Literatura

Fogwill / Viñas/ Piglia: tres escritores que marcaron el andar de la literatura contemporánea

Rodolfo Fogwill (1941-2010), David Viñas (1927-2011) y Ricardo Piglia (1941-2017) fueron tres escritores argentinos que fallecieron en el transcurso de la década pasada, pero cuya letra todavía se sigue escribiendo en la literatura de habla hispana. Repasamos tres cuentos para sumergirnos en sus plumas mediante ficciones de amor contextualizadas en hechos insignias de la historia argentina.
06-01-2022 | 10:21 |

Foto:Gentileza.
Ariel Gustavo Pennisi


Piglia y el desagravio
“Mientras los aviones pasaban en formación y vuelo rasante hacia el río, Fabricio recordó haber leído, hacía un momento, en la pizarra de la prensa: ‘hoy 16 de junio, desagravio a la bandera’” es la línea con la cual el escritor Ricardo Piglia comienza la redacción de su cuento “Desagravio” publicado en el capítulo II de su primer libro de cuentos La invasión fechado en 1967. El cuento en cuestión fue escrito en 1963 y originalmente se publicó en revistas literarias de Buenos Aires sin formar parte de la edición original del libro. En ediciones posteriores se agregó junto a cuatro relatos que el escritor consideraba formar parte de la misma serie.

La historia se vio adaptada para la pantalla chica en formato miniserie de cinco capítulos con el nombre “Las palomas y los aviones” en el año 2016. En la actualidad se puede disfrutar en la plataforma streaming Cine.arplay. Es la ficción del director Maximiliano González altamente recomendable por las destacadas actuaciones del rosarino Luis Machín, Violeta Urtizberea y Martín Slipak que le otorgan una gran atmosfera al drama histórico de tinte documental.

Cabe señalar que el cuento no es el único relato que forma parte de la ficción, pero no quiero detenerme en ella, sino en la narrativa de la ficción, donde se pueden ubicar dos tramas siempre latentes en la historia argentina. Por un lado la que constituye el contexto de la historia, el hecho histórico y trágico en sí, definido por Piglia como un “hecho criminal de la historia argentina”. Refiero al bombardeo del 16 de junio de 1955 por parte de la marina de guerra a la plaza de Mayo y el centro de Buenos Aires asesinando a cientos de ciudadanos indefensos. En ese contexto, siendo la fría mañana de junio, Fabricio quien es el protagonista de lo que podía considerarse como trama principal, deja su óptica sin atender y se dirige al bar La Recova en busca de Elisa, su esposa que lo ha abandonado. Ante la negativa de esta, comete el segundo desagravio de la historia.

Negando el deseo de Elisa, no soporta la frustración del abandono: “No mientas, todo va a ser igual que antes. Yo ya te perdoné” el ruido es seco, se mezcla con el de las bombas, es un ruido más, es un feminicidio. Dos tramas que se entretejen en dos crímenes impunes.

Entre las obras destacadas del autor, no podemos dejar de mencionar: “Respiración Artificial” (1980), “La ciudad ausente” (1992), “Plata quemada” (1997), “Los diarios de Emilio Renzi” (Trilogía 2015-2017) o guiones para cine y televisión como el destacado para la miniserie “Los siete locos y los lanzallamas” (2015).

Viñas y “La señora muerta”. No es no
Podríamos decir siguiendo la línea de este gran escritor antiperonista que era David Viñas: “A la gente le gusta esperar algo, cualquier cosa…”. La gente se enfrenta a sus proyectos truncos, aferrándose a la esperanza de algo que alivie el dolor de su existir. La gente se aferra, la gente que conforma al pueblo. El pueblo se aferra a los ritos, las ilusiones, para aliviar el dolor de la existencia, soportar su finitud. Y ahí está el pueblo descripto por el gran testigo de su tiempo como lo era David Viñas. El pueblo del autor está aferrado a su dama. Esperando, aliviándose en la espera y el necesario velo del ritual. La historia comienza en el sepelio de María Eva Duarte de Perón (Evita). Comienza en la cola, allí donde el pueblo se abraza. El cuento aparece en el único libro de relatos del escritor, “Las malas costumbres” (1963), pero se puede leer por internet ya que se encuentra digitalizado en varios portales. Su aconsejable lectura no demandará más de 15 minutos. No es un relato extenso aunque sí lo es testimonial. Casi un documento histórico.

Moure es el varón, unos de los protagonistas de la historia. Es un fiel estereotipo del macho porteño que todo lo sabe y no pierde oportunidad. El varón que solo busca presa y que poco le importa el pueblo, solo la estadística de la conquista. Mostrar su hombría como bien espera la muchachada porteña que haga, como bien espera el patriarcado. Conquistar siempre sin importar el contexto. Por eso está entre el pueblo en la cola, sin importar el sentir del otro y por eso dice: “Inmundicia es lo que se está quemando (…) hace dos días que vienen haciendo lo mismo”. Nada importa, solo el simulacro de la seducción. Para eso fue y allí está.

Moure también representa aquel sector de la sociedad que siempre rechazó al pueblo. Que siempre lo objetivó en beneficio propio y así muy bien Viñas lo expresa en boca del personaje que se queja cuando nada hay abierto en Buenos Aires, cuando en el taxi observa que no podrá consumir sus deseos exclamando “- ¡Es demasiado por la yegua esa!”, encontrando el no de la mujer que hasta el momento era su conquista: “Eso sí que no se lo permito”. Permitió todo el atropello del macho, pero como dice José Pablo Feinmann en su análisis de este gran cuento de época: “Si alguien les dice yeguas a las mujeres por las que han decidido ser representados, dirán con simpleza, pero para siempre: –Eso sí que no se lo permito”.

En su extensa obra, Viñas se destacó por escribir guiones para montajes cinematográficos del maestro Fernando Ayala, entre los que se destacan el clásico “El Jefe” (1958) y “El candidato” (1959). Entre sus novelas se destacan “Hombres a caballo” (1967), “Cuerpo a cuerpo” (1979), “Prontuario” (1993).

La Cola de Rodolfo Fogwill
Una atmósfera similar al cuento de David Viñas recorre el contexto de otro cuento escrito por otro escritor que podríamos calificar de antiperonista. La misma atmósfera narrativa parece atravesar los dos cuentos que separan dos hechos históricos que marcaron a fuego la historia de nuestro país y que aparecen en el trasfondo como soporte de la historia de amor en la trama narrativa. Dos hechos separados por casi 22 años. Dos colas y dos funerales. El funeral de Evita ocurrido el 26 de julio de 1952 (narrado por Viñas en 1963, en plena transición de los gobiernos de José María Guido-Arturo Umberto Illia) y el funeral con cola de por medio de Juan Domingo Perón ocurrido a partir de su fallecimiento el 1º de julio de 1974 y narrado mágicamente por Rodolfo Fogwill el mismo año de los acontecimientos, casi como si fuera una crónica periodística.

La historia narrada en primera persona transcurre tras los ojos y pluma del protagonista quien poco le interesa lo que ocurre. Amanece en los brazos de Mariana, una estudiante mendocina que vino a Buenos Aires a un congreso sobre Educación Técnica y terminaron en una fiesta en el departamento del narrador. Se despiertan a las 6, luego de una larga trasnoche que culminó con el amanecer. El goce terminó, lo convoca la actividad laboral. Todos ya disfrutaron, incluso las estudiantes peronistas que poco parecen interesarse por la muerte del líder.

Distintas líneas nos sumergen en la atmósfera del momento. Los medios ven su negocio “el gremio gráfico ha resuelto no imprimir otra información, los diarios solo contienen crónicas del sepelio”. El relato es una fiel radiografía de la incertidumbre del contexto, con imágenes que podrían acreditar valor fotográfico. “Un hombre comenta: ‘Están desde la madrugada’ señalándome una pareja de ancianos con dos chicos sentados en el suelo”.

El pueblo de Fogwill espera y se aferra a los rituales como el pueblo de Viñas. “Pobre gente: no pueden calcular contra el absurdo de continuar en la cola y volver al calor de sus casas?”. El antiperonismo del autor encuentra su límite en la sensibilidad del registro.

Algo pesquisa en la incertidumbre que genera la ausencia del líder que poco lo identifica: “-Y los milicos… ¿qué creés que harán? -Se guardarán.” Su registro es sensible, porque siente empatía, al igual que Viñas, con el sentimiento de orfandad que ven en el pueblo, en la gente que espera en vano en el ritual. Ya nada será lo mismo y el autor lo registra para la eternidad: “Este velorio, comparado con el de Evita, es un fracaso total” (…) “es que no está Perón, y sin Perón todo fracasa”.

Hasta el día de la fecha, solo se conocen 22 cuentos de este particular escritor del que alguna vez el gran Horacio González supo decir: “Buscar una razón que sea más fuerte que el azar de vivir es para Fogwill una razón narrativa”. Sus cuentos escritos durante cuatro décadas se pueden leer en un tomo recopilatorio de editorial Alfaguara. Entre sus obras destacadas se encuentra el ya clásico “Los Pichiciegos” (novela de ficción ambientada en las Islas Malvinas y escrita durante el conflicto bélico en 1982), “La experiencia sensible” (2001) y “Runa” (2003).



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