"El reino de este mundo" publicado bajo el ala de la editorial porteña Maten al Mensajero, brinda ante todo la posibilidad de disfrutar el arte de Rodrigo Terranova, poeta y dibujante dueño de un cierto halo de misterio en nuestro país. Un artista reverenciado por muchos, pero del que a ciencia cierta no se conoce demasiado, o por lo menos no se presenta con la regularidad que obliga la industria del comic -sin embargo en su faceta como escritor ha brindado el presente por lo menos en tres libros de poemas, “Vida de reyes” (Ediciones Paco, 2022); “Caballos a la orilla de la ruta” (Color Ciego Ediciones, 2019) y” Hornero” (Goles Rosas, 2020)-.
El publico si bien lo recuerda especialmente por su trabajo en “La divina oquedad” (2006), tira que realizara para el sitio web del colectivo “Historietas Reales” y que gracias al sello Domus fue recopilada y editada en 2008; lo cierto es que también participo en revistas como “Fierro”, “Lezama”, “Comiqueando” y “La mano”.
En esa inmensa obra que es “Divina oquedad” comenzó a demostrar un genuino interés por la gente de a pie y por el barrio. Ese interés paulatinamente se convirtió en un sello indiscutido para un autor que con “El Reino de este mundo” parece alcanzar su punto más álgido.
La novela gráfica fue realizada especialmente para concursar en el premio “Novela Gráfica Ciudades Iberoamericanas” realizado en España en 2018. Allí, bajo la consigna de retratar ciudades capitales iberoamericanas, Terranova, nacido en Buenos Aires, pero radicado en San Luis, decidió relatar la vida de un joven que llega, tal y como él lo hizo, a la ciudad puntana.
“El reino de este mundo”, a través de tres líneas temporales, cuenta la historia de Diego Balza, un joven que será testigo presencial del paso del tiempo y del crecimiento económico y edilicio del lugar. Su mirada estará atravesada por la entrada y salida de personajes secundarios que le serán, sin dudas, muy cercanos al lector promedio. Es un relato común, con vivencias y preocupaciones de gente común. Hay temas como la falta de dinero, los vínculos, los miedos frente al nacimiento de un hijo, la pasión y la importancia de figuras paternas que llegan sin intenciones de reemplazar nada.
Un relato en el que se mezclan el rock, la poesía, el arte y la historia personal. En el recorrido biográfico propuesto por quien escribe y dibuja, la transformación del barrio aparece íntimamente ligada a la peripecia personal de los personajes. En palabras del autor: "he intentado plasmar los problemas que nos afectan a todos como habitantes de la ciudad, y el deseo de vivir en un mundo que podamos reconocer como nuestro”.
Una historieta terrenal que escapa de la fantasía y del ritmo frenético imperante de estos tiempos ideal tanto para el lector no habituado a las historietas como para aquel preso de los preceptos propios de las tramas de superhéroes.
La obra
La novela gráfica fue realizada originalmente entre febrero y julio de 2018 con el fin de ser presentada a concurso. La edición que ahora tenemos en nuestras manos, publicada a través del sello “Maten al Mensajero”, llegó cuatro años más tarde. La demora, más allá de los tiempos a los que nos tiene acostumbrado su autor, responde a la inclusión de un nuevo capítulo que en su momento la fecha de cierre no permitió terminar.
Se presenta a través de una edición muy prolija de 104 páginas plasmadas en blanco y negro con un formato de 16 x 23 cm. Tiene como firmantes a Santiago Kahn como editor responsable y a Camila Torre Notari encargada de la maquetación. Sin embargo, el nombre que resonará al público será el del historietista argentino José Muñoz - conocido principalmente por su obra Alack Sinner y por su personal manejo del claroscuro -, quién describe perfectamente a la obra en el prólogo de la edición:
“Es tristealegre, afectuosa y vital, lúcida sin llegar a proponer el suicidio. Lágrimas y sonrisas que al asomarse desde estos cuadritos consiguen aliviar nuestras penas. Dentro de este relato se pasean seres perdidos y encontrados, gente que respira entre las páginas de sus vidas. Tramas cotidianas que se hilvanan tejiendo migraciones, recuerdos que se entrometen caracoleando en el presente, frustraciones y anhelos que caminan juntitos de la mano”.
"El reino de este mundo” es una historia humana que no tiene nada de extraordinario. Rodrigo Terranova ha sabido trazar puentes entre el escritor que fue y el que será; y acercar la obra a los del montón, donde estamos metidos mal que nos pese, todos. Conmueve con pequeñas cosas, ya que inunda su trabajo con relatos y situaciones del día a día con la nostalgia como bandera.
George Costanza, uno de los principales personajes de la popular sitcom “Seinfeld”, en el afán de vender su serie a las cadenas de televisión solía describirla como “una serie en la que no pasaba nada”. Es imposible no pensar en la cita una vez leído el trabajo de Terranova. “El reino de este mundo” es un comic en el que lo único que pasa es la vida, y con ella pasa todo.
Existe una línea argumental básica, que guarda muchas similitudes con la historia del propio autor. Así, se narra la vida del joven poeta y dibujante Diego Balza quien llego a la ciudad de San Luis siendo un niño tras abandonar su Isidro Casanova natal. La palabra “cambio” tiene mucha importancia en el trabajo. Diego es testigo de la desaparición de los espacios y la construcción de edificios y de la perdida de esa identidad que caracteriza a un barrio.
La ciudad crece, pero también lo hace su protagonista. El niño da paso al poeta, al artista. Un adulto mucho más maduro y padre de familia. Nada de esto sería posible sin la presencia de otro actor, el escritor y poeta Tristán Lucero, una figura central en la novela gráfica que oficiará como padre adoptivo y mentor de Diego.
El libro se compone de cuatro capítulos y dos intermezzos que irán alternando su contenido de acuerdo a tres líneas temporales: Diego a los 12, 26 y 34 años, comenzando por su etapa más madura. El capítulo inicial servirá para acentuar la profunda relación que el protagonista mantenía con Tristán Lucero, vinculo que se inicia como vecinos de una pensión y que describe a través de una entrevista radial como salido de “Karate Kid”. Terranova culmina esta etapa con una página completa en la que vuelca de manera integra el poema “El limonero” escrito por Lucero mientras Diego lo recita en la radio. Acompaña la página con pequeños recuadros que muestran a los vecinos como atentos oyentes. Poesía e historietas suelen ir de la mano en los trabajos del artista y esta no es la excepción. Aquí incluso se permite una referencia a “Colmillo Blanco” del estadounidense Jack London.
Existen otros dos momentos claves que merecen ser mencionados. El primero de ellos es la narración del encuentro fallido entre Tristán Lucero y Borges. En noviembre de 1976, Lucero debía acompañar al autor de “El Aleph” en su visita a San Luis con motivo de conferenciar sobre la obra del puntano Juan Crisóstomo Lafinur; no obstante la actividad se ve truncada por la llegada de un viejo amor adolescente de Lucero. El vuelo creativo de Terranova alcanza un nivel óptimo en este apartado.
El segundo se da sobre el cierre del libro. Diego, en el medio de una de las clases que comanda, solicita a los alumnos compartir sus objetos favoritos. Allí aparece la historieta, el recorte de viñetas y el juego con ellas. Y sin más, un recuerdo tomará al fin forma al tiempo que comenzará a vislumbrarse el firme puente entre las distintas generaciones. Diego es ahora mentor, el alumno que ahora es maestro.
En cuanto al dibujo, Terranova irónicamente escapa de la estructura y disposición clásicas propuestas por las páginas. Su estilo, si bien no ha cambiado, cuanto menos sorprenderá a los visitantes nuevos. Transita la historia con trazos firmes y gruesos que remiten, porque no, al grabado. Por momentos ofrece dibujos mucho más definidos respecto a sus trabajos anteriores (prestando atención a los fondos y ropa de los personajes); y en otros va a contramano de la representación realista. Sus influencias responden a nombres como Pratt, Fontanarrosa y José Muñoz.
"El reino de este mundo" de Rodrigo Terranova desarrolla la narración de un modo tan natural que resulta imposible abandonar la lectura. Hay historias y personajes entrañables detrás de cada una de las vivencias de Diego Balza. Y si bien sobrevuela una mordaz crítica hacia la urbanización que sufren las ciudades, lo importante es exponer lo fugaz que es nuestro paso en esta vida. Hay poesía (mucha), amistades y amores, sentimientos trabajados desde una genuina emoción y melancolía. Una de las grandes obras del pasado 2022.
El autor
Rodrigo Terranova nació en la provincia de Buenos Aires en 1972, aunque vive desde su adolescencia en San Luis. Es diseñador gráfico. Formó parte de Historietas Reales. Ha publicado “La Divina Oquedad” (Domus, 2007) y en colaboración con Federico Reggiani, “Dos Estaciones” (La Máquina infernal, 2011). También los libros de sonetos “Caballos a la Orilla de la Ruta” (Color Ciego Ediciones, 2019), “Hornero” (Goles Rosas, 2020) y “Vida de reyes” (Ediciones Paco, 2022). Con este tercer poemario conforma así una trilogía que tiene como elemento central también a la ciudad de San Luis.