Otra de las características que tiene el sacrificado trabajo en la producción de frutillas, es que ha permitido formar hogares. Así es, porque esa futura pareja es oriunda de un lugar lejano como en muchas ocasiones fue el Chaco, o el norte santafesino, y la nostalgia los encuentra; porque sólo uno de los dos futuros novios venía desde esos lejanos parajes y el otro parecía estar esperando, o porque las horas de trabajo juntos han cultivado no sólo frutillas, sino una amistad que saltó la cerca hacia un sentimiento más sólido aún.
Historias existieron muchas, como variedades de frutillas hay, algunas tienen más trascendencia, otras se las guardan para sí mismos y quedan en el interior de sus casitas o en las huellas de pies y sudor que se dejan en los surcos.
Daniel Albino y Alejandra Vivas se conocieron hace algunos años gracias a este noble fruto corondino. Ella venía del Chaco y este hombre, corondino, hoy de 38 años, ya trabajaba en el campo. Así fue y, como un plantín que hace frutillas, la relación entre ambos creció para dar como fruto cuatro hijos, tres concebidos entre ambos.
Este viernes Daniel posteó en sus redes, una vez acabada la faena mutua que dio muchos rojizos resultados: “Este es nuestro trabajo, juntar frutillas con mi compañera de toda la vida, siempre juntos tirando para adelante para que a nuestros hijos no les falte nada. Gracias Dios por ponerme en el camino a esta gran mujer, siempre voy a estar para vos y nuestros hijos, los amo”. Un mensaje que caló hondo en la sociedad corondina que con decenas de “Me Gusta” o salutaciones, celebró el gesto agradecido del juntador.
Símbolo en la defensa de General Belgrano durante varios años, consiguió dos ascensos, luego ganó un recordado Torneo Apertura para La Pepita en 2018 y fue subcampeón anual, en tanto que actualmente milita en el campeón vigente de la Liga Galvense, 9 de Julio de Arocena, mientras defiende a capa y espada su trabajo de recolector de frutas y sabor. “Hace más de 20 años que trabajamos juntos, 8 horas por día promedio, nos turnamos en las tareas que vamos haciendo, pudimos hacer la escuela primaria nomás, pero nos adaptamos a cualquier tipo de trabajo, ya que mi papá antes plantaba” cuenta Albino quien reconoció que nunca dio una nota como futbolista, así que este sería como un bautismo de fuego.
“La frutilla es sin dudas la fruta más rica, por su sabor natural” y luego agregó que “nosotros somos peones y trabajamos en la quinta de mi patrón en Barrio Basualdo”. Precisamente, en el sur de Coronda se enmarca este predio frutillero de la familia Oyarzábal.
Como predestinado al rojo y a los campos, con la frutilla y Belgrano, club en el que se inició a los 16 años; con los campos de frutillas y los campos de juego de Barrio La Iguana donde se afinca La Pepita y en Arocena de donde salió el último ganador de la Liga Galvense, Daniel Albino y Alejandra Vivas se agachan en el surco todos los días para obtener el sustento y luego, como un ademán divino, como un gol decisivo, miran el cielo que cobija al río para agradecer por el trabajo, el amor y la familia.