En los últimos días, la región norte de la provincia de Santa Fe registró precipitaciones abundantes e intensas que marcan un hito histórico en la Estación Experimental Agropecuaria Reconquista del INTA. De hecho, según datos de la estación meteorológica el período diciembre 2023 – enero 2024 se posiciona como el binomio más húmedo, con 961 milímetros acumulados. Por esto, especialistas del equipo de manejo de cultivos y de ganadería de esa unidad del INTA comparten información crucial para la toma de decisiones de agricultores, productores ganaderos y asesores de empresas agropecuarias.
El estado de desarrollo de los cultivos al momento de los eventos de anegamiento determinará la factibilidad de sobrevivencia o no de los que están implantados.
En el caso del girasol, los rendimientos se vieron afectados por intensas lluvias en noviembre y diciembre, que impactaron en la fecundación de las flores y el llenado de granos, lo que disminuye el número, el peso y el contenido de aceite.
Las condiciones climáticas también impactaron en la siembra de algodón, lo que redujo la superficie sembrada en un 45%. La siembra de soja, por su parte, enfrenta atrasos significativos, con menos del 30 % de avance.
Con relación al cultivo de soja, experiencias de más de 10 años indican que la fecha de siembra óptima se encuentra entre el 15 de noviembre y el 15 de enero, con mayor rendimiento en los grupos de madurez VII y VIII. "Considerando esto, se sugiere siembras o resiembras a fines de enero o principios de febrero, siempre y cuando las condiciones ambientales lo permitan", aseguró el especialista del INTA Reconquista Luciano Mieres.
En cuanto a la disponibilidad de nutrientes post-anegamiento, "se recomienda evaluar la disponibilidad de fósforo y nitrógeno", advirtió Ana Brach -del INTA Reconquista- quien explicó que, para el fósforo, cuya movilidad es baja, se sugiere coincidir líneas fertilizadas previamente con nuevas y reforzar la fertilización.
Por otro lado, "para el nitrógeno, con alta movilidad, se aconseja complementar la fertilización de las gramíneas y en el caso de la soja, un adecuado tratamiento de semillas con inoculantes biológicos y fungicidas", detalló Brach.
Con respecto al cultivo de algodón, el impacto dependerá del estadio en el que se encuentre cada lote implantado. "Para aquellos lotes con un cultivo en etapa vegetativa tardía-inicio de reproductiva, la gran cantidad de agua acumulada por las precipitaciones, en conjunto a la poca incidencia de radiación solar por los días nublados, genera posibles derrames de estructuras reproductivas. Esto hace que se pierdan las posiciones más valiosas y, al mismo tiempo, se atrase la madurez del cultivo", indicó Antonela Cereijo, especialista en el cultivo de algodón del INTA Reconquista.
En cuanto a las recomendaciones, Cereijo señaló: "Monitoreo de plagas, especialmente el picudo del algodonero ni bien se pueda ingresar al lote; monitoreo de índices crecimiento y porcentajes de retención de estructuras para evaluar la aplicación de reguladores de crecimiento; evaluar la aplicación de fertilizante nitrogenado para tratar de paliar el efecto del estrés por anegamiento una vez que los suelos vuelvan a condiciones hídricas normales y evaluar la viabilidad económica de aplicar productos hormonales que puedan acelerar el proceso de recuperación del cultivo".