Luego de advertir que, si no llegaba a finales de febrero el pago adeudado por parte de Nación hacia la empresa Dyscon S.A, que lleva adelante la obra de refacción del Monumento Nacional a la Bandera en Rosario, los trabajos se iban a paralizar. Finalmente esta semana sucedió: el pago no llegó y la obra se frenó.
En concreto, se consensuó con la Inspección de Obra, a cargo de personal técnico de la secretaría de Obras Públicas (ex ministerio de Obras Públicas de la Nación) la “neutralización” de los plazos, aunque indicaron en un comunicado, al que tuvo acceso Mirador Provincial, que se buscarán “soluciones”.
Desde que asumió el nuevo presidente Javier Milei, el gobierno nacional adeuda unos 400 millones de pesos por trabajos ya realizados. Ante este escenario, en base a lo que indican en el comunicado, la neutralización de plazos de una obra “es una alternativa existente en contratos de obra pública que se puede dar por diferentes motivos, como técnicos (imposibilidad técnica de ejecutar un tipo de obra, faltantes de materiales irremplazables en la misma, falta de defunciones referidas a cambios proyectuales, etc.) o contractuales (falta de recursos económicos), entre otros. En esta oportunidad, los motivos que llevaron a tomar la decisión están basados en el atraso en los pagos”.
A su vez, indicaron que “el último certificado abonado a la empresa corresponde a agosto de 2023 (a valores de abril de ese año)” y que también hay “atraso en las redeterminaciones de los certificados ya aprobados: la última aprobada corresponde al mes de abril de 2023”. “Cabe destacar que esto significa que a la empresa le están abonando con precios de hace 11 meses atrás”.
Sin embargo, la firma admitió su compromiso de ejecutar correctamente la obra y finalizarla y seguir trabajando “en la elaboración de posibles soluciones para ambas partes, que permitan superar esta lamentable situación”.
Lo que se ejecutó
En base a lo que viene informando la empresa sobre los trabajos ya realizados, se destacan relevamiento del estado del ala sur del Monumento y una prueba de limpieza. También fueron catalogadas las distintas patologías que encontraron los especialistas en restauración.
En la fase inicial, se les aplicó una serie de productos químicos para tratarlas. Se concretó un mapeo mientras que, a lo largo de este tiempo, el Ministerio de Obras Públicas de la Nación visitó en reiteradas ocasiones el Monumento para inspeccionar las obras y seguir el paso a paso de cada uno de los avances.
En mayo se desarmó una de las ánforas ubicadas en el propileo del Monumento para evaluar su estructura y determinar las acciones de restauración. Se produjo un relevamiento y registro fotográfico de las esculturas Océano Atlántico y Río Paraná, y los altorrelieves y bajorrelieves en los laterales del atrio.
Se utilizó una técnica innovadora que les permitió a los técnicos marcar las patologías detectadas y establecer los criterios de intervención. Siguió una limpieza manual con toques artesanales con cepillos, pinceles y bisturíes del sector del altorrelieve llamado El Juramento de la Bandera de los Andes. Allí en la fachada sur, donde había un gran biodeterioro.
Se quitó depósito de líquenes (microorganismos que generan esa especie de pátina negra que se observa en las placas) y se implantó un biocida que eliminó esos microorganismos alojados en los poros del material. Una vez que actuaron las sustancias químicas, se realizó una limpieza al vapor para protegerlo.