El hogar de tránsito municipal se fundó en junio de 2020. En plena pandemia, desde la Municipalidad de Concordia pensaron una opción para ayudar a hombres que vivían en la calle y abrieron una casa en la zona céntrica.
A la casa que puso a disposición la Municipalidad se sumaron Hogar Alberto Hurtado, operado por la Fundación “Nuestros Cinco Panes” y la Casa de Lázaro, que en la zona sur es administrada por la parroquia Nuestra Señora de Lourdes.
En todos los inmuebles ofrecen albergue nocturno. Quienes se hospedan –en el hogar municipal hombres y mujeres, y en los demás solamente hombres– llegan entre las 18 y las 20, dependiendo de la política del hogar, cenan, duermen y luego de asearse y desayunar salen a hacer sus actividades durante todo el día.
Según explicaron desde el inmueble administrado por la Municipalidad, el compromiso del hogar reside en “brindar la contención necesaria a quienes viven en la calle. Uno de los desafíos más grandes es actuar ante problemáticas como las adicciones y la violencia de género, que han llevado a un aumento en la cantidad de personas en situación de calle”, y aclararon que a esas tareas se suman los otros dos espacios.
Cuando la crisis comienza a golpear, las calles de Concordia comienzan a tener entre su paisaje a mujeres y hombres adultos que pasan el día al aire libre, haciendo actividades como la recolección de cartón para poder subsistir. Esas personas, que no tienen lugar al que volver, son las que hacen que los hogares disponibles tengan ocupadas las camas.
CONTENCIÓN
La licenciada Marcela Dzuryk es la coordinadora de la casa hogar de tránsito de la Municipalidad. En diálogo con Mirador Entre Ríos brindó precisiones acerca de cómo funciona el lugar y el trabajo que llevan adelante durante este invierno.
“La casa hogar de tránsito es un espacio de uso transitorio que brinda la Municipalidad de Concordia para aquellas personas que se encuentra en situación de calle por diferentes razones. Los usuarios, denominados así porque hacen uso de estas instalaciones, ingresan a las 18, se les brinda una merienda y luego se van turnando para bañarse. En el lugar se les proveen los productos de higiene y toallas, y también se les lava la ropa”, contó y agregó que “entre las 20 y 20.30 se sirve la cena, luego tienen un espacio recreativo con la tele y a las 22.30 se da por terminado el día. A las 7 de la mañana del día siguiente comenzamos a dar el desayuno y se retiran de la casa hogar. Como todo dispositivo transitorio tiene un horario de corrido desde las 18 hasta las 9 del otro día. El resto del día queda cerrado”.
Al ser consultada sobre la demanda que tienen durante el comienzo del invierno, explicó: “Nos preparamos para esta ola de frio con más alimento, más frazadas y más vajilla para poder asistir a la mayor cantidad posible de usuarios. Además de la casa habilitamos otro lugar en el que brindamos alimento, aunque allí no ingresan a dormir. No comprobamos que viniera mucha más gente de la habitual, pero sabemos que las otras agrupaciones que brindan este servicio también están recibiendo gente”.
La coordinadora destacó que la ayuda que brindan busca contener a las personas, pero que no tienen como eje de trabajo la reinserción de quienes no tienen un sustento. “No hacemos ese trabajo porque no es la función de un dispositivo habitacional de tránsito, pero sí hemos armado en esta nueva gestión un equipo interdisciplinario que trabaja dentro de las otras direcciones de Desarrollo Social, que abarca las diferentes problemáticas. Son muchas y variadas, desde salud mental, adicciones, ex presidiarios, hasta personas que se quedaron sin nada porque le robaron la casilla u otros que se quedaron varados en Concordia y no pueden volver a su ciudad. Hay que hacer un trabajo profundo”, aseguró.
LA AYUDA DE LOS PADRINOS
Miguel Smitarello es el responsable de la Fundación “Nuestros Cinco Panes”, que administra el Hogar Alberto Hurtado. Allí reciben a hombres que, al igual que en el hogar municipal, pasan la noche y pueden asearse.
En diálogo con Mirador Entre Ríos, contó: “Hay momentos en que los cupos están completos, pero por otros momentos se van liberando los espacios. En nuestro caso podemos decir que hace varias semanas venimos con los lugares llenos, pero lo bueno es que se viene con avances importantes en cuanto a recursos paliativos para hacer frente a esta problemática. Hoy día tenemos más de 50 camas en total en toda la ciudad y hace algunos años siquiera podíamos imaginarnos eso. Hemos crecido y nos preocupamos por ayudar al otro, eso es para valorar”, puntualizó.
Además de la casa para albergar a las personas sin hogar, los integrantes de la fundación también contienen a quienes no quieren ir a ocupar ese espacio. “Los lunes tenemos un grupo de chicos que salen a repartir entre 40 y 45 viandas, en dos vehículos, para tener el encuentro con personas que no quieren ingresar al hogar. Por un lado, se trata personas que están verdaderamente en situación de calle, pero también hay personas que están en situación de vulnerabilidad y que, si bien tienen una casa precaria, están buscando comida en los contenedores”, explicó.
Al referirse a cómo sostienen el lugar, dijo que el gobierno nacional no envía aportes y señaló que “en cuanto a los aportes públicos, recibimos colaboración de la Provincia mediante la tarjeta Sidecreer y desde el Municipio, hace dos meses nos empezaron a ayudar con alimentos como carne, no perecederos y verduras. Esta ayuda nos permite sostener los alimentos del hogar y los fondos en vez de volcarlos ahí, pagamos los sueldos y leyes sociales”.
Además de los aportes gubernamentales, Smitarello habla de “padrinos materiales” que aportan un monto de dinero. “Gracias a eso se sostiene nuestra obra y podemos pagar los sueldos. A veces no alcanza, entonces cubrimos el déficit mensual mediante bono contribución y venta de pollos”.
Finalmente, aseguró que los hogares disponibles trabajan en conjunto. “Nos reunimos para ver cuál es la situación de cada uno, intercambiar pareceres y dar pasos hacia adelante con nuevos proyectos”.
LOS “INVISIBLES”
Mientras la ciudad transita los días más fríos y hay alerta de ola polar, los responsables de las casas de contención siguen pensando cómo mejorar y crecer para seguir ayudando a los que “a veces son invisibles para el resto”.