella baila sobre la mesa con sus pies enciende círculos de fuego”. Es realmente maravilloso. Sí admiro a Juan Gelman, a Fernando Pessoa, a Cesar Vallejo, a Cortázar, a Borges, a Catulo, a los chilenos Nicanor Parra, Rojas, Bolaño, a Paul Valery, a Lorca, a Idea Vilariño, a Alejandra Pizarnik, a Virginia Woolf, y sigue la lista.
-¿Qué rutinas te agobian?
-Todas rutinas son agobiantes. Aunque ante situaciones extremas las extrañamos. Por ejemplo, al estar enfermos deseamos volver a ellas. La pandemia nos enfrentó crudamente con la rutina, profundamente el día a día era una reiteración. La escritura, la lectura y la pintura fueron mis compañeros de batalla. Digo batallas porque la muerte estaba en el mundo. Como decía, en “Soy el extraño” reproduzco lo escrito en se momento.
-¿Qué es una vida sin poesía?
-Imposible una vida sin poesía. Lo poético no solo remite al verso escrito, hay imágenes poéticas, historias poéticas, un bebe dormido, un beso en la calle, un abrazo, un grito de gol, las marchas, el pueblo, una mirada. Un gorrión y sus migas.
-¿Ex juez que escribe poesía o poeta que imparte justicia?
-El ex juez escribe poesía.
Los caminos de la vida…
-En la vida lo difícil generalmente son las decisiones, el fiscal dice una cosa, el abogado otra, y decidir es difícil. ¿Coincide?
-Lo importante es que lo decidido sea un acto de justicia. Que esa decisión sea independiente de los intereses e influencias de las partes. No siempre las decisiones son justas. Desalojar a una familia de tierras desocupadas es una injusticia. El derecho conlleva a decisiones injustas, hay jueces ideológicamente convencidos que cumplir la ley es su cometido y no se conmueven ante esa realidad. En una sociedad donde el derecho de propiedad ocupa el primer lugar complica que un acto de justicia sea poético. Pero puede haberlo.