Foto:Gentileza: fridakahlo.org.
El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires - Fundación Costantini (MALBA), que desde su creación en 2001 preserva y difunde arte latinoamericano desde principios del siglo XX hasta la actualidad, exhibirá a partir del 26 de agosto el cuadro Diego y yo (1949), de la pintora mexicana Frida Khalo.
La muestra en el MALBA ocupará el primer piso del edificio ubicado en av. Figueroa Alcorta 3.415 de CABA y pondrá en diálogo las obras de la colección del museo –entre ellas, “Autorretrato con chango y loro” (1942), también de Kahlo– con las adquisiciones recientes de la colección personal de Eduardo Costantini, su fundador.
Tras haber sido adquirida por el empresario por 34,8 millones de dólares en un remate de Sotheby’s, en Nueva York, en noviembre del 2021, Diego y yo ostenta un precio récord en el arte latinoamericano y próximamente se presentará en público después de haber permanecido más de veinticinco años fuera del circuito de exhibición internacional.
Diego y yo es el último autorretrato pintado por Frida antes de su muerte en 1954 y muestra en su propio rostro el de Diego Rivera a modo de tercer ojo (en la frente de Diego, a su vez, hay un tercer ojo). Sus dimensiones son de 28 por 22 centímetros; el autorretrato muestra a Frida llorando, mientras en su frente, apoyado sobre las cejas, se reproduce el retrato de Rivera, con quien la pintora estuvo unida en una tempestuosa y extensa relación.
Frida Khalo en México
Para adentrarse en la biografía creadora de la artista, puede visitarse personalmente y on line en Coyoacán, en la capital mexicana, la Casa Azul, actual Museo Frida Kahlo, que compartiera junto a Diego Rivera. La casa perteneció a la familia Kahlo desde 1904 (Frida nació en 1907); el padre de la pintora, el fotógrafo Guillermo Kahlo, la construyó según la usanza de la época, con un patio central con los cuartos rodeándolo y el exterior, afrancesado. Con posterioridad, fueron Frida y Rivera quienes le imprimieron lo que hoy es su sello particular: los colores y la decoración popular que transmiten la admiración por los pueblos originarios de México. Importantes visitantes tanto mexicanos como extranjeros se hospedaron en la vivienda, recibidos por la pareja de artistas. En 1958, de acuerdo con la voluntad de Rivera -quien, a su vez, respetó el deseo de Frida- se abrió la propiedad al público, convirtiéndola en museo.
En él pueden visitarse, entre otras dependencias, la cocina y el comedor de la casa, con platos y vasijas que revelan la influencia de la cultura mexicana también en su estilo gastronómico. Además, pueden conocerse el estudio de Frida, su recámara y la biblioteca. Resulta impactante ver las camas (una de día y otra de noche) en las que la artista pintaba en los períodos en que estuvo inmovilizada debido a las consecuencias del accidente que sufrió en 1925. Tenía 19 años cuando el autobús en el que viajaba fue arrollado por un tranvía y sufrió múltiples heridas, su columna vertebral quedó fracturada y tuvo que someterse a más de treinta operaciones quirúrgicas a lo largo de su vida.
En un sector del jardín, en la pirámide, se exhiben piezas prehispánicas. Cruzándolo, en un edificio anexo, entre otros objetos personales (también sus muletas y corsés), se exhibe en vitrinas la ropa de Frida, quien se caracterizó por llevar vestimentas típicas regionales de su país, en especial los trajes de Tehuana.
Estos son propios de las mujeres zapotecas y están formados por tres partes: un huipil o blusa geométrica, una falda larga con enaguas, y un tocado floral, muchas veces complementado con aros y collares. Esta exposición, llamada “Las apariencias engañan: los vestidos de Frida Kahlo” es la primera realizada a partir del guardarropa de la artista, descubierto en 2004 en un cuarto de baño en la Casa Azul, y pretende explorar la identidad de la pintora, expresada a través de la imagen visual que construyó con la elección de su ropa.
En cuanto a la colección permanente del museo, incluye las obras Frida y la cesárea (de 1931, inconcluso), Naturaleza muerta (1942), Mi familia (1949, inconcluso), Retrato de mi padre Wilhem Kahlo (1952) y Viva la vida (1954).
Si bien la artista vivió en distintos lugares de México y pasó tiempo en el exterior, siempre volvió a la casa familiar de Coyoacán, en donde murió en 1954. Es por eso que se considera que la Casa Azul representa su universo íntimo. Se accede al recorrido virtual a través de https://www.museofridakahlo.org.mx/es/el-museo/visita-virtual/
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