Entre las numerosas exposiciones que se dieron cita en la pasada edición de la convención de historietas Crack Bang Boom (realizada desde el jueves 17 hasta el domingo 20 de agosto en Rosario) dos contaron con el protagonismo de un mismo nombre. El rosarino Gastón Nicolás Flores presento allí un nuevo libro de historietas que lo tiene como guionista así como su nueva editorial con lanzamiento incluido.
El primero de ellos fue “Silver Sigma”, una suerte de space opera realizada junto al dibujante Sergio Tarquini, en la que se nos cuenta la historia de dos mujeres cazarrecompensas acompañadas por un androide. Una trama sencilla, donde abunda la aventura y en la que se enfrentaran al gremio de los ladrones del espacio. El trabajo se destaca no solo por la técnica con acuarelas adoptada por su dibujante sino por la excelente e inusitada calidad del libro editado por Rabdomantes Ediciones.
El segundo trabajo es el que nos ocupa el día de hoy. Luego de algunas idas y venidas, Flores, finalmente presento “Avalancha”, una antología de historietas cuyo hilo conductor principal es la propia pluma del autor. El trabajo reúne parte de su material ya publicado en revistas como “Términus” y “Quimera”, así como algunas historias completamente inéditas. En cada una de ellas está acompañado por un dibujante distinto quienes brindan un mix de estilos que confluyen correctamente en la edición. Se trata, también, del primer trabajo publicado de “Studio Ergo Sum”, editorial personal que hace el salto al papel con este proyecto.
Actualmente “Avalancha” puede conseguirse en comiquerías y librerías especializadas gentileza de Che Distribución, y solicitándola al correo [email protected].
La obra
Avalancha marca el crecimiento y punto de despegue para una editorial que parecía circunscribirse solo al formato digital. Studio Ergo Sum nació en 2020, año en el que tomar distancia parecía siempre la mejor opción y en el que creció exponencialmente el consumo tecnológico. Llegó como una tienda digital a través de la cual se podían leer algunos relatos gratuitamente, así como acceder mediante un pago al resto del catalogo editorial. La mayoría de las temáticas abordadas respondían a géneros como el fantástico o la ciencia ficción, temáticas en las que sin dudas mejor se desenvuelve su gestor Gastón Flores.
La antología “Avalancha” es su evolución hacia el formato papel, y sirve porque no, como una hoja de ruta o pantallazo general de los intereses o preocupaciones propias del autor. “Después de varios años de trabajar en este espacio (que muchos nos negamos a llamar “industria” o “mercado”, por distintas razones), fui acumulando montañas de guiones, algunos ya dibujados, otros en proyecto; algunos apenas bocetados, otros completos y listos para ser ilustrados. Muchas ideas que se iban sumando a ese cuello de botella que es la edición y la publicación, el paso final, y el más importante para lograr ser (y hacer) lo que más me gusta.
Así que, de pronto, la idea de esta revista antológica se encontró con su nombre. Una catarata, un torrente de cosas que merecía salir a encontrarse con nuevos lectores. Algo que ya no podía esperar más y que cayó por su propio peso, buscando su cauce.
Es por eso que el nombre y la intención de la revista es la misma. Seguir brotando, sumergiéndolos en todas las ideas que continúan saliendo de mi cabeza. Porque incluso cuando no busco nada, ellas me persiguen y me encuentran, y algo hay que hacer con todo eso. ¿Cómo vamos a andar desperdiciando buenas ideas?”, apunta el autor en el prólogo de la edición. El libro se presenta en una edición muy cuidada, con una portada a color a cargo de Gonzalo Martínez, y 48 páginas en blanco y negro dispuestas en el formato americano de 17x24 cm.
Su contratapa reza “Una revista…muchas historias y géneros. Una avalancha de personajes, aventuras y misterios”. Compila un total de siete historias, algunas aparecidas hace unos años en distintas publicaciones y otras realizadas exclusivamente para la presente edición. Como separadores o simplemente para que la vista descanse se dispusieron algunas imágenes a página completa de trabajos y diseños conceptuales ya realizados o que se encuentran en proceso; las mismas corresponden a los dibujantes Milton Sosa, Nacho Yunis y Juan Fioramonti.
El autor abre el juego con “Espiral de sangre”, una historia que ya tiene unos años, con arte a cargo de Juan Frigeri y rótulos de Bruno Chiroleu. El asesinato de una persona frente a las cámaras de seguridad de un museo será el punto de partida para una historia llevadera, si se quiere esotérica, que expondrá la lucha de dos mujeres a lo largo de la historia, siglo tras siglo, vida tras vida. Gráficamente está muy bien, goza de un aire a cómic americano y presenta un correcto uso de los tonos grises.
Le sigue “20 dólares” en dupla con el siempre, siempre, efectivo Lisandro Estherren quien parece llevarse muy bien con las historias donde hay que saldar cuentas (en el mercado local puede conseguirse “El último golpe”, publicada en 2021 por Multiversal). Una breve historia de venganza y violencia que dada su extensión es cuanto menos efectiva. El artista consigue retratar con sus pinceladas aguadas toda la mugre de una ciudad perdida recordando con cada viñeta al cine negro como género.
Acompañado por Sergio Tarquini como dibujante y con rótulos de Bruno Chiroleu, el guionista escribió “Azar” y “Por un compañero”, ambas historias publicadas previamente en Términus (2012 -2016). El dibujo de Sergio Tarquini es de la vieja escuela, correcto y formal y se lleva de maravillas con dos historias que también son muy clásicas. Esta dupla parece no funcionar sin los robots y la ciencia ficción de por medio. En la primera historia, teniendo como marco la lucha de los humanos contra todo aquello que no lo sea, una androide comienza a expresar sentimientos. Algo similar ocurrirá en la segunda, donde un robot, esquivando sus propias directivas se sacrificará por su compañero humano.
Junto a Pablo de Bonis realizó “Exeunt”, que dado su título, tiene al teatro como epicentro. Dos detectives están detrás de “Mina”, una mujer que parece ser la responsable de la muerte de tres actores. Un policial de manual, con giro sobre el final incluido. El dibujo no está mal, pero se encuentra bien lejos de lo que puede ofrecer el talento de Bonis.
Cierran la compilación dos historias con Gonzalo Martínez en la faz gráfica. La primera de ellas es “El dios serpiente”, deidad que a través de un consejo de ancianos se comunica, en este caso, con una tribu para encomendarles cómo actuar frente a diversos conflictos. Un trabajo nuevo que es de lo mejor del tomo. Martínez se permite experimentar con las estructuras de las viñetas y demuestra un excelente uso de sombras y estilos. La segunda es “El recuerdo constante”, una idea simple, enrolada también en la ciencia ficción y ejecutada en apenas dos páginas. Un dibujo correcto y sin ningún intento de virtuosismo. No le sobra nada.
Armar una antología no es fácil, menos aun, diagramar y seleccionar con acierto aquellas historias que integraran un número inicial. Es un formato de publicación que, sin dudas, se va haciendo con el correr de los números, encontrando así, su sello de identidad. En “Avalancha” las historias son cortas, en algunos casos demasiado, y el nivel de las mismas no es del todo parejo. Si bien es un acierto que todas sean autoconclusivas –requisito casi indispensable para este tipo de trabajos– se echa de menos alguna trama un poco más elaborada que se extienda más allá de las cuatro páginas.
Pese a esto, el balance final es altamente positivo. “Avalancha” ofrece siete historias variadas que tienen acaso como principio rector el amor de Gastón Flores por la ficción. Es una antología que goza de buen ritmo y nivel en sus dibujantes, características que auguran un promisorio futuro para la publicación.