Entrar al cementerio El Salvador es emprender un viaje al pasado y a las raíces de nuestra ciudad. Ya desde su ingreso por calle Ovidio Lagos es posible vislumbrar grandes esculturas de mármol de una belleza sin igual, blancas y grises, que contrastan con el verde de las plantas y árboles que las rodean y simbolizan de alguna manera esa armónica convivencia entre la vida y la muerte. Lejos queda el sonido de las agitadas avenidas que rodean al cementerio, en el que predomina el silencio propio de un espacio de memoria, apenas interrumpido por el canto de algunos pájaros.
En este marco, el secretario de Cultura y Educación, Federico Valentini, junto al subsecretario de Innovación Cultural, Nicolás Charles; el director de Diseño e Imagen Urbana, Dante Taparelli, y la coordinadora de Diseño e Imagen Urbana, María Teresa Sullivan, recorrieron en compañía del subdirector general de Cementerios, Marcelo Alonso, las instalaciones de la necrópolis. Allí relevaron los trabajos de limpieza y restauración ya realizados y pusieron en común los alcances de un programa cultural y de preservación para resignificar este patrimonio artístico y arquitectónico, que tuvo como puntapié inicial la firma de un convenio entre el municipio, la Universidad Nacional de Rosario, empresas e instituciones de la ciudad.
El proyecto busca construir la memoria colectiva de la ciudad. Para ello, propone una serie de acciones tendientes a resaltar, poner en valor y difundir la obra que se encuentra en el cementerio, a partir de la articulación con diferentes dependencias municipales especializadas, que cuentan con áreas dedicadas a cada uno de los procesos de protección del patrimonio material e inmaterial contenidos en este espacio institucional.
“La idea es elevarlo a la altura de un museo, para que la sociedad se apropie y venga a ver los tremendos valores que están representados en las esculturas, que no son monumentos a las personas, son monumentos a los valores de las personas”, destacó en la recorrida Dante Taparelli, quien lleva adelante el programa.
Es que en las cinco hectáreas que ocupa el cementerio confluyen tradiciones arquitectónicas y urbanísticas europeas. Allí, es posible encontrar una significativa presencia de obras de arte, algunas de ellas realizadas por la mano de artistas de dimensiones internacionales, como Fontana, Scarabelli, Palau, Blotta, Gerbino y Gianninazzi.
Además del valor artístico y patrimonial, el cementerio El Salvador es un espacio de memoria e historia local. Las placas que acompañan los panteones dan cuenta de los relatos y valores de nuestra historia reciente. Allí descansan personajes como Ángel Guido, J. B. Castagnino, Dolores Dabat, Juan Grela, Luis Lamas, Julio Marc, Francisco Netri, Ovidio Lagos, Guillermo Estévez Boero, Juana Elena Blanco y Lisandro de la Torre, entre otros ilustres. “Para que la memoria de la ciudad, la memoria de los primeros ladrillos que hicieron esta ciudad, trascienda las épocas, es necesario hacer un recambio, y el recambio es la inserción histórica de la cultura en el cementerio”, enfatizó Taparelli.
Una de las propuestas más convocantes del cementerio es la de las visitas nocturnas, que el propio funcionario coordina de manera periódica. A la fecha, más de 35 mil personas ya participaron de este recorrido guiado por los panteones del cementerio. A través de este proyecto también se busca ampliar y diversificar estas propuestas, con nueva señalética, recorridos autoguiados y nuevas instancias de encuentro por este reservorio patrimonial y cultural.
Al cierre del recorrido, Taparelli concluyó: “El verdadero valor que tiene esto no es la muerte. Es la vida de esa persona, las vidas, las memorias de esta gente, que construyó nuestra manera de ser, nuestro pensamiento, y que dejó una señal eterna y estética preservada, porque fijate que lo que preserva esto es la belleza, no la materialidad, la belleza”.