Media hora le demandó al presidente Javier Milei dejar en claro cuál es el panorama que se abre en el mandato que inauguró este domingo. El flamante mandatario nacional habló, como estaba previsto, desde la explanada del Congreso Nacional, frente a dignatarios del mundo y a gobernadores de distintas provincias, pero también ante la gente que lo acompañó con banderas argentinas. Ante todos ellos apeló a un discurso con un fuerte componente económico, por momentos técnico, para confirmar lo que ya venia anticipando: habrá ajuste y será duro.
"Hoy comienza una nueva era en la Argentina, damos por terminada una larga y triste historia de decadencia y declive y comenzamos el camino de reconstrucción de nuestro país", inició su alocución. Para advertir que "no hay vuelta atrás: hoy enterramos décadas de fracasos y peleas intestinas que lo único que han logrado es destruir nuestro querido país".
"Hoy comienza una era de paz y prosperidad, de crecimiento y desarrollo, de libertad y progreso", aseguró. Pero no demoró muchos minutos en detallar cómo imagina ese ingreso a una nueva era.
"Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros", dijo Milei quien no ahorró críticas al kirchnerismo "que en sus inicios se jactaba de tener superávit gemelos y nos deja déficit gemelos por 17 % del PBI".
En ese punto, planteó la necesidad de un ajuste que "caerá casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado", declaración a la que siguió el grupo de "motosierra" por parte del público. No obstante, un rato después explicó cómo ese ajuste va impactar también en el empleo, los salarios y la actividad.
Milei dijo que se pondrá fin a la emisión de dinero "y con ella a la única causa de la inflación empíricamente cierta y válida en términos teóricos". Sin embargo, aclaró que "dado que la política monetaria actúa con un rezago de 18 a 24 meses, aun cuando dejemos de emitir dinero, seguiremos pagando los costos del desmadre monetario".
Sin alternativas
El presidente comparó la situación actual con la previa al Rodrigazo y a la hiperinflación durante la presidencia de Raúl Alfonsín. "Esta es la herencia que nos dejan: una inflación de 15 mil por ciento anual que vamos a luchar por erradicar".
"El gobierno nos dejó plantada una hiperinflación y es prioridad hacer esfuerzos para evitar una catástrofe que llevaría la pobreza a más del 90 % y la indigencia al 50 %", advirtió.
En ese contexto sostuvo que "no hay solución alternativa al ajuste", en una economía que "no crece desde 2011".
"Tampoco hay lugar para la discusión entre shock y gradualismo: todos los gradualismos terminaron mal y las políticas de shock, salvo en 1959, fueron exitosas", añadió.
"No hay alternativa al ajuste y al shock", dijo varias veces, para admitir que va a impactar en modo negativo sobre los niveles de actividad, de empleo y los salarios reales.
"Habrá estanflación, pero no es algo distinto de lo que ocurrió en los últimos 12 años", agregó. Y prometió: "Este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina".
"Luego del recacomodamiento macro, que será menos doloroso cuando mayor sea la caída del riesgo país y más contención del minsiterio de Capital Humano, la situación empezará a mejorar: habrá luz al final del camino", prometió, vaticinó.
Y puso en la otra vereda, como alternativa, "a la propuesta sensiblera progresista" que involucra "emisión de dinero y deriva en una hiperinflación que nos equiparara con la oscuridad de la Venezuela de Chavez y Maduro".
"Luego de semejante cuadro de situación, la única posición posible es el ajuste ordenado y que caiga con toda su fuerza sobre el Estado y no sobre el sector privado", afirmó.