Una mujer embarazada que conduce tiene el mismo riesgo de sufrir un accidente de tránsito que cualquier otra persona. Sin embargo, las consecuencias en este caso son por partida doble: para ella y para el bebé que lleva en su vientre. El uso correcto del cinturón de seguridad y otros dispositivos son claves para evitar peligros y proteger la vida de la mujer embarazada y el bebé.
Quizás una de las preguntas que más se hace una mujer embarazada es si puede conducir o no. La respuesta a esto es más que sencilla: una mujer gestante no está enferma y por lo tanto puede desarrollar normalmente las tareas de la vida cotidiana, eso si su médico evaluó su estado general y determina que no existen patologías que puedan alterar o dificultar la acción de conducir. Si bien es cierto que durante el embarazo se producen algunos síntomas en el cuerpo tales como modificación en los niveles de azúcar o en la presión arterial, con un acertado control médico no debería haber contraindicaciones para la conducción.
No obstante, es en el tercer trimestre donde aparecen los cambios más pronunciados, ya que el tamaño que adquiere el abdomen hace que aumenten las dificultades para la conducción, y en caso de accidente, la repercusión sobre la gestación puede ser especialmente peligrosa, es esta época de la gestación cuando puede existir un riesgo de parto prematuro. Los dos periodos más críticos para la conducción son el primer y el tercer trimestre. En el primero, el cuerpo de la mujer aún no sufrió grandes modificaciones y no es necesario ajustar el asiento ni el volante. En este momento, el principal peligro de sufrir un siniestro es que éste provoque un aborto espontáneo.
“En el tercer trimestre, debido al incremento del abdomen, la distancia entre el vientre y el volante se reduce significativamente, lo que hace necesario ajustar las posiciones preestablecidas con el objeto de minimizar el contacto con el despliegue del airbag. Esto puede dificultar el control del propio volante, así como de los pedales”, sostuvo Osvaldo Aymo, Subsecretario de la APSV, quien junto con un equipo de profesionales elaboró un material sobre este tema que fue presentado en el INTER-CISEV de Buenos Aires en 2019.
El uso del cinturón
Casi todas las mujeres embarazadas suelen enfocarse en ciertos riesgos propios de la gestación que pueden influir en el buen desarrollo de su bebé tales como fumar, beber alcohol, comer carne cruda, etc. Sin embargo, en muchas ocasiones no se presta la debida atención al uso adecuado de los sistemas de retención y de sujeción poniendo en peligro su vida y la de su bebé. Ciertas prácticas relacionadas con algunos trucos o mitos sobre cómo colocarse el cinturón sin que resulte molesto, ciertamente no contribuyen para que este dispositivo cumpla la función principal, que es la seguridad de la mamá y su bebé.
Para que los riesgos de lesiones sean mínimos es importante ponerse el cinturón de seguridad en forma correcta. De esta manera se aumenta la seguridad y se conduce con más comodidad.
La norma establece que el cinturón de seguridad debe situarse entre los senos y lo más abajo posible sobre las caderas.
La correa horizontal del cinturón debe situarse por debajo del abdomen asegurando que quede ajustada a los huesos de la cadera y no se suba hacia el vientre.
La correa diagonal debe ir ajustada sobre el hombro y el esternón, sin que roce el cuello ni se sitúe sobre los senos.
Es importante que ambas bandas estén bien ajustadas al cuerpo sin holguras.
No se recomienda la utilización de cojines o almohadas sobre el asiento.
Y, por último, se debe recordar que los bebes deben trasladarse siempre protegidos en su sistema de retención infantil.