Los mapas del alma no tienen fronteras, decía Eduardo Galeano.
Los actores aquellos buenos hombres quienes nos salvan de las rutinas diarias, del vendaval de noticias en el diario. Gracias a los actores y actrices existe aún un sueño intacto, un pasado pensado, una sociedad que pregona arte.
Roberto Enríquez es ese actor camaleónico, es el duque de Castamar, es Montecristo, es cuan personaje quiera ser, porque cuando hay talento lo demás es indiscutible.
Porque como diríamos los argentinos, que el arte no es soplar y hacer botella, sino que conlleva esfuerzo, rechazo, horas de concentración y lo importante la perseverancia.
Mirador Provincial cruzó el océano y charló en entrevista exclusiva con Roberto Enríquez, quien nos habló de su historia de vida, sus comienzos, su visión sobre la cultura española y nos adelanta lo que se viene a futuro.
Sobre Roberto Enríquez
1968, Fabero, León
Comienza su carrera actoral a finales de los años 80 en el Centro Dramático Nacional a las órdenes de José Carlos Plaza. Pronto empieza a compaginar sus trabajos en teatro con cine y televisión, y desde principios de los 90 se ha mantenido muy activo en los tres ámbitos. Algunos de sus trabajos más destacados en teatro han sido Mucho ruido y pocas nueces, El infierno según Dante, La gaviota, Doña Perfecta, Fausto y La vuelta de Nora. En televisión ha tenido numerosas participaciones entre las que destacan Esencia de poder, La Señora, Hispania, la leyenda, Isabel, Vis a vis y Gigantes. Desde que comenzó su andadura ha hecho más de veinte películas, y destacan especialmente sus intervenciones en El alquimista impaciente, Los Borgia, Gordos y Garantía Personal.
¡Nápoles millonaria! es la última obra de teatro en la que Roberto ha tomado parte, bajo la dirección de Antonio Simón. En la gran pantalla podemos verle en La manzana de oro, de Jaime Chávarri, estrenada en 2022. Sus intervenciones más recientes en televisión han sido El desorden que dejas junto a Inma Cuesta para Netflix, El Embarcadero, en el que hace el papel de Conrado, el policía que debe resolver la trama, con un arco argumental muy interesante, para Movistar +. Para la misma plataforma protagoniza las dos temporadas de Todo por el juego, un thriller que gira en torno a la influencia que la política y la búsqueda de poder ejercen sobre el presidente de un equipo de fútbol, que poco a poco ve comprometidos sus principios. En 2021 Roberto también protagoniza La cocinera de Castamar, un drama romántico de época, con Michelle Jenner para ATRESplayer. Su última serie es la recién estrenada Montecristo, una producción mexicana disponible en Movistar +. Se trata de una adaptación del clásico de Dumas al mundo actual dirigido por Alberto Ruiz Rojo, en la que Roberto encarna a Fernando Álvarez Mondego, un empresario de éxito y el principal antagonista.
En los intersticios de la actuación
-¿Cuándo se despertó en vos el talento en la actuación?
-Creo que se despertó en mi la vocación en mi adolescencia, hice teatro desde pequeño con un grupito de teatro en un barrio así suburbial de Valladolid, en ese barrio no había prácticamente nada, era un auténtico páramo con respecto a la cultura pero llegaron los salesianos y pusieron un centro juvenil donde hicieron varias disciplinas, desde lo deportivo, el teatro, todas actividades variadas. Entonces aquello fue, como un oasis para el barrio. Fui probando actividades y finalmente el teatro me llamaba siempre bastante la atención, estuve varios años con el teatro e hicimos una obra que se llamaba “El Viaje De Pedro El Afortunado”, August Strindberg y entonces, yo hacía de viejito con catorce años y todo el mundo me decía, “Oye, pero qué bien haces de viejo”
Me animo a decirte que estoy haciendo así como una especie de adulto autodiagnóstico de lo que pasó y que de alguna manera inconsciente aquello me debió reforzar mucho mi autoestima, esto de que me felicitaran tanto por aquello y observé que por ahí era el camino. Fue la primera vez que yo oí hablar muy temprano de autores como como Stanislavski. Las ganas de saber y de probar y de ahí luego vino la Escuela de Arte Dramático, etcétera, pero bueno, yo creo que ese fue el momento en el que se despertó en mi esa esa vocación.
La atmósfera actoral
-¿Cómo definirías tu vida en la actuación?
-Veo aquí varias posibilidades con esta pregunta, mi vida en la actuación por un lado, cómo me ha ido a mí dentro de esta vida que he elegido, la de ser actor. Debo decir que me siento muy agradecido. He sido muy afortunado, porque desde que egresé de la Escuela de Arte Dramático conseguí actuar, gracias a mi profesora de interpretación que estaba vinculada al Director del Centro Dramático e iban a convocar unas pruebas, le habló de mí, me presenté, vamos, me llamaron para esas ensayos y me eligieron y al poco estaba actuando en el Centro Dramático Nacional. Entonces mi vida, en la actuación ha sido pues muy afortunada al entrar por la puerta grande en el Centro Dramático Nacional haciendo un Hamlet con actores reconocidos como José Luis Gómez haciendo Hamlet, Ana Belén haciendo de Ofelia, Alberto Closas haciendo de Claudio, Berta Riaza de Gertrudis, un elenco impresionante y yo hacía Fortinbrás con 21 años.
Luego pues estuve en el Centro Dramático unos cinco años más, empecé en televisión en cine y ha sido como una línea que en como toda carrera del actor hay circunstancias de continuidad y de paro, pero ha sido una carrera muy continuada y muy prolífica en el sentido de muchas cosas diferentes(teatro, cine y televisión), o sea, mi vida en la actuación ha sido privilegiada porque además he tenido la oportunidad de trabajar mucho, es una fortuna que tú puedas trabajar en algo que te gusta, te apasiona y encima te den la oportunidad de hacerlo, ¿no? Y como muchas veces con personas diferentes, con equipos diferentes en proyectos diferentes.
-¿Cómo ves la escena cultural en España?
-De la escena cultural en España no, qué bueno, mi opinión es de que a pesar de la falta de apoyo de las administraciones y esa falta de vocación, de apoyo a la cultura, pues aquí hemos yo creo que tenemos una buena musculatura, o sea, en este país por lo menos desde la parte, que a mí me toca se exporta muchísima ficción y ficción que está recorriendo el mundo entonces en ese sentido está muy bien a nivel de Literatura igual a nivel de Artes Plásticas es bastante potente, pero todo esto yo envidio mucho, por ejemplo a países vecinos como Francia también es verdad que el nivel económico es otro, pero que la parte de apoyo de la administración hacia la cultura y aquí yo que pienso que nuestros políticos de una manera secular. Yo nunca oigo en las campañas electorales hablar de la cultura no es un tema que no, no sé si en Argentina ocurrirá con los políticos, pero aquí de ningún signo (partido) hablan de la cultura, nunca se habla del conocimiento. La cultura me parece que es lo que da altura a todo.
-¿Cómo ha sido participar en la aclamada serie “La cocinera de Castamar”?
-Participar en la cocinera fue una cosa maravillosa primera razón porque acabamos de salir de la pandemia, de ese momento tan difícil, tan duro de hacer esta producción con todas las medidas. Llevamos mascarillas, todos los PCR(Pruebas de diagnóstico del coronavirus) todo ese protocolo que fuimos sometidos, pero era una vía de escape el filmar, podíamos trabajar, ¿no? Ibas conociendo la parte de abajo de la cara de los compañeros a medida que iban pasando los meses.
Entonces, pues es en ese contexto, fue maravilloso. Luego me parece que es una historia muy hermosa porque es una novela que habla del barroco, pero desde una perspectiva actual también, ¿no? cosa, que siempre me parece bastante interesante porque nosotros no hacemos documental, sino hacemos ficción para hablarle a los espectadores de hoy en día y la época es maravillosa, porque uno siente que te están contando una historia que no te interpela directamente, ¿no?
Y en esto de la cocinera de castamar, pues fue, muy divertido porque era vestirse y comportarse acorde aquella época, aunque era un vestuario y un look tremendísimamente incómodo llevar medias que se te van retorciéndose te caen, tener que ponerte ligas, zapatos de tacón que llevar eso es como una especie de potro de tortura, un vestuario incomodísimo muy bonito a veces, pelucas, entonces era una época muy ortopédica, muy impostada y por eso también me gustaba mucho lo que representaba mi personaje, un tipo tan vapuleado por su pasado que se encontraba en un sitio donde toda esa impostación se apartaba bastante, no de toda esa impostación lo que le llevaba ser un poco misántropo y como el amor, llega de la mano de la cocina, por los sentidos de la fogón de esa cocinera, le va sacando de ese pozo y empieza a entrar en otro lugar.
Una historia hermosa y luego también la posibilidad de hacerlo con unos compañeros espectaculares, hacer ese viaje con esos colegas fue una auténtica delicia, todos y cada uno de mis compañeros, actores, directores y el equipo técnico.
Montecristo
-¿Qué desafíos como actor tuviste que pasar en la serie Montecristo? ¿Cómo se dio la idea?
-Pienso que el mayor desafío aparte de los meses estivales en Madrid que ya son un desafío sobrevivir al verano en Madrid es un desafío en sí mismo.
Y rodar, pues en una en una época del año así como tipo primavera otoño, pero que se llevábamos mucha chaquetita y mucha cosa eso ya es un desafío. Bueno, hablo irónicamente (se ríe) el verdadero desafío creo que estaba en no caer en maniqueísmos, no Fernando Mondego es un tipo que es capaz de ocultarle a su hija que su madre, o sea, su mujer la madre de su hija, su propia mujer ha sido internada sin tener ningún tipo de motivo en un centro psiquiátrico para apartarla y para que no diga de determinadas verdades incómodas que podrían ponerles a ellos a los pies de los caballos (situación de desprestigio), vamos, directamente a meterlos en la cárcel, acusándolos de asesinato de negocios muy turbios son gente que se mueve en las esferas del poder que tiene mucho que perder y pocos escrúpulos entonces eso bien, pero encarnar eso y tener una mujer en concreto y una hija en concreto darle carne y sangre a eso y que este personaje que es capaz de hacer eso a la vez, pues tuviera esa realidad, me parecía que para mí el reto era ese, era lo complicado, no hacerlo de una manera maniquea, sino que él, pues se llenara esto que hacemos en la vida tan habitual, de justificar nuestros propios actos más…. no sabría qué calificativo ponerle, pero desde luego que no nos reconcilian con nosotros mismos o que o que nos tienen más inquietos.
Enseguida tendemos a justificarlos. Bueno, lo hago por esto lo hago por lo otro ,alineamos la historia a nuestra conveniencia incluso la extorsionamos la transformamos un poco para poder seguir con eso hacia adelante, Y esto es lo que a mí me interesaba que contrabandeo se traía él con la vida para poder tragar este tipo de cosas y que tuviera que poder encarnar a este individuo que para mí pudiera tener pilares de credibilidad creo que fue un reto complicado afortunadamente eso se hizo bastante más sencillo, cuando cuentas con gente del equipo, pues como Alberto Ruiz Rojo el director que es un tipo maravilloso y abierto a cualquier sugerencia inteligente y bueno, que lo que busca es efectivamente matices de grises, y no colores puros , entonces ese quizá fue el mayor reto. Vamos a ver, hablan, háblanos de tu infancia del barrio donde creciste sobre la mesa familiares.
Metamorfosis
-¿Cómo fue la transición de ese muchacho en tus comienzos actorales al hombre que sos ahora?
-Pues creo que en definitiva si hago la vista atrás y soy honesto con lo que me pasa, pues, creo que no hay tanta diferencia, en el sentido de que me siegue moviendo el mismo motor, la misma luz que tenía ahí entre las manos de decir esto de ser actor es lo más bonito que he encontrado, es algo, que me da tanto placer, me apasiona tanto. Me gusta tanto en todos los sentidos cuando es fácil, cuando es difícil. Luego aparecen los egos y las estupideces humanas que se encargan de ensuciarlo un poco, pero yo nunca he perdido esta cosa de ver en mi trabajo esto y de encontrar a otros muchos que también lo ven, entonces eso era lo que me movía desde que era muchacho y creo que eso lo sigo teniendo ahora, que ya no lo soy.
Entonces bueno, pues la transición no sabría cómo decirte yo creo que es la transición de alguien que no que tiene todas las páginas en blanco a alguien que las ha ido rellenando, pero como te digo con el mismo impulso, eso es lo que subrayaría.
El público inseparable
- Ese reconocimiento del público hacia a vos ¿qué emociones despierta en vos?
-Pues vamos a ver el reconocimiento del público. Solo tiene un sentido, ¿no? Y es: CONOZCO TU TRABAJO, también ocurre, que se me ha acercado gente, diciéndome “me gusta, ¿quién eres?” es diferente eso, a lo mejor más por un efecto fan que cuando alguien te felicita por tu trabajo o sabes eso siempre se reconocimiento me parece que es un sueño no es fundamente ese es el objetivo, no es que sea el objetivo, pero sí, un actor si no tiene público no tiene sentido, actuamos para que otros lo vean, actuamos para que otros se rían, actuamos para que otros se conmuevan, para que otros reflexionen para que otros se revelen para que otros se sabes actuamos para mover. Entonces si el público te lo reconoce pues qué más se puede pedir entonces esa es mi emoción gracias, gracias por todo el reconocimiento.