Para Cristian, que hizo la secundaria en el EET N° 41 de Avellaneda y es estudiante de la carrera de ingeniería mecánica de la UTN Santa Fe, la pasión por los fierros viene de familia. Foto: Mirador Provincial.
Gustavo Capeletti
[email protected]
Cristian “Nito” Reniero no tiene dudas. “Hasta que no vuele, no lo voy a dejar. Esto va a andar”, afirma, y evidencia el tesón que pone en su emprendimiento. Nada menos que la construcción desde cero de un helicóptero experimental, con el total de las piezas fabricadas en el “tallercito” de su casa de Avellaneda. Cuando se describe “todas las piezas”, es así, literalmente. “Para mí es un desafío personal, entonces decidí que todo sea fabricado acá, desde las palas, el rotor y hasta la última tuerca”.
Para este joven de 23 años, que hizo la secundaria en el EET N° 41 de Avellaneda y es estudiante de la carrera de Ingeniería Mecánica de la UTN Santa Fe, la pasión por los fierros viene de familia, se lleva en la sangre. Si hasta usa para trabajar el delantal que heredó de su abuelo Armando, que además le regaló, cuando apenas tenía 4 años, ¡un banco de pruebas y una morsa!
Intrépido por donde se lo mire, tiene una mirada vivaz que denota inteligencia y una sonrisa que contagia, una voz serena, pero animada, con la que explica todo con facilidad. Nito, vale decirlo, destila optimismo y confianza. Y eso le da un valor agregado a su empresa: dar forma y vida a una de las “máquinas mecánicas más complejas creadas por el hombre. Es que no hay en la naturaleza una especie de la que pueda copiarse el equilibrio de un helicóptero, su sustentación en el aire”.
En el lugar de creación, recibió a Mirador Provincial, contento de que se haga público su reto, el de volar subido al que seguramente se convirtió en su mayor sueño desde que pisó un taller, allá, en su primera infancia.
— ¿Cómo se te ocurrió la idea?
— Principalmente, siempre digo que de fabricar máquinas no surge de un día para otro, yo vengo haciendo muchas cosas. He fabricado cinco motos, dos areneros, máquinas mecánicas que van desde cuestiones alimenticias hasta lo que tenga que ver con la competición de autos, motos o lo que fuese. En Santa Fe me dedico a hacer la parte de diseño del aparato en sí y en Avellaneda construyo. Entonces, esto aparece como para poder mostrar en algo todo lo que uno sabe, porque obviamente se utilizan muchos tipos de materiales y de herramientas. Estudio ingeniería mecánica, estoy en cuarto año en Santa Fe y todo esto acá lo hago en el tallercito de mi casa en Avellaneda cuando puedo ir, un fin de semana por medio, más o menos.
— ¿Por qué un helicóptero?
— De pibe he hecho casi cualquier cosa, hasta he vendido pulseritas para ganarme la vida. Esto es simplemente un desafío personal y demostrar todo lo que puedo en una máquina. ¿Y por qué un helicóptero? Porque es la máquina más completa que ha creado el hombre, así se la caracteriza. Es hasta quizás dos veces más difícil que hacer un avión.
— ¿Cómo se explica eso?
— Eso tiene explicación en lograr el equilibrio que logra en vuelo un helicóptero, mantener un helicóptero en un vuelo estacionario es muy complicado, y en la naturaleza no hay ninguna especie que se asemeje para poder copiar esa cualidad, y eso es lo que hace desafiante para el humano.
— ¿Cuánto tiempo hace que estás trabajando en esto?
— Todo se dio de un día para otro, no soy un loco de la aviación, tengo conocimientos mecánicos, pero no el fanatismo de lo que tenga que ver con la aviación, comenzó hace un año y siete meses y hoy por hoy estoy en un 80 por ciento de la fabricación. Este año me gustaría poder hacer por lo menos las primeras pruebas.
— ¿Te nutriste de conocimientos de expertos en el tema? ¿Recibiste apoyo?
— Hoy que ya casi no necesito porque tengo casi todo definido, sí tengo mucha gente que me apoya. Pero en sus primeras instancias, cuando estaba en la parte de diseño no tenía a mi lado gente que conozca de esto. En este tema los conocimientos son muy puntuales, o sea que no podía recurrir a un profesor entonces me basaba en mis conocimientos empíricos y en lo que podía rescatar de imágenes o fotos. Y sí algunos señores a los que le comentaba por Facebook y me daban alguna mano con algunas imágenes claves que me podía sacar las dudas.
— ¿Cuáles son las características técnicas de la aeronave?
— Tiene una sola pala principal, un solo rotor de cola como un helicóptero convencional, no va a tener fuselaje, va a ser abierto; entraría dentro de una característica experimental. La motorización es de un motor de una moto de nieve de marca Rotax que lo conseguí de pura casualidad en Recreo y tiene más o menos 70 hp. La máquina tendría unos ocho metros de punta a punta, y por cuestiones económicas la estructura la hice con materiales que tenía en la zona, en este caso con caños utilizados para hacer instalaciones eléctricas. Las partes que son de aluminio son todas sacadas de chatarrerías de Avellaneda, y en algunas partes del rotor principal que es donde se sostienen las palas (las hélices, aunque no se llamen así) sí lleva aluminio que yo conozco la procedencia y tuve que comprarlo nuevo. Las palas podrían comprarse hechas, pero como es un desafío personal las hago yo en un ciento por ciento, hasta las tuercas son de fabricación propia.
Escala
— Si va todo bien, ¿pensaste en la proyección que podés tener como fabricante?
— Respecto de los fines que podría tener, para mí ya sería una satisfacción extremadamente grande que despegue, no es poca cosa lograr hacerlo. Entonces a qué me llevará eso, no lo puedo saber todavía. El vuelo de bautismo depende de cómo voy en la facultad y el empeño que le ponga. A la vez también influye cómo me vaya en mi trabajo, porque no tengo a nadie que me respalde en esto y lo hago a puro pulmón. Me dedico a fabricar máquinas y a otros trabajos para poder juntar la moneda para poder construirlo.
— Se nota que esta pasión la llevás en la sangre...
— Mi padre es fierrero y mi abuelo era fierrero, de hecho, cuando cumplí cuatro años mi abuelo don Armando, que falleció cuando era chico, me regaló un banco de trabajo y una morsa, y hoy uso el delantal que él usaba en el taller. De parte de mi madre heredé la energía de los Paduán, es una mujer muy activa, y yo uso toda esa energía para trabajar.
— Más allá del entusiasmo y la adrenalina que te produce este desafío, ¿sos consciente de los riesgos que conlleva?
— Yo sentí en una situación donde a eso lo tenés que tener muy en claro y de cada cosa vos tenés que saber lo suficiente como para arriesgar tu vida en eso. Es decir, yo llegué a este punto porque considero que sé lo suficiente como para apretar una tuerca al punto de confiar mi vida en eso. Es así, cualquier cosa que falle... ¡nos vemos Nito, ja, ja! Fuera de broma, por ahí viene la mano, tenés que estar en todo ciento por ciento seguro. Sé que hay que basar todo en muchos conocimientos para que eso no pase.
— ¿Qué monto de dinero vas invirtiendo?
— Voy gastando casi 60 mil pesos. En definitiva, esto va a andar o muero en el intento, pero no lo estoy haciendo para perder el tiempo. Me refiero a que estoy invirtiendo muchas horas de esto y hasta que no vuele no voy a dejar. Esto va a andar, digamos.
— ¿Y qué te dicen tus amigos, tus compañeros de estudio?
— Tengo 23 años, estudio desde los 19 años, y por menos me faltan dos años para terminar la carrera. A mis compañeros y mis amigos no les parece para nada raro porque ya me conocen. Tampoco es fácil tener en claro la dimensión de este emprendimiento, ni para mi familia. Hasta yo tampoco la sabía hasta hace un tiempo cuando, por ejemplo, me llamaron de Buenos Aires para dar una charla. Ahí realmente me di cuenta de la importancia. En el ámbito académico primero tuve algunos recelos, recién hoy por hoy se valora un poco más. Por eso a mí no me gusta que decir que yo hago esto porque estudio ingeniería, porque la verdad es que no tiene nada que ver.
— Las primeras pruebas, ¿para cuándo están previstas?
— Este año casi seguro que hago las primeras pruebas, eso no implica que esta máquina salga a volar. Mucho tienen que ver las cuestiones económicas también. En principio lo pienso atar o hacer algún simulador para poder probarlo. No soy piloto, un curso de piloto de helicóptero es hoy impagable. No tengo miedo, pero soy consciente de que cualquier falla destruiría todo lo que hice. Quizás se lo pueda dar a un piloto profesional que lo pruebe. Simplemente que en la etapa inicial de las pruebas pueda hacerlo levitar, aunque más no sea a un metro de altura, ya va a ser algo extraordinario. Agradezco mucho a mi familia y a mis amigos que apoyan, que ayudan, que limpian el taller.
“Esto va a andar o muero en el intento, pero no lo estoy haciendo para perder el tiempo. Me refiero a que estoy invirtiendo muchas horas de esto y hasta que no vuele no voy a dejar. Esto va a andar, digamos”.
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Cristian “Nito” Reniero no tiene dudas. “Hasta que no vuele, no lo voy a dejar. Esto va a andar”, afirma, y evidencia el tesón que pone en su emprendimiento. Nada menos que la construcción desde cero de un helicóptero experimental, con el total de las piezas fabricadas en el “tallercito” de su casa de Avellaneda. Cuando se describe “todas las piezas”, es así, literalmente. “Para mí es un desafío personal, entonces decidí que todo sea fabricado acá, desde las palas, el rotor y hasta la última tuerca”.
Para este joven de 23 años, que hizo la secundaria en el EET N° 41 de Avellaneda y es estudiante de la carrera de Ingeniería Mecánica de la UTN Santa Fe, la pasión por los fierros viene de familia, se lleva en la sangre. Si hasta usa para trabajar el delantal que heredó de su abuelo Armando, que además le regaló, cuando apenas tenía 4 años, ¡un banco de pruebas y una morsa!
Intrépido por donde se lo mire, tiene una mirada vivaz que denota inteligencia y una sonrisa que contagia, una voz serena, pero animada, con la que explica todo con facilidad. Nito, vale decirlo, destila optimismo y confianza. Y eso le da un valor agregado a su empresa: dar forma y vida a una de las “máquinas mecánicas más complejas creadas por el hombre. Es que no hay en la naturaleza una especie de la que pueda copiarse el equilibrio de un helicóptero, su sustentación en el aire”.
En el lugar de creación, recibió a Mirador Provincial, contento de que se haga público su reto, el de volar subido al que seguramente se convirtió en su mayor sueño desde que pisó un taller, allá, en su primera infancia.
— ¿Cómo se te ocurrió la idea?
— Principalmente, siempre digo que de fabricar máquinas no surge de un día para otro, yo vengo haciendo muchas cosas. He fabricado cinco motos, dos areneros, máquinas mecánicas que van desde cuestiones alimenticias hasta lo que tenga que ver con la competición de autos, motos o lo que fuese. En Santa Fe me dedico a hacer la parte de diseño del aparato en sí y en Avellaneda construyo. Entonces, esto aparece como para poder mostrar en algo todo lo que uno sabe, porque obviamente se utilizan muchos tipos de materiales y de herramientas. Estudio ingeniería mecánica, estoy en cuarto año en Santa Fe y todo esto acá lo hago en el tallercito de mi casa en Avellaneda cuando puedo ir, un fin de semana por medio, más o menos.
— ¿Por qué un helicóptero?
— De pibe he hecho casi cualquier cosa, hasta he vendido pulseritas para ganarme la vida. Esto es simplemente un desafío personal y demostrar todo lo que puedo en una máquina. ¿Y por qué un helicóptero? Porque es la máquina más completa que ha creado el hombre, así se la caracteriza. Es hasta quizás dos veces más difícil que hacer un avión.
— ¿Cómo se explica eso?
— Eso tiene explicación en lograr el equilibrio que logra en vuelo un helicóptero, mantener un helicóptero en un vuelo estacionario es muy complicado, y en la naturaleza no hay ninguna especie que se asemeje para poder copiar esa cualidad, y eso es lo que hace desafiante para el humano.
— ¿Cuánto tiempo hace que estás trabajando en esto?
— Todo se dio de un día para otro, no soy un loco de la aviación, tengo conocimientos mecánicos, pero no el fanatismo de lo que tenga que ver con la aviación, comenzó hace un año y siete meses y hoy por hoy estoy en un 80 por ciento de la fabricación. Este año me gustaría poder hacer por lo menos las primeras pruebas.
— ¿Te nutriste de conocimientos de expertos en el tema? ¿Recibiste apoyo?
— Hoy que ya casi no necesito porque tengo casi todo definido, sí tengo mucha gente que me apoya. Pero en sus primeras instancias, cuando estaba en la parte de diseño no tenía a mi lado gente que conozca de esto. En este tema los conocimientos son muy puntuales, o sea que no podía recurrir a un profesor entonces me basaba en mis conocimientos empíricos y en lo que podía rescatar de imágenes o fotos. Y sí algunos señores a los que le comentaba por Facebook y me daban alguna mano con algunas imágenes claves que me podía sacar las dudas.
— ¿Cuáles son las características técnicas de la aeronave?
— Tiene una sola pala principal, un solo rotor de cola como un helicóptero convencional, no va a tener fuselaje, va a ser abierto; entraría dentro de una característica experimental. La motorización es de un motor de una moto de nieve de marca Rotax que lo conseguí de pura casualidad en Recreo y tiene más o menos 70 hp. La máquina tendría unos ocho metros de punta a punta, y por cuestiones económicas la estructura la hice con materiales que tenía en la zona, en este caso con caños utilizados para hacer instalaciones eléctricas. Las partes que son de aluminio son todas sacadas de chatarrerías de Avellaneda, y en algunas partes del rotor principal que es donde se sostienen las palas (las hélices, aunque no se llamen así) sí lleva aluminio que yo conozco la procedencia y tuve que comprarlo nuevo. Las palas podrían comprarse hechas, pero como es un desafío personal las hago yo en un ciento por ciento, hasta las tuercas son de fabricación propia.
Escala
— Si va todo bien, ¿pensaste en la proyección que podés tener como fabricante?
— Respecto de los fines que podría tener, para mí ya sería una satisfacción extremadamente grande que despegue, no es poca cosa lograr hacerlo. Entonces a qué me llevará eso, no lo puedo saber todavía. El vuelo de bautismo depende de cómo voy en la facultad y el empeño que le ponga. A la vez también influye cómo me vaya en mi trabajo, porque no tengo a nadie que me respalde en esto y lo hago a puro pulmón. Me dedico a fabricar máquinas y a otros trabajos para poder juntar la moneda para poder construirlo.
— Se nota que esta pasión la llevás en la sangre...
— Mi padre es fierrero y mi abuelo era fierrero, de hecho, cuando cumplí cuatro años mi abuelo don Armando, que falleció cuando era chico, me regaló un banco de trabajo y una morsa, y hoy uso el delantal que él usaba en el taller. De parte de mi madre heredé la energía de los Paduán, es una mujer muy activa, y yo uso toda esa energía para trabajar.
— Más allá del entusiasmo y la adrenalina que te produce este desafío, ¿sos consciente de los riesgos que conlleva?
— Yo sentí en una situación donde a eso lo tenés que tener muy en claro y de cada cosa vos tenés que saber lo suficiente como para arriesgar tu vida en eso. Es decir, yo llegué a este punto porque considero que sé lo suficiente como para apretar una tuerca al punto de confiar mi vida en eso. Es así, cualquier cosa que falle... ¡nos vemos Nito, ja, ja! Fuera de broma, por ahí viene la mano, tenés que estar en todo ciento por ciento seguro. Sé que hay que basar todo en muchos conocimientos para que eso no pase.
— ¿Qué monto de dinero vas invirtiendo?
— Voy gastando casi 60 mil pesos. En definitiva, esto va a andar o muero en el intento, pero no lo estoy haciendo para perder el tiempo. Me refiero a que estoy invirtiendo muchas horas de esto y hasta que no vuele no voy a dejar. Esto va a andar, digamos.
— ¿Y qué te dicen tus amigos, tus compañeros de estudio?
— Tengo 23 años, estudio desde los 19 años, y por menos me faltan dos años para terminar la carrera. A mis compañeros y mis amigos no les parece para nada raro porque ya me conocen. Tampoco es fácil tener en claro la dimensión de este emprendimiento, ni para mi familia. Hasta yo tampoco la sabía hasta hace un tiempo cuando, por ejemplo, me llamaron de Buenos Aires para dar una charla. Ahí realmente me di cuenta de la importancia. En el ámbito académico primero tuve algunos recelos, recién hoy por hoy se valora un poco más. Por eso a mí no me gusta que decir que yo hago esto porque estudio ingeniería, porque la verdad es que no tiene nada que ver.
— Las primeras pruebas, ¿para cuándo están previstas?
— Este año casi seguro que hago las primeras pruebas, eso no implica que esta máquina salga a volar. Mucho tienen que ver las cuestiones económicas también. En principio lo pienso atar o hacer algún simulador para poder probarlo. No soy piloto, un curso de piloto de helicóptero es hoy impagable. No tengo miedo, pero soy consciente de que cualquier falla destruiría todo lo que hice. Quizás se lo pueda dar a un piloto profesional que lo pruebe. Simplemente que en la etapa inicial de las pruebas pueda hacerlo levitar, aunque más no sea a un metro de altura, ya va a ser algo extraordinario. Agradezco mucho a mi familia y a mis amigos que apoyan, que ayudan, que limpian el taller.
“Esto va a andar o muero en el intento, pero no lo estoy haciendo para perder el tiempo. Me refiero a que estoy invirtiendo muchas horas de esto y hasta que no vuele no voy a dejar. Esto va a andar, digamos”.
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