La jueza del Tribunal de Juicio y Apelaciones de Paraná, Matilde Federik, pasó a analizar el acuerdo de juicio abreviado que le presentaron el viernes 13 de diciembre el fiscal Ignacio Aramberry y el defensor público, Fernando Callejo, que asiste al imputado Lautaro Nahuel López, de 28 años, que no cuenta con antecedentes, trabaja de albañil y tiene estudios primarios completos. López reconoció que le disparó a Jonathan Villagra con un arma calibre .38 porque aquel y su padre, Oscar Villagra, maltrataban a su hermano, Adrián López, que está en pareja con Gisele Villagra. En la audiencia se conoció que ambos asisten a un establecimiento para personas con capacidades diferentes.
López respondió que aceptaba ser el autor del hecho, ocurrido el 23 de marzo de 2018, entre las 22 y las 22.50, en calles González Pecotche y Avenida Don Bosco, en inmediaciones del arroyo que surca esta última arteria, y por donde se habría escabullido López tras efectuarle a Villagra un disparo mortal con un arma calibre .38 ocasionándole la muerte en el acto. La jueza dará a conocer su resolución el viernes 20, a las 11.
López también aceptó la calificación legal acordada de Homicidio simple, el acuerdo comprendió que se quitara el agravante del uso de arma de fuego de guerra que no fue hallada; y cumplir la pena de ocho años de prisión, se trató del mínimo que comprende aquella calificación. Las partes también solicitaron que se prorrogue la prisión preventiva en la modalidad de arresto domiciliario para que pueda concurrir a su trabajo, hasta que la sentencia quede firme.
El fiscal dio un detallado informe de la Investigación Penal Preparatoria (IPP) que comenzó a sustanciarse con dos sospechosos que luego fueron sobreseídos porque López reconoció ser el autor del hecho. Se trató de Agustín Torrilla y Facundo Werner, de quienes ninguno de los entrevistados por la División Homicidios pudo dar cuenta de la identidad de dos personas que fueron vistas corriendo tras la detonación.
La pesquisa pudo determinar que Torrilla es primo de López, y que este confesó el hecho a varios allegados y terminó presentándose voluntariamente en Fiscalía para que su primo y Werner no pagaran por lo que había cometido él. Ambos fueron sobreseídos por decisión del fiscal. Descartada la hipótesis que transitó respecto de Torrilla y Werner, la lupa se centró en López. Así, los investigadores pudieron reconstruir una conflictiva problemática familiar derivada de los malos tratos a los que era sometido Adrián López por parte de Oscar Villagra y Jonathan Villagra, en supuesta devolución del maltrato que aquel le dispensaría a Gisele Villagra, ambos con capacidades diferentes. Así, la problemática de violencia de género que habría signado la relación de la pareja generando una conflictiva relación entre las familias, se agravó por los alegados malos tratos que recibía el hermano del acusado.
Las partes valoraron en el acuerdo que, si bien no se cuenta con evidencia directa que vincule a López con el crimen, sí se pudo recabar profusa evidencia, por fuera de la compleja conflictividad familiar, que lo ubicó, momentos antes y después, en el lugar del hecho; y fundamentalmente, lo que se consideró una “confesión espontánea” ante familiares directos y allegados, para evitar que dos inocentes paguen por su conducta.
Fiscalía y Defensa consideraron como atenuantes a la hora de considerar el monto de la pena el paso del tiempo, casi siete años después de ocurrido, añadiendo que López no es la misma persona que era en 2018, cuando no tenía trabajo, como ahora, y tenía problemas de consumo de sustancias, que superó.
López pidió dar a conocer los motivos de su reacción, lo que le fue concedido por la jueza que le explicó con palabras sencillas y con un registro popular y llano, los alcances del instituto de juicio abreviado. Así, sin intentar minimizar su conducta, el acusado sostuvo que su hermano “no le pegaba” a Gisele López y añadió que Villagra padre y la víctima, bañaban a su hermano con agua fría, le pegaban, lo maltrataban, no le daban de comer, cuando llovía lo mandaban afuera bajo el agua, lo dejaban tendido ahí y después lo llevaban a casa. Una vez lo llevaron todo moreteado, todo roto, mi vieja se desmayó y el padre le dijo que no haga la denuncia. No me puedo explicar, todavía me duelen las cosas que le hacían”. Federik le manifestó que consideraría sus dichos, aclarándole que la situación que acababa de referir, quedó plasmada en el acuerdo.