Luego de su retiro del fútbol profesional, donde tuvo exitosos pasos por clubes como Rosario Central y Colón de Santa Fe, había vuelto a vestirse con la camiseta del su gran amor de toda la vida, la institución que lo vio nacer… Juventud Unida. Ahí pasó por todos los estados, alegría, bronca, satisfacción por el deber cumplido, tristeza, impotencia… de todo.
Allá en los finales del 2021, abordado por El Litoral al término de la final de la Liga Venadense imponiéndose ni más ni menos que ante su clásico de toda la vida, “Tombo” declaraba: "Hice muchos kilómetros para jugar acá y me decían que estaba loco. Pero yo quería retirarme campeón con Juventud. Y se cumplió”.
Parecía que el ciclo de su vida futbolística se cumplía a la perfección y cerraba con broche de oro. Pero, tras 6 meses de parate, no aguantó más y volvió. Con sus casi 46 años se volvió a poner los guantes y la casaca verde en el pecho y nuevamente custodiaba los 3 palos de “La Furia Verde”.
“Estaba felizmente tranquilo en mi casa disfrutando del Senior de Rosario Central y de un torneo de veteranos donde tuvimos la dicha de salir campeones. Pero siempre vinculado al club de muchas formas. Nunca dejé de hablar con mis compañeros o con el propio “Charango” (NdeE: DT de Juventud Unida en ese momento), que todos los lunes religiosamente después del partido charlábamos y compartíamos nuestros puntos de vista. Tuve la suerte de poder ver varios partidos del equipo por televisión, entonces eso me daba la oportunidad de tener un ida y vuelta con ellos. Hasta que un día, en una de las charlas se dio la pregunta de si podía o si quería volver. A todo esto, algunos de mis compañeros ya me venían pidiendo que vuelva porque consideraban que era muy importante para el grupo más allá de lo deportivo. Si jugaba o no, quedaba en segundo plano, lo que más querían es ese aire fresco que podía traer un jugador que estuvo 6 meses inactivo y con la cabeza en otro lado”, le contaba Tombolini allá por junio del 2022 a El Litoral.
Volvió y con su equipo llegaron a semifinales dejando una gran impresión y cayendo en una dura serie ante quien luego se terminaría consagrando campeón, Juventud Pueyrredón. Laureano había terminado jugando y en gran nivel, pero parecía que las puertas finalmente se iban a cerrar. Pero no. Había tiempo para una función más. Y como en cada expresión artística, la variedad es fundamental para la riqueza de la misma. Por eso, después de la gran alegría de ser campeón ante su clásico rival y de la bronca de no poder defender el título, pero dejando aun así el deber cumplido llegando casi al final, llegó la época del drama. Sufrir, aguantar, pero terminar sonriendo.
El 2023 fue un año muy convulsionado para Juventud Unida que arrancó con la partida de quien era hasta ahí su máximo conductor histórico, quien había marcado un antes y un después en la historia del club: Gerardo “Charango” Manccini. Con la partida del DT, llegó el éxodo de jugadores que dejaron a un equipo que, si bien tenía buenos baluartes, había quedado desmembrado para afrontar un largo año y con varios torneos a la vista.
Fueron pasando las fechas y el equipo siempre parecía que merecía un poco más, pero se quedaba con las manos vacías. Se intentó por todos los medios enderezar el barco y sacarlo adelante, pero finalmente llegó la última fecha del torneo y con ella, la confirmación de que Juventud Unida, el mismo que había sido campeón en 2021 y semifinalista en el 2022, iba a jugar la promoción por no descender de categoría.
Laureano, como líder que es, se puso la situación al hombro para enfrentar a un equipo que llegaba muy bien y que soñaba con arrebatarle el cupo en la División A: Jorge Newbery de Rufino. Fue una serie muy complicada para los de Santa Isabel que arrancaron perdiendo de visitantes, lograron ganar ajustadamente de local y el tercer partido no se sacaron diferencias estirando todo a la definición por penales donde lograron salvar la categoría.
“La verdad que fue realmente una montaña rusa de emociones. Desde la felicidad de vestir la camiseta por primera vez, a lo que fue la Pandemia donde no poder jugar en casi todo el año, a volver y tener la posibilidad de ser campeón, y lo que fue este año muy duro donde se sucedieron un montón de cosas. si uno analiza por qué Juventud peleó el descenso, sacamos conclusiones de que fuimos justos merecedores de estar en esta situación y nos tocó un rival sumamente complicado, de un muy buen nivel y que, me animo a decir que futbolísticamente nos superaba. Pero por esas cosas que tiene el fútbol nos tocó quedarnos en primera y ojalá esto sea un aprendizaje porque realmente la pasamos muy mal, para que no se vuelva a repetir”, analizó el arquero sobre cómo se dio todo desde su vuelta.
Por otro lado, consultado sobre qué iba a extrañar más luego de confirmarse, esta vez sí, su retiro definitivo, comentó: “Este año me costó, aunque lo he hecho en algunas ocasiones, el poder viajar en la semana y tener uno o dos días de entrenamiento, o comer con los chicos que era el motor principal de mi alegría y este 2023 no lo pude cumplir. Y después el vestuario, si bien este año se renegó más de lo que se sonrió, el campeonato lo terminamos con jugadores que, por sobre todas las cosas, como seres humanos son extraordinarios y que fueron los que terminaron poniendo la cara”.
En cuanto al futuro, Tombolini declaró que hace tres años que viene amagando con empezar el curso de entrenador, pero que “la verdad no me llama para nada la atención, aunque uno nunca le cierra las puertas”. “El otro día nos juntamos con un grupo de amigos y entre ellos un excompañero que me decía lo mismo, pero que un día le picó el bichito y empezó y ahora no lo puedo soltar y soy un fanático y no lo puede dejar. A mí todavía no me picó nada”, cerró.
Lo que está claro es que nadie puede asegurar que todo quede acá, en el fin de su carrera como jugador y en la no continuidad ligado como DT o dirigente. Está todo muy “fresco” y habrá tiempo para analizarlo y por qué no, más allá de ser arquero y que no esté en su ADN futbolístico, meterle una nueva gambeta al retiro total y verlo cumpliendo alguna función en su Juventud Unida querido.
Por el momento, será tiempo de disfrutar en familia, descansar de un año agotador, no sólo en lo físico -que a su edad se siente un poco más-, sino también en lo anímico tras pelear un descenso y donde además perdió a un amigo de la vida, Gerardo Manccini. El futuro será una incógnita y nadie más que él sabe si lo seguiremos viendo en las canchas de la Liga Venadense, pero sino, se lo recordará por siempre por esa humildad, su don de buena gente y la jerarquía que mantuvo intacta hasta el último penal que le patearon, en el cierre de la obra de su vida futbolística.