Cuando hablamos del buen momento de la historieta argentina debemos ser, cuanto menos, precavidos. Lo cierto es que los números indican que el mercado en raras ocasiones de nuestra historia ha vivido momentos de calma y estabilidad económica. Sin embargo, si es preciso mencionar que a lo largo de estos últimos años las publicaciones orientadas al público infantil y juvenil han encontrado su espacio y constituido un nicho que las editoriales argentinas no pueden obviar. No siempre fue así, hasta hace apenas unos años los libros de historietas especialmente pensados para las infancias estaban relegados, encontrando escasos espacios para plasmarse.
Si bien en este contexto resulta difícil hablar de crecimiento, es indiscutible que la actualidad para ese segmento es otra. Hoy existe un rico catálogo -muchos enmarcados en diversas colecciones- a cargo de numerosos artistas y editoriales que parecen entender a la perfección el potencial con el que cuentan estos libros para promover y afianzar la lectura. Sin ir más lejos, hay lanzamientos de editoriales como Rabdomantes Ediciones con las entregas de “Los Angirú” (obra de Ernesto Parrilla e Ignacio Yunis), Locorabia con “Gala y Gibbs” enmarcada en su colección Loquillos, la línea “Grandes historietitas” de Maten al Mensajero, Ediciones de la Flor con su nave insignia “El Infante Dante Elefante” de Javier Rovella, creador también de “Brunella”, “Zebita” y “Niko & Miko” y publicaciones como “Pipo y Bartolo ¡al rescate!”, “Detective Ramos”, “ZAP, Historietas con extraterrestres”, todas de Pi Ediciones. Son estos apenas algunos ejemplos de las distintas publicaciones que han visto la luz en el último tiempo.
Teniendo esto como marco es que aparecieron las primeras tiras de prensa de “Las aventuras de Superpiba” a cargo del guionista Javier Russo con dibujos de Emiliano Urich. Las mismas se publicaron en distintos medios físicos y digitales de Argentina, Uruguay y Perú para luego plasmarse en formato webcomic donde su repercusión fue aún mayor. Con el último envión del 2022, y a través del desconocido sello Camelot Press, apareció ¡Superpiba!, edición recopilatoria que recoge las distintas apariciones del personaje a lo largo de los años.
La edición
¡Superpiba! reúne la totalidad de las tiras de prensa semanales de la dupla Javier Russo y Emiliano Urich. Se plasma en una edición modesta de 70 páginas presentadas en blanco y negro con un formato apaisado, en este caso, de 15 x 20 cms que suele ser adoptado para las publicaciones orientadas a las infancias. Se trata de la primera publicación de “Camelot Press”, sello que en su diagramación opto por incluir dos tiras por página. Al momento de la publicación de esta nota, el tomo iba por su segunda edición: “Nunca imagine quedarme corto con la tirada. En la actualidad sino estas bancado por una editorial grande y su maquinaria promocional, es una locura vender en cantidad. Estamos tan emocionados que vamos de nuevo a la imprenta”, refería el guionista.
Es habitual ver en redes sociales como Javier Russo comparte muchos de los dibujos que le acercan los pequeños lectores, fruto sin dudas, de la campaña destinada a que el trabajo llegue a la mayor cantidad de lugares posibles. “Los ejemplares de cortesía decidimos repartirlos en diferentes bibliotecas populares de las provincias de Córdoba, Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires, en pueblos y ciudades alejados de los grandes núcleos urbanos. Primero la infancia, después vemos”.
El tomo de “Superpiba” puede dividirse en dos tramos. Si bien es cierto que el primero de ellos tiene como obligación presentarnos a los personajes, lo hace sin detenerse demasiado, infringiendo un ritmo frenético a la trama. Se nos cuenta la historia de Laura, una niña que ansía convertirse en heroína, inspirada por la figura de un tío bombero que se encuentra desaparecido. En su cruzada estará acompañada por el “Gaucho Vengador”, una suerte de alter ego de su vecino y compañero de escuela Daniel Lampone, quien se destaca principalmente en su labor como inventor. La primera misión de ambos será la de hallar al culpable de una seguidilla de robos a laboratorios, que comienzan a sucederse, casualmente, con la llegada de María Teresa, una nueva compañera de curso. Se trata del arco más extenso del compilado, cercano a las treinta páginas, y el que expone los mayores aciertos.
La segunda parte carece de motivaciones claras en cuanto a lo argumental, o las mismas se desvanecen paulatinamente. Todo comienza con Laura que, de visita en Perú, presencia el robo del sable corvo del libertador Don José de San Martin. El hecho fue perpetrado por la organización criminal Infortunio que quiere, cuando no, hacerse con el control del mundo. La protagonista trabajará conjuntamente con una de las heroínas de ese país, “Cholita Power”, iniciando lo que será una seguidilla de personajes invitados que brindaran el presente en la tira, la mayoría provenientes también del mercado de la historieta. Cuando la acción se traslada a Barcelona (España) es cuando se suceden la mayoría de ellos. De manera fugaz se presentarán “Superlópez”, de Jan, “Zipi y Zape”, de José Escobar Saliente, y “El Chispa”, de Gustavo Secreti y Gustavo Lucero.
La intención es buena y habla a las claras del compromiso del autor con la obra y con el público al que apunta. No puede decirse que Russo carezca de ambición, sobrevuela en su trabajo, porque no, la idea de confeccionar un multiverso de la historieta. Lo malo es que los personajes se suceden sin un claro peso, casi metidos con calzador, en una trama que incluso sin la presencia de estos ya se sentía un tanto forzada. La inclusión del actor mexicano Danny Trejo, así como tiras orientadas a la promoción de una marca de almohaditas de cereal para celíacos, resienten aún más esta segunda parte del tomo. Sobre el final las cosas se acomodan un poco, con la excusa de viajes temporales que van de 1928 a 1985 y varias realidades alternativas, el relato consigue adquirir nuevamente ritmo. Dos personajes más se suman y lo hacen muy bien. Por un lado, “El Gran Tiago”, creado por Gonzalo Geller y Nacho Yunis; y por otro “Sónoman”, popular creación de Oswal.
En “Superpiba” hay villanos, viajes en el tiempo, extraterrestres y universos paralelos casi desde la viñeta uno. Todo pasa rápido y a un ritmo constante, hecho que de algún modo torna complicada su lectura en algunos pasajes. Más allá de esta velocidad, Javier Russo, consigue dotar a su protagonista de rasgos propios e identificables. Hay una buena construcción del personaje. Laura es una niña con buenas intenciones que piensa demasiado, y claro, muchos de sus pensamientos se vuelcan en unas viñetas que no siempre son lo suficientemente espaciosas. Con el paso a papel de este tipo de trabajos se suelen perder algunas cosas, aquí se extraña el color y el tamaño de las viñetas.
Pese a esto el trabajo de Emiliano Urich, que es muy bueno, se disfruta considerablemente. Su estilo aventurero se lleva de maravillas con lo que propone el guion. Los personajes son distinguibles a simple vista, muy distintos unos de otros, requisito casi indispensable para este tipo de trabajos orientados a los más pequeños.
El recorrido de “Superpiba” a lo largo de los años finalmente fue recopilado en un primer tomo que cumple, ante todo, su principal cometido de acercar a las infancias un nuevo material de lectura. Es para sus artistas una prueba solida del recorrido que han emprendido con el personaje a lo largo de los últimos cinco años, y para los lectores, más allá de algunas cosas por mejorar, una grata y divertida propuesta.