“Llegando enero a La Paz, con el verano y su encanto, nuestra música florece cuando el pago se hace canto”. Con esas palabras comenzaba Juan Trachitti cada edición de este festival paceño que se llevó a cabo cada enero durante 44 años.
El 18 de enero de 2023, a menos de dos semanas de cerrar la edición número 43, Carlos “Mange” Casis, falleció viendo folclore en Corrientes. Sin él, el festival prácticamente no tenía sentido.
Es por eso que un grupo de amigos y colaboradores se juntaron para realizar la última edición y rendirle homenaje a “Mange”, como a él le hubiera gustado, con chamamé, chamarras y sobremesas con acordeones. Sin dinero, pero con muchas ganas y movilizados por el recuerdo, pudieron llevar a cabo en el Club Unión, una noche llena de emociones y buenos recuerdos.
Así se cerró una historia grande de nuestra música. Mirador Entre Ríos dialogó con Juan Trachitti, quien desde hace mucho tiempo es la voz del Pago.
SENSACIONES
–¿Cuándo y cómo surgió la idea de hacer este último Cuando el Pago se hace Canto?
–Cuando falleció Mange, aquel 18 de enero de 2023, nosotros quedamos pensando en cómo hacer un cierre a esa gran historia. Junto a Diana Soto y Cristino Ferreyra, comenzamos a trabajar con la idea de hacer, aunque sea una vez más, el festival que llevaba la marca de este hombre. Comenzamos sin presupuesto, no teníamos la posibilidad que tenía él con tanto trabajo de pagar absolutamente todos los gastos a quienes venían. Él conseguía peso por peso y ponía de su bolsillo también. Lo hicimos en el Club Unión como en la mayoría de los últimos años del festival y decidimos hacerlo sólo una noche, la del 6 de enero. El año pasado fueron tres jornadas.
–¿Cómo fue la convocatoria de artistas?
–La verdad que fue muy linda, por la cantidad de artistas que vinieron, hubo muchos que Mange consideraba sus amigos que faltaron a la cita por distintos motivos, pero nos quedamos con el agradecimiento a aquellos que desde el primer momento se prendieron a la idea de este homenaje tan merecido.
–¿Qué apoyo tuvieron?
–La verdad que de mucha gente. La Municipalidad nos cubrió el gasto del sonido y la secretaria de Turismo, María Luz De Bernardo, nos ayudó particularmente con el pago de sellados para el municipio. Cristino Ferreyra donó la vaquilla para darle de comer a la gente, los hermanos Audisio nos dieron una mano para la faena y la cocción de la comida. La escuela de prefectura nos dio el alojamiento para varias personas y la verdad en ellos queremos agradecerles a todos.
–¿Qué recordás de Mange Casís?
–A pesar de nuestras diferencias, recuerdo todas cosas lindas. Yo me preocupaba por la cantidad de dinero que él ponía para hacer esto. En mis últimas palabras para despedir a alguien que era un amigo y un hermano, yo sabía que él era el festival y viceversa. Creo que el año pasado se murieron los dos, Mange y el festival. Creo ser uno de los colaboradores más antiguos, fueron 36 años de ser el presentador. Se lo extraña inmensamente, es entrañable y su partida a los 73 años fue muy dura. Creo que le quedaba mucho por hacer por nuestra cultura.
–¿Qué sentiste al comenzar el evento?
–Quise agradecer a todos los que nos ayudaron para hacer este evento, no me quería olvidar de nadie, pero en un momento, miré hacía ese rincón donde él siempre se instalaba con su mesa de coordinación, mesa que estaba puesta con algunos amigos allí, ahí recordé a ese grandote de hombros encogidos que siempre sacaba fotos y con el teléfono andaba haciendo mil cosas siempre.
LA ÚLTIMA VELADA
–¿Y al terminarlo?
–Ahí me di cuenta que eran los últimos minutos de Cuando el Pago se Hace Canto. Quizás nunca más volvamos a vivir lo que compartimos esa noche en la que nos corrió la lluvia cuando aún faltaban cuatro artistas subir al escenario.
–¿Cuál crees que fue el momento más emotivo?
–Creo que fue cuando se encontraron todos los hermanos de Mange, frente al escenario ya que uno de ellos no podía subirse. Le agradecimos por su apellido que tanto le dio a La Paz.
–¿Cómo se les ocurrió publicar el balance del evento?
–Fue una idea que surgió, más que nada para dar a conocer lo mucho que se puede hacer con poco. Fue mucha la gente que colaboró e hizo que se pudiera llevar a cabo. No teníamos plata y lo que gastamos fue mínimo para un evento tan grande. No llegamos a 200.000 pesos de gastos; hicimos malabarismos para llegar a cumplir con todo. Nos quedaron 18.000 pesos y se lo dimos a Cristino quien fue uno de los que más invirtió. Hubo una persona que no quiso que lo nombremos que donó todo para las empanadas.
–¿Pensás que habrá otro festival folclórico en La Paz?
–Con tristeza nos damos cuenta que se van muriendo los festivales y eso nos preocupa. Este año pasado ya no se hizo la segunda edición del festival “Por las Costas Entrerrianas”. Por suerte siguen pequeños fogones de algunas escuelas.
–¿Qué perdió La Paz al no estar más Mange y el festival?
–La Paz perdió su presencia en todo el país. Porque él viajaba por todos lados llevando la revista del festival, las obras de los artistas locales y siempre lo hizo dejando el nombre de la ciudad en lo más alto.
La guitarra ya se guardó, el acordeón soltó su último suspiro; en el cielo, Mange Casís y Linares Cardozo escriben odas a la ciudad paloma, mientras tanto La Paz sigue su rutina agobiante, ya sin nadie que le cante.