Día de la Memoria del Pueblo Inundado

La marca del Salado: cuando el río arrasó un tercio de Santa Fe

El 29 de abril de 2003 ocurrió la peor tragedia de la historia de la capital provincial, que dejó el saldo de 27 muertos por causas directas y más de 150 mil secuelados. El impacto lo sufrieron todos los vecinos de la ciudad.

29-04-2024 | 8:11 |

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Calle Salta, en el acceso al Hospital de Niños, la gente escapaba del agua o iba en busca de un familiar para rescatarlo. Foto: archivo/Alejandro Villar


El martes 29 de abril de 2003 un tercio de la ciudad de Santa Fe quedó bajo el agua. Fue la peor tragedia de la historia de la capital provincial. En una crecida sin precedentes, el río Salado ingresó por la brecha de una defensa inconclusa y dejó bajo el agua a más de 40 barrios del cordón oeste, de norte a sur, afectando a unas 36.890 viviendas distribuidas en 1.296 manzanas. Esto provocó un éxodo masivo y repentino de más de 150 mil vecinos que en pocas horas debieron escapar del agua, abandonando sus hogares y refugiándose en escuelas y otras instituciones del resto de la ciudad a donde no había llegado el río. Una tragedia.

Algunos no lograron escapar de la inundación. El saldo inicial fue 23 muertes por causas directas. Carlos Carpes, Angel Gramajo, Amalia Oliva, Dora Benítez, Julia Peirano, Juan Castillo, María Chamorro, Priscila Andino, Diego Galván, Leticia Pedulla, Roque Zanutigh, Juan Balbuena, Omar Paolín, José Navarro, Roberto De Piano, Ricardo Puchol, Eden Campos, Hugo Galateo, Uriel Castillo, Domingo Cabral, Benigno Kratky, Delia Monzón y Juan Martínez. Casi 6 meses después, el Gobierno reconoció que hubo cuatro muertes más. Agregó a Jairo Maldonado, Rubén Gazziano, Lucía Bovino y Marino Pivato. La cifra oficial trepó a 27 víctimas fatales. La Asamblea de Derechos Humanos denunció que durante los meses posteriores hubo además 107 muertes por causas colaterales, como enfermedades y afecciones psíquicas.

El registro es de la mañana del 30 de abril de 2003. Vecinos de barrio Alfonso, junto al Regimiento 12 de Infantería, escapan del agua que ya había ganado sus casas.Foto: archivo/Alejandro Villar

 

Por varios días permaneció el agua adentro de las viviendas. Muchos vecinos inundados se refugiaron en los techos. Gran parte de la ciudad quedó a oscuras e incomunicada. En los barrios bajo el agua sobrevolaban los helicópteros y por las calles navegaban las lanchas particulares y del Ejército. Mientras que en el resto de la ciudad que quedó a salvo de la furia del río las escuelas se transformaron en refugios para evacuados. Mucha gente estaba perdida o desencontrada.

Dos íconos de esta tragedia son el Hospital de Niños “Dr. Orlando Alassia” y el estadio “Brigadier López”, del Club Colón. Ambos eran nuevos. El hospital había sido inaugurado en 1999 y el estadio de Colón había sido remodelado. Ambos quedaron bajo el agua. Esto causó mucho dolor en toda la sociedad, al igual que ver el FoNaVi San Gerónimo, en el Centenario, también bajo el agua.

Cuando bajó el nivel del río, el agua quedó “atrapada” adentro de la ciudad como en una palangana. Hubo que dinamitar dos tramos de defensas para evacuarla. Poco a poco se escurrió. Las marcas del barro y la podredumbre habitaron por mucho tiempo las viviendas. Muebles destruidos, perros muertos, fotos perdidas. No quedó nada a salvo. Lo que quedó fueron las secuelas materiales y psicológicas en la sociedad. Al tiempo que se intentaba atenderlas se comenzó a reconstruir ese tercio de la ciudad.

El Gobierno nacional destinó fondos y la Provincia creó el Ente de la Reconstrucción, un organismo destinado a la asistencia de los inundados. Otorgó subsidios y distribuyó donaciones que llegaron de todo el país. Tardó mucho tiempo hasta que la gente pudo regresar a sus hogares para repararlos y volver a habitarlos. También hubo quienes nunca volvieron. Lo habían perdido todo.

Los inundados montaron la Carpa Negra por la memoria en la Plaza de Mayo y clavaron cruces para recordar a los muertos, víctimas de la inundación. Durante varios meses, cada 29 se repitieron las manifestaciones, como la marcha de las antorchas. Más tarde las protestas fueron anuales, cada 29 de abril. El pueblo exigió justicia.

Casi 16 años después la Justicia provincial condenó a tres años de prisión de ejecución condicional al ex ministro de Obras y Servicios Públicos de la provincia, Edgardo Berli, y al ex director provincial de Obras Hidráulicas, Ricardo Fratti. El tercer imputado, el ex intendente de Santa Fe, Marcelo Álvarez, falleció antes de la ratificación del fallo judicial. Pese al reclamo de un gran sector de la sociedad, el ex gobernador, Carlos Reutemann, nunca fue involucrado judicialmente en la causa.

El 5 de abril pasado, el gobierno santafesino resolvió no apelar la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe en las causas vinculadas a la inundación de 2003, poniendo fin de esta manera a los reclamos económicos de los damnificados. Decidió así aceptar el fallo y pagar. El fiscal de Estado, Domingo Rondina, dijo que “es inexcusable la responsabilidad por la falta de obras y de previsión de la Provincia, así que en ese sentido condena a la Provincia a indemnizar a todas las familias que sufrieron como consecuencia de la inundación”.

Desde 2021, una Ley provincial recuerda el 29 de abril de 2003 como el "Día de la Memoria y la Solidaridad de la Inundación de Santa Fe y alrededores". La norma establece que ese día se dicten clases alusivas como parte del calendario escolar y que sea una jornada de acción de limpieza, cuidado y preservación de los anillos de defensa de la ciudad.

Los sucesivos gobiernos provincial y municipal debieron trabajar mucho para superar la catástrofe. Se formaron equipos para atender las alertas tempranas de inundación. Se trató de instruir a la población sobre cómo realizar evacuaciones. Y se destinaron millones y millones para intentar mantener de manera segura las defensas y sistemas de drenaje de agua de lluvia.

Una palabra resume el espíritu forjado por los vecinos tras la inundación. Una palabra que habla de esa capacidad de superar las adversidades y dificultades con rapidez y facilidad. No quedó otra que empezar de nuevo. Eso es la resiliciencia del pueblo santafesino.

Desde hace 21 años Santa Fe lleva la marca del Salado.


SANTA FE CIUDAD
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Autor:

Nicolás Loyarte

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