La dramaturgia de Daniel Feliu vuelve al escenario, esta vez en el teatro de La Vigil (Alem 3086). Una oportunidad única, para volver a reír y reflexionar sobre el deseo y el paso del tiempo.
Anotaciones y reflexiones
La sala está oscura, la luz se prende e ilumina el centro del escenario. Hay un presentador, con dos estatuillas. Son las entregas del Martín Fierro, el premio más prestigioso para el periodismo, la televisión y la radiofonía en nuestras tierras. Es el momento del recuerdo y el tipo habla: “Ellas son dos glorias vivientes del espectáculo argentino”. No todo queda ahí, la memoria es siempre con un otro, “quizás la recuerden en aquellas pantallas en blanco y negro, que se tornaban de mil colores cada vez que ellas aparecían”, dice.
Hace una pausa y lee el papel que funciona como machete para recordarles al público el nombre de las glorias perdidas. El es joven, y poco familiarizado con las piezas del museo del espectáculo, pero cumple muy bien con la tarea.
Las viejas entran en escena, y con ellas mucho más que una comedia.
Una oportunidad única, para volver a reír y reflexionar sobre el deseo y el paso del tiempo.Foto: gentileza
“Quiero decir que lo más bonito de esta noche, es volver a estar de este lado del escenario”, dice Oliva Bazán acompañada de Mecha Ordóñez, quien agrega “agradecemos mucho las estatuas, pero el mayor reconocimiento para nosotras sería volver a trabajar”. El desafío está claro, más allá del humor que el argumento plantea, está el drama y su costado existencial.
“Es hermosa la vida. Me gusta ser, me gusta estar”, dijo Dolina en una reciente entrevista, luego de su pregunta retórica, “¿quiere hacer algo la ciencia por mí?, bueno hágame inmortal”. En el alfa y omega de su pensamiento filosófico, llenó de significado el vacío existencial que suele habitarse con la palabra aburrimiento, o su pariente el tedio, para explicar la fecha de vencimiento de las cosas que viven.
“Si me aburro, déjenme ese problema a mí. Empiezo de nuevo, una y otra vez” en clara evocación al Mito de Sísifo para llenar de sentido el vacío de las cosas. El tiempo, un inexorable sicario. Implacable como nadie.
La demanda de Dolina hacia la ciencia, parece ser una demanda clásica, está en la fábula Fankenstein que narra Mary Shelley y que tanto le gustaba evocar a José Pablo Feinmann para descifrar los artilugios de los sueños de la razón. La demanda de Dolina parece ser también la demanda de Walt Disney, que espera ser descongelado cuando esté la cura de su enfermedad.
Pero no nos desviemos, Las viejas es una obra que hace algo con la angustia existencial que es universal a la especie humana. Y lo hace por medio del humor, lo cual, es dignificante. Lo hace para demostrarnos que el deseo puede no envejecer.
Sinopsis
Las Viejas presenta a tres actrices octogenarias de extensa trayectoria en cine, teatro y televisión, que se reencuentran luego de muchos años. Aunque desean retornar a los escenarios ya nadie las convoca para trabajar. Sumidas en el olvido de una industria de la que fueron parte, intentarán diferentes estrategias para conseguir trabajo y volver a pisar las tablas.
La pieza es una comedia desopilante, con una escenografía llena de secretos y sorpresas que se suman a un delicado vestuario. La composición musical original complementan un gran sentido de humor de la obra. La realización es un homenaje a la escena nacional y la historia de sus artistas. Una reflexión sobre la vejez, con una perspectiva actual, vital y entusiasta.
Ficha
Dirección: Hernán Peña
Actúan: María Franchi, Verónica Leal, Vicky Olgado y José Pierini,
Asistencia de dirección: Cielo Pignatta
Dramaturgia: Daniel Felieu
Lugar: Teatro La Vigil (Alem 3086)
Día: sábado 16 de noviembre, a las 20.30.