En el siglo XIX las historias contadas por entregas en un diario triunfaban, en el siglo XX se impuso la cultura del best-seller, y en el XXI Internet y las nuevas tecnologías han permitido que el libro electrónico se convierta en un claro competidor del papel. Veinte apuntes para una literatura argentina del siglo XXII es una introducción a la literatura argentina actual, y un acercamiento al modo en como se producirá literatura en un futuro. En comunicación con Marcelo Bonini, Leandro Bonhoff y Fernanda Mugica revisamos sus producciones, la literatura actual y el futuro de las escrituras.
Consultados acerca de cómo ven la producción de literatura contemporanea; Marcelo Bonini respondió: “Más allá de que habría que discutir qué entendemos por literatura hoy; creo que la sensibilidad literaria no es algo del pasado, como tampoco lo es el gusto por leer literatura. Además, como todo arte, la literatura tiene posibilidades que las otras no”. Por su parte Leandro Bonhoff comentó: “La literatura vive de autodestruirse. Es lo que nos enseñaron las vanguardias. Cada vez que se quiere escribir por fuera de los márgenes de lo que se considera literatura en una época dada, la misma institución se encarga de fagocitarlo hasta volverlo parte de la institución misma. Y así el lenguaje, el tono, el tiempo y la estructura de la literatura se renuevan”. Finalmente Fernanda Mugica cerró: “Sólo puedo pensar en la literatura como algo del pasado si pienso que el pasado es algo que constantemente se nos cuela en el presente. Y en realidad creo que la literatura es siempre un poco del futuro: del pasado que reaparece y del futuro que viene. Quizás para el presente y el futuro la literatura se esté inventando una nueva lengua, por eso esa sensación de que ha cambiado el tono, el lenguaje, el tiempo, la estructura”.
El tono de época marca a las escrituras yoicas y de plataformas como el futuro. Según Bonini “las escrituras yoicas y las procesadas por las plataformas son las escrituras dominantes del presente y no tanto las del futuro”. Bonhoff dice que es posible que la dinámica impuesta por las redes sociales, la mensajería instantánea e, incluso, el correo electrónico en su momento haya influido en la escritura contemporánea, en general, y de obras literarias, en particular; quizás incluso haya también influido en las escrituras del "yo". Estoy pensando en dos ejemplos. El primero es Alberto Giordano, y sus diarios originalmente publicados como posts de FB y, posteriormente, compilados en libros.
La frecuencia diaria es algo propio del género Diario, pero no necesariamente la extensión. En el caso de los diarios de Giordano, la extensión era un limitante productivo, además de, por supuesto, la interacción con sus "amigos" de la red, sus familiares y amigos (cuando escribía sobre ellos), etc. Esa dinámica luego tuvo repercusiones en la edición de las entradas para ser compiladas en forma de libro. Otro caso que se me vino a la mente es el del psicoanalista Luciano Lutereau, que publica muy seguido por IG algo así como pequeñas cápsulas de pensamiento que incluyen reflexiones de la vida diaria con algún giro teórico que su formación en psicoanálisis y filosofía le aportan. Ahí no solo está la restricción de la extensión, sino también la irrupción en un espacio eminentemente orientado a la visualidad con una textualidad que te obliga a detener el scrolling (si caés en la "trampa"). Mugica opina que “la literatura del futuro será la que invente una nueva lengua. Y, en definitiva, una podría imaginarse justamente una lengua que cambia como la lengua de la literatura”
-¿Qué tema desarrollaron, y cuál fue su aporte en el libro?
MB: Mi ensayo se titula Repeticiones, versiones y perversiones. La literatura argentina del siglo XIX en el siglo XXI. Lo que quise escribir ahí es cómo algunas obras literarias recientes, es decir, escritas en el siglo XXI, se apropiaron de los cuatro clásicos del siglo XIX (El matadero, Facundo, Una excursión a los indios ranqueles y Martín Fierro). Me interesaba relevar los diferentes modos de esas apropiaciones actuales, además de contrastarlas con algunas de las más salientes del siglo anterior para apuntar no solo qué buscan algunas de estas nuevas escrituras en el pasado sino, más bien, qué pueden inventar.
LB: El título de mi aporte para el libro es Escribir la ausencia. Apuntes sobre lo biográfico en la literatura argentina actual. Desde dos obras contemporáneas, Mi libro enterrado de Mauro Libertella y Mastronardi de Miguel Ángel Petrecca, me propuse leer lo que en los estudios literarios se denomina "el retorno de lo biográfico". Es decir, los críticos literarios advirtieron un fenómeno muy actual entre las publicaciones de los últimos 20 años relacionado con un interés creciente por las escrituras de vidas ajenas. En este sentido, las obras de Libertella y Petrecca funcionan muy bien para leer ese fenómeno. Los dos tienen la particularidad de identificar como puntapié inicial de la escritura la muerte de alguien; el papá en el caso de Libertella; en el caso de Petrecca, su amigo A que había conocido a Mastronardi. La obra de Petrecca se enmarca bien en las escrituras biográficas, pero su singularidad es tal que se muestra siempre reticente a ceder a las exigencias de la biografía tradicional. Libertella, por su parte, escribe una autobiografía, pero una que va siempre en busca renovada e inagotable por esa vida ajena que es su papá. Las dos obras me parecen extraordinarias, cada una a su manera.
FM: Escribí un ensayo que se titula “Un lugar para la poesía en tiempos de algoritmos”. Ahí trato de describir el fenómeno de las tecnopoéticas. Las pienso como obras que están interrogándose sobre el entorno técnico y social al que pertenecen, que se cuestionan sobre los modos hegemónicos de ser en una cultura algorítmica y proponen usos desviados. Y como es un libro sobre literatura argentina, me centro en las producciones de Carlos Gradin, Eva Costello, Matías Buonfrate, Valeria Mussio, Milton Läufer y el dúo c0d3 p03try.
-¿Que escritores del S.XXI siguen?
-MB: Más allá de las intensidades de gusto y de ciertas afinidades más o menos cercanas, se me ocurren estos nombres, todos argentinos y de quienes no leí todos sus libros, para seguir con la tónica del libro: Carlos Busqued, Ariana Harwicz, Ignacio Bartolone, Hernán Vanoli, Carla Maliandi (solo leí su primera novela, La habitación alemana) y la ensayista Silvia Schwarzböck.
LB: Te puedo contar un par de los libros que leí en el último año que me gustaron mucho. Desde luego, leo la obra de Mauro Libertella y Miguel Ángel Petrecca. Pero además de ellos, quería mencionar tres novelas que leí en el último año que me parecieron muy recomendables. Los sorrentinos (2020), de Virginia Higa. Transradio (2020) de Maru Leonhard. Y Moluscos (2021) de Ramiro Larrain. Creo
que los tres son escritores que vale la pena seguir.
FM: Sigo mucho a escritores y escritoras que están experimentando con tecnología, así que debería repetir los nombres de lxs autorxs que trabajé en el ensayo (Carlos Gradin, Eva Costello, Matías Buonfrate, Valeria Mussio, Milton Läufer). Pero también me gusta mucho la poesía, así que podría nombrar a Juan José Mendoza, Pablo Katchadjian, Juan José Sebastián Bianchi, Matías Moscardi, Luciana Caamaño, Larisa Cumin, Florencia Mettola, Sofía de la Vega, Flavia Garione.
Ficha técnica
Veinte apuntes para una literatura argentina del siglo XXII (2022) Libro virtual de descarga gratuita
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Col. Libros digitales
2022