“Ahora que te retiraste del fútbol, ¿te gustaría ser técnico?”. Esta es una pregunta que se repetía invariablemente y todavía se repite a cada jugador que decide colgar los botines, sobre todo a aquellos que en el campo de juego demostraban inteligencia táctica y estratégica y capacidad de liderazgo. El fútbol es el deporte más popular del planeta, pero a la vez suele ser excluyente y los propios protagonistas miran de costado a los entrenadores que no han pateado una pelota en forma profesional. Sin embargo, de un tiempo a esta parte y a partir de los grandes negocios que se han desarrollado en torno al fútbol, muchos han optado por capacitarse en facetas como las del director deportivo, mánager o dirigente de las instituciones. En Argentina, sobran los ejemplos en la última década de ex jugadores que gambetearon esa “picadora de carne” que es la dirección técnica, para embarrarse aún más en puestos dirigenciales. Los casos de Juan Sebastián Verón y Juan Román Riquelme, actuales presidentes de Estudiantes y Boca, son paradigmáticos.
Los clubes de Rosario no escapan a esta coyuntura. Es verdad que muchos jugadores retirados siguen eligiendo ser técnicos, como sucedió con Cristian “Kily” González en Central o Gabriel Heinze en Newell’s, pero también es una realidad palpable que otros tantos buscan lugares más alejados del campo de juego para trabajar por el crecimiento deportivo, institucional y económico de las instituciones.
“Pejerrey” en aguas bravas
A Gonzalo Belloso nunca le interesó ser director técnico. Cuando jugó en Paraguay, en los últimos años de su carrera, le agarró el gustito a ser dirigente de fútbol. Allí comenzó a relacionarse con directivos de la Confederación Sudamericana de Fútbol, que tiene su sede muy cerca de Asunción, y empezó a transitar un camino que lo llevó primero a ser gerente deportivo de Olimpia, luego director deportivo de la selección paraguaya y más tarde, entre 2016 y 2023, secretario general adjunto de Conmebol y asesor estratégico para Sudamérica en la FIFA.
Toda esa experiencia, Gonzalo Belloso la fue orientando hacia su gran sueño: ser presidente de su amado Rosario Central. Se preparó para ello junto a su esposa, la abogada Carolina Cristinziano, que a lo largo de los años fue sumando trabajo y relaciones en la Asociación del Fútbol Argentino. El matrimonio fue tejiendo una gran conexión con el presidente de AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, y con el secretario ejecutivo Pablo Toviggino. En 2022, a través de un triunfo arrasador en las urnas sobre el candidato del oficialismo Ricardo Carloni, el “Pejerrey” llegó al océano de aguas cristalinas que tanto soñó.
Desde esa victoria arrasadora en las elecciones “canallas” hasta la actualidad, casi todo ha marchado con viento en popa para Belloso. Cumplió su promesa de campaña de poner a Miguel Ángel Russo otra vez en el cargo de entrenador del primer equipo, ordenó la deuda del club a través de una profunda auditoría y puso en marcha el plan de remodelación y ampliación del estadio “Gigante” de Arroyito. En lo deportivo, bajo su breve mandato Central consiguió la clasificación a la Copa Libertadores, continuó con su racha ganadora en los clásicos contra Newell’s y alcanzó la gloria con el título logrado en la Copa de la Liga 2023.
La única crítica que los hinchas esbozan contra la gestión Belloso, es que no tuvo una buena política de contrataciones en el último mercado de pases, como para armar un equipo más competitivo para la exigente Copa Libertadores de América. Pero más allá de algunas voces disonantes, hoy Central se codea con los gigantes del continente y en gran parte se debe a la revolución que el ex delantero hizo desde la presidencia.
Máximo compromiso
Maximiliano Rodríguez es un hombre muy comprometido con la realidad de su Newell’s. Desde el momento en que decidió dejar atrás la comodidad de Liverpool para meterse en el fango “leproso”, se ganó el respeto y la admiración de todo el amplio universo “rojinegro”. En su etapa como futbolista, fue el principal abanderado de una generación de jugadores con jerarquía europea que se juntaron para deslumbrar al fútbol argentino en aquel inolvidable equipo dirigido por Gerardo “Tata” Martino. Junto a Lucas Bernardi, Gabriel Heinze, Diego Mateo, Pablo Pérez, Nahuel Guzmán y compañía, le ratificaron al mundo lo que significaba haber salido de la cantera “leprosa”, la misma que había acunado a un tal Lionel Messi.
A “la Fiera” tampoco le interesó continuar en el fútbol dibujando esquemas tácticos en un pizarrón. A partir de 2021, el año en que decidió ponerle punto final a su extraordinaria trayectoria de jugador profesional, comenzó a interesarse por la gestión estratégica y se interiorizó en los negocios que rodean al fútbol. Viajó por el mundo, aprovechó las relaciones que construyó en sus años de futbolista, se adentró en las experiencias más exitosas de Europa. Pero nunca se apartó de su Newell’s y trató de sumar desde el nuevo lugar que le tocaba.
Entre otras cosas, Maxi trabajó para que la marca Newell’s, ligada a la insuperable imagen de Lionel Messi, siga creciendo en todo el planeta. Organizó un estelar evento en el “Coloso” para celebrar el final de su enorme carrera, con la presencia de la “Pulga”, de Lionel Scaloni y de muchos de los campeones del mundo en Qatar. Y logró algo que parecía imposible: que la hinchada de la “Lepra” ovacionara a Ángel Di María, un ídolo “canalla”. Más tarde, armó el amistoso de Newell’s ante el Inter de Miami en Estados Unidos y fue el impulsor principal del regreso de Ever Banega al club.
La semana pasada, luego de la eliminación de Newell’s en la Copa de la Liga que renovó las críticas de los hinchas hacia la gestión del presidente Ignacio Astore, Maxi Rodríguez volvió a dar la cara por su club y se mostró en el predio de Bella Vista junto al técnico Mauricio Larriera y los jugadores del plantel. No son pocos los que aseguran que Maxi, que hoy es el principal asesor deportivo y de imagen de Newell’s, se está preparando para tomar mayores responsabilidades en la cadena de mando de la institución que le quita el sueño.