El psicoanalista y docente rosarino Juan Gonella presentará su nuevo libro "Las herencias rotas. Ensayos freudianos" (Otro Cauce editora), un compendio de sus ensayos escritos a lo largo de una década, en torno a distintas dimensiones de la actualidad freudiana, desde una posición “enteramente personal”. Allí retoma tradiciones rioplatenses del psicoanálisis, y con ensayos en torno a la práctica en consultorio y en su docencia en la Universidad Nacional de Rosario en la cátedra de Psicoanálisis 1.
El convite se realizará el sábado 6 de abril, a las 10 de la mañana, en el Colegio de Psicólogos de Rosario (Dorrego 423), en una presentación en la que acompañarán a Juan Gonella, Carlos Kuri, Patricia Fochi y Edgardo Haimovich. El libro ya se encuentra en librerías de la ciudad. Y su autor es, además, editor de Otro Cauce, la editorial especializada en investigación, formación y atención en psicoanálisis y en filosofía.
Para develar un poco de qué vienen los ensayos esbozados a lo largo de esta década, Mirador entrevistó al psicoanalista, quien detalló que “el libro encuentra en Freud una principal inspiración o un principal motivo para escribir, y es por ello que el subtítulo del libro es 'ensayos freudianos'. Esto es importante porque hay una larga tradición rioplatense del ensayo freudiano que es a un tiempo una escritura inspirada en los temas de Freud, pero sobre todo en la forma de sus textos. Es decir, una escritura que encuentra su rigurosidad en la asociación de ideas, de temas, que encuentra correspondencias inesperadas, que va a buscar no la obviedad del argumento sino el resto impensable, etcétera”.
El libro ya se encuentra en librerías de Rosario.Foto: Gentileza Margarita Cavanagh
Escucha con los ojos
En torno al contenido de estos ensayos, ahondó entonces: “Yo mantengo una relación, digamos, cotidiana con Freud desde tiempos de estudiante. Hay un muy lindo texto de Roger Chartier, un docente e investigador francés que se ocupa de la historia material del libro, que se llama ‘Escuchar a los muertos con los ojos’. Bueno, más allá del color necrológico, es un poco eso lo que hacemos quienes estudiamos un autor, y de esa ‘escucha con los ojos’ intentamos renovar la vigencia vital de los conceptos. Entonces a partir de esa relación cotidiana con Freud, tanto por mi práctica en el consultorio como por mi trabajo en docencia e investigación, hay problemáticas, temáticas, recurrencias que se encuentran en los ensayos del libro”.
Pero aclaró que en los ensayos “además hay vínculos que se extienden desde el pensamiento freudiano a ámbitos aparentemente alejados de la especificidad psicoanalítica: el cine, la música, la literatura. La experiencia estética, que de alguna manera es la forma en la cual podemos pensar cómo un cuerpo es afectado por los objetos que contempla o que lo provocan, lo excitan, lo aburren o lo divierten”.
En torno al título, si bien apreció que la búsqueda es sostener algo de “lo enigmático como todo título”, también esbozó que en “Herencias rotas” se condensan varias cuestiones, que desgranó: “Una de ellas implica una posición de lectura: la herencia rota es aquella que conserva un rasgo para crear lo nuevo. Y ese es un tema histórico ya desde el siglo XIX. Podemos citar a un favorito de Freud, nada menos que Goethe, quien a uno de sus personajes hace decir: ‘lo que has heredado de tus padres, conquístalo para poseerlo’. Cuestión que desarma la presunta continuidad de las generaciones, la supuesta pasividad en la recepción del legado. Recibir es un acto activo, violento; en alguna medida un poco traicionero. Allí se ubica siempre el lector y hay toneladas de literatura sobre eso. El lector inventa un poco sus antepasados librescos. Sin ir más lejos es el tema del clásico ensayo de Borges “Kafka y sus precursores”.
Pero recordó que “hay otro gran escritor del siglo XIX, quien en algún momento escribió que el peso de las generaciones pasadas presiona como un mármol sobre la cabeza de los vivos”. Entonces propuso, como buen psicoanalista: “Si rompemos el mármol se pueden hacer muchas más cosas que soportar el peso aplastante, ¿no?, adornitos, mesadas, esculturas, escalones, etc. Al pasado, a la historia hay que darle trabajo para que no aplaste. De eso se trata un poco el libro, del trabajo que yo le di a los autores y del que ellos me dieron a mí”.
Finalmente, Gonella aclaró que estos ensayos no restringen a la circulación universitaria, “porque no es el único circuito por donde circulan estos temas, aunque sí dialoga con esos espacios académicos”.
Respecto de los claustros universitarios, ahondó: “En ellos se me abrió un mundo que no existía antes para mí y por sobre todas las cosas por los amigos y afectos que encontré allí, de distintas generaciones, con distintos recorridos y de pronto un profesor dice algo que te toca en un lugar y te hace leer o buscar tal libro, y a lo mejor te parece una boludez o la revelación última, lo importante es que allí empieza un camino. Te transmite algo más que saber, te transmite una práctica, porque la lectura es una práctica. No es lo mismo que mirar un video”.
Los ensayos del libro presentan problemas específicos y en ese sentido intentan accionar lecturas, discusiones, reflexiones dentro del ámbito en que estos temas se discuten, y claro que la universidad es uno de ellos.
Características de la obra
Ante la consulta de si es para toda clase de lectores, Gonella aclaró que “no es de divulgación científica”, aunque sí estableció, invitando al desafío: “Es un libro teórico, que tiene terminología específica, supone ciertos recorridos, cierta biblioteca ¿Eso es excluyente? No lo sé. A lo mejor despierta la curiosidad y las ganas de conocer y es una puerta de entrada a temas, lecturas y recorridos que no estaban antes. A mí me ha pasado eso con montones de libros. Eso es lo lindo de leer, practicar la dificultad de los textos”.
Reconoció que publicar libros en estos tiempos, por los costos de impresión de los últimos años, sumado a la realidad económica y social, es una decisión y una inversión en tiempo, trabajo, dinero. “Si de sacar el bandoneón se trata, somos insuperables. Pero lo interesante es justamente eso, que la dificultad, el quilombo (para ser más específico) se termina constituyendo en un motor para hacer cosas. Siempre es imposible hacer cualquier cosa acá. ¿Qué mejor motivo para hacerlas?”.
Fue en este mismo sentido que recordó ser también uno de los editores de Otro Cauce: “Junto con Andrés Palavecino hace 10 años tenemos esta editorial de psicoanálisis y filosofía, contra todo pronóstico, acá en Rosario. Esto no es una declaración de fanatismo, en la rifa de ciudades nos tocó esta. Pero ya que estamos, hagamos algo lindo y es lo que, creo, hacemos desde hace una década”.
Entonces explicó que para ambos, la decisión de editar “implica establecer redes de trabajo lo más sinceras posibles frente a un contexto que siempre es adverso”, y en ese camino eligen “casi artesanalmente la persona que diseña los interiores, al artista que hace las tapas, al técnico artesano que imprime los libros. Y obviamente a las personas que acercan sus materiales, sus textos, que siempre es algo muy íntimo y con lo que hay que ser muy serio”.
Sin dudas, reconoció que “se invierte mucho trabajo en escribir y ese trabajo hay que cuidarlo. Es inversión, es gasto, es esfuerzo y sobre todo eso, es un placer muy grato. Porque, a pesar del bajón habitual, hay un libro más”.
Se reconoció entonces portador de una enfermedad insospechada: “Soy portador positivo de librofilia. Pero, más allá del chiste, no se trata sólo de un fanatismo más. En este caso la hechura del objeto hace referencia a lo que el libro tiene para decir, su materialidad hace a cómo lo leemos. No se leía igual antes de Gutenberg que después de Gutenberg; no se leía igual en algún rincón de la edad media, en épocas de San Anselmo que leía solo y en voz alta, que en el renacimiento o la modernidad cuando la lectura es silenciosa. No se lee igual del celular, de una fotocopia, que de un libro. La materialidad determina la lectura, o por lo menos la condiciona. En fin, un libro es algo más que papel impreso. Ahora, qué objeto extraño que es un libro”.
Gonella reconoció en torno al largo camino de “Herencias rotas”, en el trabajo concluido y que ahora echa a rodar en el mercado librero: “Allí hay textos de distintas épocas, algunos con los que no estoy para nada de acuerdo y otros más recientes. Durante la cuarentena que, mucho que digamos no se podía hacer, me puse a ver los textos que tenía, escribir otros y empezar a imaginar cómo sería un libro. Después de varios intentos salió este. Para mí hay una cosa musical presente, un libro se compone. Entonces uno empieza a estar atento a una especie de trabajo artesanal”.